Según un reciente metaanálisis1 sobre la actividad y forma física como factores de riesgo separados de enfermedad cardiovascular, a medida que aumenta el percentil de ambas, actividad y forma física, es menor el riesgo relativo de enfermedad cardiovascular, y es mayor la reducción del riesgo con el aumento de la forma física cardiorrespiratoria. Por tanto, es necesario que la actividad física de tiempo libre alcance un determinado umbral para que pueda mejorar la forma física cardiorrespiratoria y evitar la enfermedad cardiovascular. Datos del estudio del Aerobic Center de Dallas2 (Estados Unidos) indican que para la forma física ese umbral podría estar en un consumo máximo de oxígeno de 35 ml/kg/min (10 MET) para los varones y 31,5 ml/kg/min (9 MET) para las mujeres, mientras que para la actividad física, según datos del estudio de los alumnos de Harvard3, podría estar en un gasto calórico extra en el tiempo libre >= 1.500 kcal/semana. Así pues, cuando se determina la prevalencia de sedentarismo en una población, no basta con determinar quién es activo y quién no, sino que hay que cuantificar la actividad y dar un punto de corte que refleje ese umbral. Los últimos estudios publicados sobre la actividad física y la enfermedad cardiovascular o coronaria en mujeres4 y varones5 indican que la intensidad del ejercicio, que por otra parte es garantía de mejora de la forma física cardiorrespiratoria, es importante para conseguir la prevención de problemas cardiovasculares.
Para aumentar los niveles de actividad o forma física cardiorrespiratoria, los grupos de expertos en prevención de los diferentes países desarrollados comenzaron a proponer el consejo sanitario proporcionado en la consulta aprovechando el paso por ésta de la población. Hacia 1995, surgió en Estados Unidos el Proyecto PACE (Physician-based Assessment and Counseling for Exercise)6, que postulaba que las personas hacen cambios de conductas saludables en etapas (modelo transteorético de Prochaska) que requieren diferentes intervenciones según la etapa de cambio en que se encuentren.
El estudio «Actitudes y prácticas en actividad física: situación en España respecto al conjunto europeo» nos aporta información valiosa sobre el tamaño de la población que cabe esperar encontrar en cada una de las etapas de cambio. Sin embargo, presenta una diferencia fundamental con el Proyecto PACE en relación con el número de etapas en el proceso de cambio. El Proyecto PACE sólo consideraba tres: precontemplación (no activo y sin intención de serlo), contemplación (poca o ninguna actividad, pero con intención de aumentar los niveles) y actividad (físicamente activo de forma regular y en cantidad e intensidad suficiente para la prevención cardiovascular), que recogían las tres situaciones que se pueden encontrar en la consulta: sedentarios, parcialmente activos en niveles que no les sirven para la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad y suficientemente activos. De esta forma reducía las intervenciones a consejo para pensar en cambiar el estilo de vida («precontempladores»), consejo para aumentar los niveles de actividad física desde cero o desde la práctica ya iniciada («contempladores») y consejo para reforzar el mantenimiento de la conducta («activos»). Mientras que en el mencionado estudio sobre actitudes y prácticas, al existir más etapas de cambio, habrá que diseñar más tipos de intervención o tratar de simplificarlos agrupando aquellas etapas a las que se les pudiera aplicar un mismo consejo.
La utilidad de este estudio para la atención primaria se puede concretar en los siguientes puntos: una llamada de atención al personal sanitario de atención primaria para que haga un esfuerzo en la consulta a fin de que sus pacientes progresen a través de las etapas de cambio del hábito de actividad física para que España pueda igualarse al resto de países de la Unión Europea o superarlos, aunque en esta empresa se precisa también de campañas poblacionales en medios de comunicación promovidas por las administraciones sanitarias; unos datos valiosos para que el personal sanitario de atención primaria pueda hacerse una idea del segmento de población al que debe dirigir sus esfuerzos en el consejo sanitario para aumentar los niveles de actividad física y, a la vez, pueda estimar qué tiempo le puede suponer eso; y una indicación sobre las etapas en las que se puede conseguir avanzar en el proceso de cambio por ser en la que España está más alejada del resto de países de la UE.
Una de las principales conclusiones del estudio es que España presenta una proporción mayor que la media de la Unión Europea de individuos con mala actitud de cambio hacia la actividad física. Las razones para ello posiblemente sean las encontradas por una licenciada en ciencias de la educación física y el deporte (Ana Puig) en su tesis doctoral7, presentada en la Universidad de Bristol sobre «Promoción de la actividad física en los centros de atención primaria de Cataluña», y cuyas principales conclusiones son: a) falta de preparación formal del personal sanitario sobre la promoción de la actividad física y circunstancias de la consulta poco propicias para dicha promoción; b) la promoción de la actividad física no tiene en cuenta las diferencias individuales de necesidades y circunstancias que manifiestan los pacientes; c) carencia de apoyo institucional para la promoción de la actividad física porque ésta no parece percibirse como que tenga un buen coste-efectividad; d) escasa investigación sobre la promoción de la actividad física por la dificultad para recabar fondos al no considerarse una prioridad; e) falta de conexión entre los profesionales sanitarios y los profesionales técnicos en la actividad física para aunar esfuerzos en su promoción; f) estos últimos profesionales no han encontrado aún su propio espacio dentro de la relación actividad física-salud; g) ausencia de enseñanza formal de la promoción de la actividad física en el pregrado de los profesionales sanitarios, y h) los mensajes de los medios de comunicación van dirigidos a «actuar mejor que los demás» o «ser el mejor» y no a la promoción del aumento de los niveles de actividad física de la población.
Las líneas de investigación que se deberían abrir a partir de este estudio podrían consistir en probar diferentes tipos de consejo ajustados a cada etapa de cambio, para demostrar que con ellos se puede conseguir que los pacientes progresen hacia el mantenimiento de unos niveles adecuados de actividad física en el tiempo libre. En esta línea, ya existe un proyecto de investigación en Bizkaia, el proyecto PEPAF (Programa Experimental de Promoción de la Actividad Física), que tratará de demostrar que dos tipos de consejo diferentes, aplicados a pacientes «no preparados» (en etapa precontemplativa) y «preparados» (en etapa contemplativa), en las condiciones habituales de la consulta de atención primaria, son capaces de conseguir el aumento en los niveles de actividad física y/o el progreso en la etapa de cambio. Este proyecto ha sido ofrecido a la Red de Investigación en Actividades Preventivas y Promoción de la Salud y está a la espera de que se adhieran a él otros nodos de la red.