Sres. Directores: La utilización de los servicios de urgencia hospitalarios por parte de la población general está aumentando de forma significativa en los últimos años (aproximadamente un 10% anual)1. Esta situación se da en ambos sexos y en todos los grupos etarios, sin que de forma paralela se incremente el número de unidades que prestan este tipo de asistencia. El aumento de la demanda está abocando a situaciones de sobresaturación y, en determinadas épocas del año (sobre todo en la estación invernal), a colapso en la urgencia hospitalaria. Por otro lado, el aumento de la población anciana y la consiguiente agudización de la patología crónica que conlleva este sector poblacional2 tienen como resultado la insuficiencia física de las salas de observación de los servicios de emergencia del tercer nivel asistencial. Esta situación de sobrecarga se agrava al estar muy limitado el número de camas hospitalarias en nuestro país frente a la población que soporta cada área sanitaria, dando lugar a un aumento importante y en muchas ocasiones injustificado del coste anual de estos servicios3, disminuyendo tanto su efectividad como su eficiencia. El incremento del tiempo de espera, tanto de los pacientes como de los familiares, provoca situaciones de desagrado en éstos y en los profesionales, presentándose de manera muy ocasional incluso situaciones de agresividad.
En la revisión efectuada de los distintos estudios publicados en su revista durante estos últimos años, se analizan aspectos importantes como son el grado de adecuación en la derivación4, el análisis de la documentación que los pacientes aportan desde la atención primaria hacia el médico de urgencias5 o bien la expectativa del usuario cuando acude al hospital6. Estos estudios resultan interesantes, y pensamos que pueden ser de utilidad como un control de calidad de sujetos que acuden por iniciativa propia y en muchas ocasiones con patología banal a los servicios de emergencia hospitalarios. En este contexto, hemos realizado un estudio piloto con 240 historias clínicas recogidas de manera aleatoria durante los meses de enero, febrero y marzo de 1997, analizando el horario de máxima frecuentación, así como la proporción de sujetos que aportaban documentación desde el nivel primario de asistencia. Posteriormente se analizarán, mediante encuesta a pacientes y a personal sanitario, los distintos aspectos de la motivación, adecuación y grado de satisfacción, tanto de la población que utiliza esta asistencia como de los trabajadores de estos servicios. En esta primera aproximación, hay dos hechos que llaman la atención: a) la banda horaria de máxima frecuentación en nuestro hospital es de 10.00 a 14.00 horas, con un 32% de consultas en día laborable, y b) el porcentaje de pacientes que aportan documentación desde el nivel primario es inferior al 19% en todos los horarios y también en jornada laborable (no incluidas derivaciones a oftalmología, otorrinolaringología, dermatología y cirugía maxilofacial). Pensamos que ambas situaciones deben hacer reflexionar, puesto que en lo que atañe al primer punto el horario de máxima utilización coincide con el horario en el cual los distintos centros de salud están en pleno rendimiento, apreciándose en el segundo la gran proporción de individuos que no utilizan el primer nivel de asistencia. Esta realidad debiera quizá plantear, tanto a los gestores como a los profesionales de la salud, qué tipo de atención sanitaria demanda la población, puesto que el hecho de potenciar la atención primaria no se acompaña de una disminución de la atención a otros niveles, ocurriendo más bien todo lo contrario.