Hace poco más de un año, la FDA aprobó la comercialización de la vacuna contra los serotipos 6, 11, 16 y 18 del VPH, con la finalidad de reducir la prevalencia de cáncer de cérvix en la población de los Estados Unidos. De la misma manera, las autoridades sanitarias de nuestro país aprobaron su entrada en el calendario de vacunación mediante estrategia comunitaria en las escuelas en 6.° curso de primaria, con gran aceptación por parte de los padres de las niñas de 11–12 años, tal y como publicamos en Atención Primaria1.
Actualmente se puede afirmar que la vacuna del VPH previene la infección por VPH, pero sigue sin haber demostrado todavía protección frente a la progresión hacia la neoplasia intraepitelial cervical1.
Parece demostrado que la administración de la vacuna ofrecerá protección contra la infección del VPH, pero los programas de prevención mediante el cribado del cáncer de cérvix deberán permanecer como intervenciones importantes, incluso en poblaciones vacunadas2.
Con las evidencias actuales se podría pensar que la vacuna frente al VPH podría ser capaz de prevenir la aparición de cáncer de cérvix, pero esta asociación, un año después, todavía está por demostrar. En la aplicación de las actividades preventivas hay que tener un especial cuidado no sólo con la efectividad, sino también con la no maleficencia de las novedades terapéuticas, y más cuando se trata de una enfermedad de la que ya existen medidas preventivas efectivas3.
El Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya ha decidido por segundo año consecutivo la administración de las vacunas de VPH en las niñas de 6.° de primaria. Debida a la persistencia de controversia tanto en el mundo científico4,5 como en los medios de comunicación hemos tenido interés en saber la opinión de los padres de los alumnos y su aceptación para la vacunación, un año después de la implementación de la vacunación en el calendario vacunal. Para ello, hemos analizado las respuestas de los padres de 4 escuelas del área de Tarragona ciudad, ante la solicitud de consentimiento por parte de los padres de dichas alumnas, realizado en octubre-noviembre del 2009. Hemos realizado estadística descriptiva, comparándola con los resultados del año anterior (tabla 1).
Destaca que el 67,4% (padres de 29 niñas) de las que no aceptan la vacunación expresan de forma explícita como motivo de la no vacunación, la desconfianza en la vacuna.
¿A qué se debe la pérdida de casi 20 puntos en la aceptación de la vacuna? Durante este año se han publicado en medios de comunicación de ámbito general, diferentes artículos sobre las controversias existentes sobre la necesidad de vacunar a las niñas de 10–11 años (antes del inicio de las relaciones), tanto a través de opiniones de la población general, como de la misma comunidad científica. Durante este tiempo, también se han publicado casos de posibles efectos secundarios más o menos graves aparecidos tras la administración de la vacuna, como cuadros de convulsiones y encefalitis entre otros6. Esto, junto con las dudas expresadas por el personal sanitario, que siguen siendo las mismas que hace un año, nos ha llevado a una menor aceptación de la vacuna por parte de los padres al ser cada vez más reacios a someter a sus hijas a una vacuna con tantas dudas en el momento actual. En este tipo de recomendaciones, ¿tienen más influencia en la población las opiniones de los medios de comunicación y su presión mediática que las expresadas por las sociedades científicas?, seguro que será un tema a debatir en el futuro, teniendo en cuenta la gran cantidad de información de la que disponen actualmente nuestros pacientes.