Desde que Samuel Hahnemann desarrolló la homeopatía a finales del siglo xviii, su práctica se ha introducido a lo ancho del mundo como tratamiento alternativo para las personas y animales enfermos. En los últimos años asistimos a un creciente interés por la homeopatía en la mayoría de los países occidentales, no sólo en la población general sino también entre el personal sanitario. Al mismo tiempo, se han ido creando centros para la investigación de las medicinas alternativas, entre cuyas disciplinas figura la homeopatía. En España, diversos organismos o instituciones públicas ofrecen cursos de posgrado para facultativos y personal de enfermería.
Pero, ¿qué es la homeopatía? Es un sistema terapéutico basado en el principio de las semejanzas1 "similia similibus curantur" (lo semejante debe ser tratado con lo semejante). Es decir, las sustancias que pueden dañar al organismo pueden ser utilizadas a dosis muy pequeñas para estimular las células dañadas por ellas cuando se encuentran, en nuestro cuerpo, a dosis más grandes. La homeopatía no es otra terapia más, sino una visión diferente de la medicina en la que se busca que el paciente se cure por sí mismo, estimulándolo mediante el tratamiento2. Para preparar la medicina homeopática se utilizan técnicas llamadas «potenciación», en las que se combinan la dilución de una sustancia en alcohol (por ejemplo, una parte de Arnica montana, previamente macerada y disuelta en alcohol, por cada 99 partes de alcohol al 90%, es decir, la potencia llamada C1) y la mezcla resultante es vigorosamente agitada. Se supone que a potencias más elevadas (es decir, cuando la sustancia está muy diluida) la medicina es más eficaz o actúa con mayor fuerza. También se especula que algunas diluciones producen efectos, incluso cuando la dilución producida es tan elevada que es muy poco probable que una molécula de la sustancia original permanezca todavía en la preparación. La homeopatía clásica busca una sustancia que se ajuste a la sintomatología del paciente, por lo que se emplean terapias muy individualizadas, en las que el paciente puede recibir tratamientos diferentes para enfermedades en las que en la medicina convencional sólo recibiría un fármaco. Además de la homeopatía clásica, se emplea la llamada isopatía, es decir, el empleo terapéutico de una sustancia que es el agente causal de la enfermedad (por ejemplo, polen en la fiebre del heno). Existen otras clases de homeopatía, como la fitoterapia, que consiste en la administración de hierbas a potencias muy bajas (poco diluidas), etc. El proceso de producir medicamentos homeopáticos y su composición difieren entre los distintos laboratorios.
Se han realizado cientos de estudios para demostrar la eficacia de la medicación homeopática; en algunos de ellos se ha empleado la metodología del ensayo clínico, aleatorizado a doble ciego, pero como se observa en la tabla 1 no hay evidencias científicas claras de su eficacia1,3-14, ya que la metodología utilizada en los ensayos clínicos ha sido muy criticada. Algunas de estas criticas fueron: insuficiente descripción de la metodología o de los datos; participación de un número escaso de sujetos, con enfermedades que fluctúan en el tiempo y en las que resulta difícil medir el efecto específico del tratamiento; sólo se produce mejoría en la sintomatología más subjetiva, etc. Los ensayos clínicos mejor realizados, en los que su eficacia era más positiva, no han podido ser reproducidos satisfactoriamente5,12. Como no hay una explicación conocida sobre los mecanismos de acción de la homeopatía (y desde luego tampoco de muchos fármacos alópatas), es difícil, como dice J. Kleijnen1, «asumir que una sustancia diluida infinitesimalmente en alcohol tiene efectos farmacológicos, podría significar que los conceptos esenciales de la física moderna están equivocados».
En España, no se han realizado suficientes estudios sobre el perfil del médico homeópata y sobre las características del paciente que frecuenta sus servicios. Los estudios llevados a cabo sobre la medicina alternativa en otros países occidentales describen a los médicos que la practican15 trabajando preferentemente en consultas individuales y utilizando la medicina alternativa como una terapia suplementaria a la medicina convencional. La mayor parte de los pacientes tienen enfermedades crónicas (cáncer, artrosis, migrañas, infección por VIH, etc.) para los que la medicina convencional no ha ofrecido un tratamiento satisfactorio. Otro grupo de pacientes está descontento con el trato recibido en la consulta médica (escaso tiempo dedicado al enfermo, atención sanitaria impersonal, etc.). Es posible que la situación descrita sea similar en España, ya que algunos médicos pueden encontrar en la homeopatía un nuevo campo en donde realizarse profesionalmente aplicando una medicación aparentemente con escasos efectos adversos y al mismo tiempo recoger la demanda de algunos pacientes insatisfechos con la atención sanitaria recibida.
Tanto en la medicina de familia como en la homeopática, es muy importante la entrevista clínica y una buena relación médico-enfermo para llevar a cabo el diagnóstico y elegir el tratamiento adecuado. En ambas se contempla al paciente en su totalidad (modelo biopsicosocial), pero la diferencia que las separa es que en la primera se puede conocer la calidad de la prescripción del médico según varios indicadores: eficacia, eficiencia, etc., mientras que en la medicación homeopática, que ha iniciado sus primeros pasos en el campo de la investigación, no se dispone todavía de fármacos que hayan probado definitivamente su eficacia.
En todo caso, la necesidad actual de una atención médica basada en la evidencia científica, para mejorar la efectividad de las intervenciones médicas preventivas y terapéuticas, debe alentarnos a ser más cuidadosos con la prescripción de fármacos, planteándonos antes de la prescripción si existe evidencia científica que indique cuál es la mejor terapéutica de la enfermedad que se quiere tratar y si se ajusta a las características del enfermo. Las mejores opciones terapéuticas se basan siempre en los conocimientos científicos y no deberíamos ser más complacientes con otros enfoques basados en un empirismo terapéutico como la homeopatía, por lo menos hasta que se hayan despejado las dudas sobre su eficacia. Mientras tanto, ¿qué debería contestar el médico de familia cuando le pregunten sus pacientes sobre la homeopatía? Que es una visión distinta de la medicina, basada en unas teorías empíricas, científicamente inconsintentes y que todavía no dispone de medicamentos específicos que hayan demostrado su eficacia.