Los autores queremos comunicar la excepcional agregación de casos de leishmaniasis visceral y cutánea1 que se ha dado en la zona sur de Madrid desde el verano de 2009 y que continúa actualmente, definida como brote comunitario.
La leishmaniasis es una enfermedad endémica en nuestro país, con 100-120 casos declarados por año en promedio, excepto en los años 1990 en que se elevaron las tasas de la enfermedad, asociándose a la inmunodepresión por VIH2. En la última década, en toda la comunidad de Madrid, no se habían superado los 25 casos ningún año.
Sin embargo, en este brote comunitario, desde el 1 de julio de 2009 hasta el 1 de mayo de 2012, se han acumulado 281 casos, 115 de leishmaniasis visceral (LV) y 166 de leishmaniasis cutánea (LC) (fig. 1), a los que hay que sumar al menos 7 casos más en mayo de 2012. El 84% de los pacientes viven en el municipio de Fuenlabrada, y el resto en los colindantes de Leganés y Getafe.
Las LV se manifestaron con la sintomatología clásica de fiebre, esplenomegalia y pancitopenia; y con una forma ganglionar aislada, apenas descrita hasta ahora para el parásito patógeno en nuestro medio, L. infantum, en 12 casos (21% sobre 57 casos analizados en el hospital de Fuenlabrada). Solo el 11% de los pacientes asociaban infección por el VIH. El 40% de los pacientes con LV clásica eran de origen subsahariano occidental.
Las LC se caracterizaron por el polimorfismo de las lesiones, con predominio de las pápulas o nódulos sin costra, la afectación predominante en miembros; su distribución en edades medias, y el elevado número de casos con lesiones múltiples, incluso muy alejadas entre sí.
El diagnóstico se realizó por visualización directa del parásito, serología en el caso de las LV, y confirmación con PCR en un 90% de los casos3,4. Las LV ganglionares fueron en su mayoría diagnosticadas desde atención primaria tras PAAF de la adenopatía.
El tratamiento, siempre hospitalario, de las LV fue anfotericina B liposomal (dosis totales entre 15 y 21mg/kg fraccionadas en 7 infusiones intravenosas) y el de las LC fundamentalmente inyecciones intralesionales de antimoniato de meglumina espaciadas semanalmente hasta la resolución de la lesión5.
Los casos mostraron una marcada agrupación geográfica en torno a la zona norte del municipio de Fuenlabrada, donde ha habido cambios medioambientales importantes que coinciden con la génesis del brote, destacando una superpoblación de lepóridos concentrados en un espacio protegido de reciente creación, así como densidades muy elevadas de la mosca de la arena o flebótomo, vector que transmite la enfermedad al ser humano tras picar al mamífero infectado.
Sin embargo, hasta la fecha, no se ha detectado un aumento proporcional de la prevalencia de enfermedad o infección en su reservorio tradicional, el perro. Este hecho, sumado al hallazgo de liebres infectadas en zonas colindantes a la población afectada, hace que en este brote puedan considerarse estos animales al menos como reservorios secundarios, lo que sugiere la existencia de un ciclo de transmisión silvestre ligado a la periferia urbana, no descrito hasta ahora en nuestro medio.
Consideramos relevante para los médicos de familia de todo el país conocer la existencia de este brote epidémico en la zona sur de Madrid. En el manejo de pacientes con antecedentes de residencia en dicha zona, ante cuadros que cursen con fiebre sin focalidad aparente de duración intermedia, o con adenopatías aisladas o lesiones papulosas o nodulares con evolución tórpida, debería sospecharse una posible leishmaniasis e incluir esta infección en el diagnóstico diferencial.
A todos los médicos que han intervenido en el complejo proceso de diagnosticar y tratar a los múltiples pacientes afectados por este brote, por su excelente trabajo.