Distinguida familia y amigos cercanos del Dr. Fause Attie, personal directivo, operativo y de apoyo administrativo de este gran Instituto Nacional de Cardiología, señoras y señores, amigos todos.
Seguramente las personalidades que me antecedieron expresaron con cariño y respeto mucho de lo que ahora voy a retomar para poder cerrar este merecido homenaje al Dr. Fause Attie, director de este prestigiado Instituto Nacional de Cardiología.
Estamos todos reunidos para recordar al amigo, al profesor, al extraordinario compañero de trabajo, al médico e investigador que ha cumplido cabalmente su ciclo de vida y que dejó huella en todos los ámbitos por los que transitó.
Quiero referirme al: médico cirujano y cardiólogo clínico; al cardiólogo avalado por el Consejo Mexicano de Cardiología; al director general del Instituto Nacional de Cardiología (INC) Ignacio Chávez, desde junio de 2000; al investigador nacional, nivel II, del Sistema Nacional de Investigadores; al miembro titular de la Academia Nacional de Medicina desde 1982; al profesor de posgrado, de la Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, desde 1990; al amigo, esposo, padre y fiel compañero.
Quiero referirme también al Dr. Fause Attie como integrante distinguido de la Fundación Gonzalo Río Arronte, a través de la cual supo apoyar y promover múltiples proyectos y programas en beneficio de la población, por lo general pobre y procedente de diversos rincones de nuestro país.
La medicina mexicana cuenta dentro de sus registros y los anales de su historia, y en particular la del Instituto Nacional de Cardiología, las aportaciones prudentes, objetivas, beneficiosas que nuestro homenajeado supo promover, que siempre supo impulsar y supo concluir con buenos resultados en beneficio de muchas centenas de pacientes.
Por ello, me da gusto tener la oportunidad de compartir con todos ustedes estas líneas, aunque breves, cargadas de un elevado sentimiento, que siento que todos compartimos en estos momentos.
Por un lado, vivimos la tristeza por la pérdida que nos agobia, quizá mucho más a los cercanos, que nos ha movido a todos, tanto en el área médica e institucional, como en la académica, nacional o internacional; pero por otro lado, muchos compartimos un sentimiento de una gran satisfacción y orgullo, porque este gran hombre trabajaba y estaba con nosotros en la Secretaría de Salud, en el INC, porque estoy seguro de que las palabras de él mismo hubiesen sido de consejo y aliento para todos, paciente y sereno, ya que sus acciones se reflejan todos los días en las personas que lo conocimos, que prendimos, que le apoyamos, que le escuchamos, y por qué no decirlo, que le obedecimos.
En todos ellos, los que tuvimos contacto con él, nos ha quedado impresa su particular forma de expresar las ideas, propuestas y proyectos, siempre con rumbo, siempre con la debida intensidad y respeto a las formas y los fondos.
El Dr. Fause, un caballero en toda la extensión de la palabra, luchador incansable, académico apreciado, nos ha dejado, pero en los hechos habremos de apreciar como aún sin su presencia física, todos sus proyectos se habrán de cristalizar exitosamente.
Muchos de ustedes se refieren al Dr. Fause Attie con mucho afecto y cariño, eso es lo que él era, un hombre que transmitía paz, tranquilidad y otorgaba afecto invariablemente.
Recordemos al maestro Ignacio Chávez cuando se refería al médico humanista; así era el Dr. Fause, un humanista en toda la extensión de la palabra.
Para emplear las palabras de Chávez, "un hombre que se asoma sobre otro hombre en un afán de ayuda, ofreciendo lo que tiene, un poco de ciencia y un mucho de comprensión y simpatía", no concibiéndose cultura, menos todavía en términos de una cultura profesional, y siento inadmisible en una cultura médica, el mínimo desinterés a propósito de los problemas del hombre.
Nada más elocuente que una imagen que transmite el Dr. Fause que puede ser relatada, como lo hizo en su momento el propio Chávez al describir su llegada al lado de Antonio Caso "en el momento mismo de su muerte", en el que no hubo lugar para nada, no digamos acciones médicas, "ni una palabra, ni un gesto, ni un ademán". Y es entonces cuando el médico trasciende el simple ejercicio de un oficio artesanal para alcanzar las dimensiones de lo más profundamente humano, "Mis manos —refiere—, que nada pudieron hacer para defenderlo, le cerraron filialmente los ojos, tratando en vano de ocultar su temblor... ".
Dr. Fause, gracias por todo lo que nos enseñaste y nos diste, gracias por tu inmensa generosidad. Siempre vivirás entre nosotros y muy pronto nos volveremos a encontrar.
Muchas gracias.
*Discurso pronunciado el día 17 de febrero de 2009 en el Auditorio del Instituto Nacional de Cardiología, con motivo de su homenaje póstumo.