Sres. Directores: Después de leer la interesante revisión sobre la sarna humana de García López et al (1996)1 nos gustaría comentar unos detalles:
1. En primer lugar subrayar que es difícil conocer la incidencia de la sarna no sólo en enfermos de sida, sino que también lo es en personas socialmente marginadas y población de zonas turísticas2. Estas últimas caracterizadas por su importante recambio humano y ambas por las dificultades de seguimiento. Es importante reseñar este hecho, al no tener la sarna un control epidemiológico, ya que quizás desde 1991 estamos ante una nueva epidemia3.
En nuestra zona que cuenta con 3.600 habitantes y 20.000 plazas hoteleras, la colaboración con los farmacéuticos de la zona nos ha permitido observar, mediante la cuantificación de la venta de productos farmacéuticos específicos contra esta parasitosis, que la incidencia de sarna es mayor del doble que la diagnosticada en nuestras consultas.
2. En segundo lugar resaltar la dificultad diagnóstica, ya que aunque todo prurito deba hacer pensar en sarna, en alguna observación se ha visto que hasta un 43% de diagnósticos se establecen 2 meses después del inicio de la sintomatología y sólo un 28% tenían lesiones en la zona interdigitálica4. Esto traduce la necesidad, sobre todo en medios rurales donde se cuenta con medios diagnósticos más escasos, de valorar la probabilidad y utilidades de todos los resultados mediante la práctica del análisis de decisiones.
Esta dificultad diagnóstica nos obliga a considerar de manera relevante los datos de Orkin adaptados por Baptista: a) prurito nocturno; b) casos contacto (especialmente el núcleo familiar); c) distribución de las lesiones (no tan distintiva en esta nueva epidemia); d) morfología: surcos característicos, y e) respuesta al tratamiento5. Respecto a este último punto a pesar de no haber hallado valores predictivos en la revisión bibliográfica, pensamos debe iniciarse ante la positividad de los dos primeros puntos en medios donde existe el inconveniente de no disponer de procedimientos diagnósticos de certeza o fácil acceso al nivel especializado.
3. En referencia al tratamiento deberemos considerar el ivermectin como posible tratamiento de primera elección en un futuro, ya que se trata de un fármaco seguro y en la actualidad con ya 10 años de experiencia en el tratamiento de la oncocercosis. En esta misma línea, un reciente estudio realizado por Meiniking et al (1995) comunicaba la inexistencia de reacciones adversas, la desaparición del prurito en 48 horas en pacientes con afectación grave, la ventaja de utilizar dosis única, y los buenos resultados tanto en inmunocompetentes como en inmunodeprimidos, con un supuesto mayor control de la parasitosis. También destacaba la posibilidad de control de Strongiloides estercolaris en enfermos de sida y una mayor eficacia que el benzoato de benzilo. Por el contrario, es un fármaco que no está comercializado en España y su uso no está indicado en niños menores de 5 años. Se requieren, por tanto, más estudios que definan su papel en el tratamiento de la sarna6.
4. Por último, reseñar que en nuestro ámbito rural, con escasos medios de diagnóstico de certeza (microscopio y biopsia), hay que conocer que incluso después de la abolición del ácaro puede mantenerse el prurito varias semanas, ya sea por mecanismos de hipersensibilidad al ácaro, ya sea debido al tratamiento, que puede aliviarse con corticoides tópicos en el primer caso y con jabones de avena, en ambos casos5. Este desconocimiento puede llevar a un nuevo grado de incertidumbre y nueva repetición de tratamientos.