La medicina como profesión tiene el compromiso de servir a la sociedad mediante la aplicación eficiente del conocimiento especializado en el marco de su propósito moral, su imperativo ético y una rigurosa autorregulación; fortaleciendo así sus valores tradicionales, administración y gestión, mediante un liderazgo social. No obstante, actualmente el médico sólo desempeña la medicina desde una perspectiva clínico-terapéutica,1 que carece de objetivos, expectativas y desarrollo de habilidades para la resolución de los diferentes problemas en su quehacer.2
La globalización, las nuevas tecnologías y los cambios socioeconómicos y políticos han impactado a los mercados y actividades laborales, así como a las organizaciones,3 lo cual ha trasformado el rumbo de la prestación de los servicios de salud y ha afectado a la organización social médica y con ello, la imagen del médico y su autoridad ética y moral. En este panorama prevalece la racionalidad técnica y económica ante la necesidad de frenar gastos y costos en la atención, y se intercambian los principios éticos por conceptos como productividad, racionalización, costo-beneficio, desempeño y el paradigma médico social por el de la administración.4
El papel del liderazgo como fortaleza en la elevación de la calidad, eficacia y eficiencia de los servicios médicos es bastante discutido, así como la relación que existe entre este y el grado de conocimiento del líder, la organización, la normatividad, las herramientas de gestión y el manejo de la información.5,6 Pero el estudiante de medicina ingresa a una facultad para convertirse en médico y no en gerente, administrador o líder de salud, para ser competente y atender la salud de sus pacientes de manera individual cuando inicia su práctica. Sin embargo, cuando el número de casos a su cargo aumenta, carece de preparación en las áreas de liderazgo y gerencia, lo que a menudo lo frustra, situación que puede repercutir en la calidad de atención y servicios que brinda a sus pacientes.
No obstante que la ciencia médica data de hace miles de años, la disciplina de las ciencias gerenciales aplicadas a los servicios de salud, incluyendo el estudio del liderazgo, tiene menos de 100 años.7 Por tanto, para mejorar la atención en la prestación de estos servicios, la formación integral en la preparación de los estudiantes universitarios y especialistas médicos, requiere la inclusión curricular de principios básicos de administración, cimentados en el altruismo, tolerancia frente a la diversidad, sensibilidad social, adherencia a los fundamentos éticos que regulan la práctica médica y capacidad de establecer relaciones asertivas con colegas, pacientes y familiares.8
Así, la instalación curricular para la formación de líderes como nuevo paradigma de la atención médica implicaría, contar con formadores de opinión, elementos que sepan crear, soñar, ejecutar y convocar seguidores en torno de un ideal. Entonces, liderazgo significa entender la grandeza que el gerente y el médico operativo en su misión tienen encomendada; es saber vivir con todos, agregar valores, ser positivo, promover la ciencia médica al servicio del enfermo, aglutinar los conocimientos, promover la salud y tornarla accesible a todos, sin distinción de raza, credo o cultura.9
Este artículo debe citarse: Castañeda-Sánchez O. El papel del liderazgo en la gestión médica. Aten Fam. 2015;22(1):1.