Los seudoaneurismas femorales no son infrecuentes, sobre todo después de cateterismos, punciones o cirugía vascular previa. Más raros son aquellos de etiología desconocida (espontáneos). Se propugnan las micro-roturas de placas ateroscleróticas o la fragilidad arterial (Ehlers-Danlos, Behçet, vasculitis, etc.) como posible etiología1.
Las complicaciones son variadas. La infección es especialmente frecuente en pacientes adictos a drogas parenterales, lo cual predispone a rotura-hemorragia, embolismos distales, pérdida de la extremidad y muerte por sepsis2.
El tratamiento depende de la etiología, presencia de complicaciones y características del paciente; es posible realizar desde tratamientos conservadores (compresión o inyección de trombina) hasta cirugía abierta (sutura, angioplastia o injerto), pasando por la reparación endovascular (stent). En casos micóticos, como el presente, el desbridamiento junto con la resección del seudoaneurima debe ser la norma. Posteriormente es posible la revascularización extra-anatómica, in situ o incluso la ligadura arterial —con el riesgo de isquemia—. Caso de optar por revascularización in situ el autoinjerto venoso y aloinjerto arterial son de elección. La vena femoral superficial, respetando la entrada de la vena femoral profunda, es un excelente autoinjerto3. Tiene la ventaja sobre la safena interna de que su tamaño se corresponde perfectamente con la arteria femoral común, pero con el inconveniente de poder asociarse a edema postoperatorio. Nosotros optamos por ella, al igual que otros4,5, con buen resultado final (fig. 1).
Solución a la pregunta: d.