En el momento actual se está viviendo una pandemia de la enfermedad COVID-191, que posee una serie de características que han facilitado su rápida expansión, debiendo tomarse una serie de medidas que impidan la dispersión del virus y reducir el número de contagios, como son la limitación de los movimientos y el confinamiento en los hogares2. Sin embargo, es importante indicar que dichas acciones pueden tener efectos sobre la salud mental de la población2.
El confinamiento es descrito como una posible causa de sentimiento colectivo de histeria3 y un elemento generador de ansiedad en los individuos4. Asimismo, el aislamiento social se asocia a la aparición de sentimientos de soledad y rabia, además de dificultad para las relaciones sociales, una vez acabado dicho aislamiento3. A todo lo anterior se añade que la información que se recibe sobre la enfermedad y la confusión de las fuentes a utilizar puede generar incertidumbre, lo que causa situaciones de estrés, miedo4, culpa o desasosiego4,5, y puede contribuir a una serie de riesgos para el mantenimiento de un estado psíquico saludable y adaptativo para el individuo5.
Se llevó a cabo una investigación con el objetivo de identificar factores de riesgo sobre la percepción de amenaza ante la COVID-19 en población española, en situación de confinamiento. Para ello, se diseñó un estudio transversal en el que participaron voluntariamente 1.014 adultos, seleccionados mediante el muestreo bola de nieve. Además de la recogida de datos sociodemográficos, se aplicó una adaptación del Brief Illness Perception Questionnaire (BIP-Q), concretamente la versión validada para la COVID-196.
La media de edad de la muestra fue de 40,87años (DT=12,42). Respecto al sexo, el 67,2% (n=681) eran mujeres y el 32,8% (n=333) hombres, con 39,88años (DT=12,35) y 42,92años (DT=12.33) de media, respectivamente. El 94,7% de la muestra cuenta con estudios secundarios o superiores (16% y 78,7%, respectivamente). El 35,9% (n=364) tiene hijos menores.
A nivel descriptivo, se encontraron resultados que apuntan a la existencia de diferencias estadísticamente significativas en el nivel de amenaza percibido. En cuanto al sexo (t1012=−5,15; p<0,001; d=0,34), son las mujeres las que perciben un mayor nivel de amenaza (M=31,47; DE=6,29) en comparación con los hombres (M=29,21; DE=7,03). Por otro lado, el hecho de tener hijos menores a su cargo (M=31,50; DE=6,63) difiere significativamente (t1012=−2,77; p<0,01; d=0,18) de los que no (M=30,30; DE=6,59), siendo el primer grupo el que presenta una puntuación media más elevada en la percepción de amenaza por COVID-19. Por su parte, el nivel de estudios tuvo una correlación negativa con la percepción de amenaza [r=−0,08, p<0,01, IC 95% (−0,149 a −0,027)]. Posteriormente, estos resultados fueron confirmados con el análisis de regresión logística, donde los datos revelaron que el riesgo de percibir un alto nivel de amenaza es mayor en el sexo femenino [Exp(B)=1,88; IC 95% (1,43-2,46)], con hijos menores a su cargo [Exp(B)=1,42; IC 95% (1,09-1,85)], y con un nivel educativo bajo [Exp(B)=1,29; IC 95% (0,61-0,96)].
En conclusión, existe una percepción de amenaza generalizada frente a la COVID-19, siendo factores de riesgo y, por tanto, sujetos de mayor vulnerabilidad a sus efectos, mujeres, con hijos menores a su cargo y bajo nivel educativo. Estos resultados sugieren que, ante una situación de pandemia como la actual, existen características sociodemográficas que implican un riesgo adicional para los efectos negativos de la percepción de amenaza, pudiendo ser más probable, en estos casos, la presencia de sintomatología propia de la ansiedad o el estrés.
El trabajo se ha realizado con la colaboración de la Excma. Diputación Provincial de Almería, así como de la Fundación Alfonso X el Sabio.