Señor Editor:
Hemos leído con gran interés el artículo del profesor Manuel Cárdenas "Los dislates en los escritos médicos"1 y nos complace saber que el tema que comenta es, y debe continuar siendo, preocupación de todos.
Llama la atención la gran cantidad de errores que se pueden encontrar en nuestras publicaciones. Por eso, desde hace varios años, muchos somos los que tratamos de que nuestros profesionales hablen y escriban mejor.
En España, un grupo de cardiólogos se reunió a inicios de la década pasada y se propuso mejorar el lenguaje cotidiano de nuestra especialidad, muy concretamente, en lo referido a los términos procedentes del inglés. Su idea era proporcionar a la comunidad cardiológica hispanohablante una herramienta para el mejor uso del castellano en lo que respecta a la terminología científica. Sobre todo porque el lenguaje médico, escrito originalmente en español, se encuentra muy contaminado con palabras y expresiones tomadas del inglés, que son trasladadas de forma directa a nuestro idioma.2
Son evidentes los descuidos y desaciertos que cometemos cuando no nos percatamos si estamos utilizando la palabra que nuestra lengua nos brinda o si, por el contrario, nos dejamos contagiar fácilmente por los usos y costumbres que nos llegan de otras lenguas que son preponderantes en la comunicación científica.3
Otros factores que inciden en este problema son la falta de conocimiento y pericia al momento de traducir una palabra o frase por parte de los autores, o simplemente la mal llamada «frecuencia de uso» de un término como en el caso de stent, que se entiende mejor que prótesis endovascular o endoprótesis.
Después de haber identificado un sinnúmero de términos mal empleados en el lenguaje médico, comenzamos una investigación para contribuir a solventar esta situación. Primero, se realizó un trabajo que sirvió para defender una Tesis de Maestría;4 después se publicaron varios artículos5,6 y finalmente, nos estimulamos a confeccionar un glosario con el fin de agrupar una serie de términos en inglés (anglicismos) propios del lenguaje de las especialidades de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, trabajados individualmente desde el punto de vista lexicográfico y acompañados de su término equivalente en español, con el objetivo de implementar una herramienta útil en manos de los editores de revistas biomédicas para la solución de problemas prácticos, lo que permitirá elevar la calidad de los artículos científicos médicos, a partir de la propuesta de alternativas concretas que nos permitan desechar el «sagrado criterio» de la «frecuencia de uso», tan extendido en la comunidad científica. De igual forma, los profesionales de la rama podrán contar con un instrumento lingüístico que les facilitará la delimitación del uso pertinente o no de un anglicismo en sus publicaciones, en función de una necesidad lingüística real, de forma tal que no aparezcan vestigios de este tipo de extranjerismos que nada aportan a nuestro rico léxico español. Además, contribuimos a enriquecer el Thesaurus inglés-español de términos y abreviaturas en Cardiología, publicado por la Sociedad Española de Cardiología en el año 2005.
Sin dudas, nuestras especialidades han experimentado muchos avances en las últimas décadas. Tras la introducción de la electrocardiografía se han ido incorporando otras técnicas y disciplinas como la ecocardiografía, la electrofisiología, la hemodinámica y el intervencionismo percutáneo, la cardiología nuclear, entre otras. Y una de las razones por las que las lenguas evolucionan es que continuamente surgen nuevos conceptos científicos y técnicos que es necesario denominar. Ante esta actual y polémica problemática casi todos los países de habla hispana, toman vocablos extranjeros sin comprobar si existe en el idioma español expresiones equivalentes que bien podrían ser aprovechadas.
Defender la lengua castellana de los anglicismos innecesarios, como en su día la defendió de los galicismos la Real Academia Española, es algo que contribuirá al fortalecimiento del lenguaje médico en castellano.
Desde hace algunas décadas se han ido produciendo diversos fenómenos lingüísticos que contaminan este lenguaje, y provocan una pérdida de precisión y claridad en el mensaje, lo que constituye uno de los obstáculos más serios que se oponen a la educación y a la investigación en medicina.7 A nuestro lenguaje especializado debe caracterizarlo la precisión, el rigor y la claridad, de esta manera evitará cualquier confusión y logrará una comunicación universal. Como lenguaje especializado, presenta particularidades sintácticas, morfológicas, fonéticas, fonológicas y estilísticas, que lo hacen diferente a otros lenguajes especializados y a la lengua general;3 pero eso no justifica el uso inadecuado de múltiples términos.
Felizmente hoy somos muchos los lingüistas, editores y médicos que estamos convencidos de la necesidad de la utilización de un lenguaje libre de términos extranjeros importados sin justificación alguna. Nos unimos entonces a Alpízar, Navarro, Alcaraz, Gutiérrez Rodilla, al grupo de expertos de la Sociedad Española de Cardiología, al Profesor Manuel Cárdenas y a muchos otros que han emprendido ya esta tarea.
Para concluir, queremos recordar que después de la I Reunión de Editores de Revistas Cardiovasculares Iberoamericanas (R-RCVIB), auspiciada por la Revista Española de Cardiología,8 la colaboración entre nuestras revistas ha aumentado considerablemente; por eso, estimamos sensato proponer que el tema del lenguaje escrito en los manuscritos enviados para su publicación, debe ser un tópico a tratar en la III R-RCVIB que se celebrará próximamente, pues como se acordó en la primera R-RCVIB (efectuada en marzo de 2009): las propuestas están dirigidas a incrementar la difusión, la credibilidad y el prestigio internacional de todas nuestras publicaciones.
Correspondencia: Francisco L. Moreno-Martínez,
Gaveta Postal 350, Santa Clara, CP 50100, Villa Clara, Cuba.
Correo electrónico:flmorenom@yahoo.com
Recibido el 3 de febrero de 2011;
aceptado el 16 de febrero de 2011.
RESPUESTA DEL AUTOR
Estimado Dr. Moreno Martínez:
Agradezco su carta El lenguaje en las publicaciones médicas: Un empeño en el logro de la excelencia.
Como usted señala, es indudable que los Editores y los Autores de publicaciones médicas deben hacer todo lo necesario para evitar errores gramaticales, neologismos innecesarios, anglicismos y letras iniciales de muchas cosas que obligan a usar glosarios y que vuelven casi ininteligibles los escritos.
Si bien el inglés es en la actualidad la lingua franca en Medicina, eso no quiere decir, ni debe favorecer que en las revistas médicas en Español, no se haga uso correcto de nuestra lengua común.
Sería muy conveniente que en la próxima reunión de Editores de Revistas Médicas en Español, se acordara publicar en todas ellas, los excelentes trabajos de ustedes (referencias 3 a 7), con objeto de darles una mayor difusión.
Gracias por su carta y reciba un saludo.
Dr. Manuel Cárdenas