Hemos leído con interés el estudio realizado por Llor et al.1 que concluye que con la utilización de pruebas rápidas de detección antigénica y proteína C reactiva (PCR) podría haberse reducido en un 85,5% la prescripción de antibioterapia en pacientes con faringitis y en un 69,8% en aquellos con infección del tracto respiratorio inferior.
La prescripción de antibioterapia de manera innecesaria nos parece un tema de enorme interés por su repercusión tanto en el incremento de costes innecesarios como en el hecho de que el uso incorrecto de los antimicrobianos repercute en el incremento de resistencias frente a estos, resistencias transmisibles entre las bacterias y a huéspedes, a veces no expuestos previamente a esos antimicrobianos. Pensamos, por tanto, que se aborda un tema de gran interés, pero nos gustaría realizar algunos comentarios a lo expuesto en el trabajo, ya que existen algunos aspectos que pueden ser objeto de discusión.
En primer lugar, para la estimación del número de ciclos de antibiótico que no se hubieran prescrito en el caso de utilizar las referidas pruebas diagnósticas se utiliza una extrapolación de los datos de 2 trabajos2,3 a partir de los cuales se calcula el porcentaje de la población de estudio que estaría en el supuesto de presentar una prueba de detección antigénica negativa o un nivel de PCR por debajo del límite indicado en las guías para la prescripción de antibioterapia. Esto constituye una debilidad del presente trabajo, ya que no se ha realizado un análisis que verifique que la población de estudio presenta unas características similares a las de los trabajos utilizados para obtener los datos de ahorro de prescripción, limitando las conclusiones obtenidas4.
En segundo lugar, y en relación con la utilización de la PCR como herramienta de ayuda a la toma de decisiones clínicas sobre la prescripción de antibioterapia, debemos indicar que múltiples trabajos ponen en evidencia su limitación tanto como prueba diagnóstica para identificar una etiología bacteriana de la infección como para la estratificación de la gravedad de los pacientes5,6. Las principales debilidades de la PCR se basan en su lenta cinética, su baja especificidad para diagnosticar infección bacteriana y en el hecho de que los niveles basales se incrementan con la edad5,6. De hecho, el metaanálisis utilizado por los autores6 concluye que la utilización de PCR no mejora los resultados clínicos de los pacientes, aunque sí reduce la prescripción de antibioterapia. En este sentido, pensamos que la procalcitonina, tanto cuantitativa como semicuantitativa, podría resultar un biomarcador de más ayuda para la identificación de pacientes con infección bacteriana.
Por último, se debe indicar que el coste de la realización de estas pruebas diagnósticas debe tenerse en cuenta, ya que constituye una limitación a su introducción en los algoritmos de manejo clínico, por lo que una opción sería limitar su utilización a aquellos pacientes más graves o donde exista una duda razonable acerca de la necesidad de prescribir o no antibioterapia.
En conclusión, estamos de acuerdo en la utilización de técnicas de diagnóstico rápido y biomarcadores de respuesta inflamatoria en atención primaria para ayudar a decidir sobre la necesidad de prescribir antibioterapia, pero pensamos que son precisos ensayos clínicos que muestren el verdadero impacto que estas medidas podrían tener tanto a nivel clínico como de coste-eficacia.