Objetivos. Analizar las características de las derivaciones solicitadas al segundo nivel con el propósito de optimizar dicho proceso como una mejora de calidad asumida por el propio equipo.
Diseño. Estudio descriptivo transversal de carácter retrospectivo a partir de los registros y copias de las hojas de interconsulta tramitadas desde el propio centro durante el año 2002.
Emplazamiento. Centro de salud urbano con adscripción de 22.000 personas.
Mediciones principales. Inicialmente se contabilizaron las interconsultas solicitadas por los facultativos del centro y se obtuvieron los totales y sus correspondientes porcentajes para cada una de las diferentes especialidades. Posteriormente se analizaron todas las hojas de interconsulta cursadas a las especialidades más demandadas y se clasificaron los motivos de la derivación en revisión (R), valoración clínica (VC) o valoración quirúrgica (VQ) (ya que ésta es una de las posibles opciones de dichas especialidades).
Resultados. En la figura 1 se muestra que de las 5.926 peticiones cursadas, la mayor proporción (57,78%) correspondió a las dirigidas a: oftalmología (1.232; 20,79%), traumatología (888; 14,98%), ginecología (717; 12,09%) y dermatología (588; 9,92%), perfil que se ajusta a grandes rasgos con lo publicado en otros estudios1-5. Para la oftalmología se pidió R en un 17% de los casos, VC en el 27,8% y VQ en el 6,6; en un 9,8% se solicitaba la realización de una prueba de fondo de ojo y en el 36,6%, graduación visual. Para traumatología se requería R en el 4,5%, VC en el 83,8% (de éstas, el 43% correspondía a 2 profesionales concretos) y VQ en el 11,7. Respecto a ginecología, en el 60% se demandaba R y en el 39% VC, mientras que en dermatología se solicitaba R en un 3,5%, VC en el 62 (el 38% correspondía a 2 facultativos) y VQ en el 33,5% (de éstas, el 54,4% eran asumibles en la propia consulta de medicina familiar).
FIGURA 1. Derivaciones a segundo nivel en la Zona Sur de Cáceres (año 2002).
Discusión y conclusiones. Una elevada proporción de interconsultas a dermatología y prácticamente la totalidad de las solicitadas a traumatología correspondían a VC, lo que en principio podría indicar ciertas necesidades formativas en los médicos del equipo, aunque habría que analizar factores como el patrón de morbilidad local, las características sociodemográficas de la población, posibles actitudes mediáticas de los consultantes, los cupos sobrecargados o la escasez de tiempo por paciente; sin embargo, el mayor porcentaje de solicitudes en ciertos profesionales y la igualdad o proximidad de cupo (caso de los facultativos de nuestro centro) hacen plantearse una necesidad particular de actualización de conocimientos en estas áreas. Dos tercios de las derivaciones a ginecología corresponden a revisiones periódicas, lo que supone una sobrecarga burocrática apreciable que podría moderarse asumiendo las citas de revisión desde el propio servicio, como se hace en otros, o introduciendo algún mecanismo administrativo en el propio centro que obviara la consulta, con un planteamiento idéntico en el caso de las revisiones oftalmológicas (17% de sus derivaciones) o del apreciable número de citas para graduación visual (36,6%) sopesando la posibilidad de un examen previo con optotipos (que sólo constaba en 4 ocasiones) o por las ópticas. Por último, en un 22% de las derivaciones a dermatología se solicitaba una intervención quirúrgica menor asumible en el propio centro cuya puesta en marcha de forma habitual podría plantearse en el equipo con la correspondiente dotación de medios y tiempo.
En conclusión, de forma paralela a otros estudios, dos tercios de las derivaciones se centran en 4 especialidades, y parece posible su optimización (reducción del 29%) mediante la introducción de nuevas técnicas cirugía menor y una reorganización administrativa (con la consiguiente satisfacción del usuario y cliente interno), objetivo todavía mejorable con un compromiso de actualización clínica en parcelas concretas y por profesionales concretos.