Con el fin de mantener la autonomía a medida que avanza la vida es necesario trasladar el eje de la práctica asistencial desde la enfermedad hasta la preservación de la capacidad funcional. Su abordaje en la clínica resulta complejo pero fundamental para desarrollar planes de acción que contribuyan a preservarla. El objetivo de este estudio fue diseñar y pilotar un modelo para la valoración de la capacidad funcional de personas de ≥70 años residentes en la comunidad.
Se trata de un estudio piloto desarrollado entre mayo y septiembre de 2019 en 2centros de salud de Guipúzcoa, con personas autónomas (Barthel ≥85 puntos1) y frágiles (prueba de Levántate y anda cronometrado —LAC— ≥ 20 segundos2,3) o con alto riesgo de caídas3.
Se constituyó un equipo formado por personal de enfermería y de trabajo social para que realizase la valoración de forma conjunta en el centro de salud y en el domicilio de los participantes. Los profesionales sanitarios de los centros de salud participantes identificaron y derivaron a los individuos al equipo de trabajo. El contenido de la valoración fue consensuado por profesionales de atención primaria (AP), geriatría, trabajo social y una persona mayor.
Se recogieron, las características sociodemográficas, la capacidad funcional (índice de Barthel1, test de Lawton4, velocidad de la marcha5 y prueba LAC2,3), el estado cognitivo (test de alteración de la memoria)6, el uso de gafas, de audífonos, la frecuencia de visitas al dentista, el nivel de actividad física3, las horas de sueño, el estado nutricional, si la persona entrevistada era cuidadora, las formas de convivencia, el apoyo familiar, si disponía de telealarma, la participación en actividades culturales o de ocio y el estado de la vivienda y del entorno, que también fue valorado por el equipo en la visita al domicilio. Además, mediante una serie de entrevistas semiestructuradas al equipo y a profesionales de referencia, se recogió una valoración de las ventajas y limitaciones del modelo de trabajo pilotado.
Los análisis se hicieron en el programa SAS v. 9.4. El estudio fue aprobado por el Comité Ético de Investigación del Área Sanitaria de Guipúzcoa (Acta 04/2019). Todos los participantes otorgaron consentimiento informado.
Se valoró a 48 personas (69% mujeres), con una edad media de 82 años (DE=5,8) (tabla 1). Todas presentaron un alto riesgo de caídas y el 41% eran frágiles según el LAC. La media del índice de Barthel fue de 96,7 (DE 4,4) puntos.
Características de la valoración inicial de la población de estudio
Variables n (%) | Total (n=48) |
---|---|
Edad, en años, media (DE) | 82 (5,8) |
Sexo | |
Hombre | 15 (31) |
Mujer | 33 (69) |
Nivel de estudios | |
Primarios o inferior | 47 (98) |
Secundarios o superior | 1 (2) |
Alto riesgo de caídas | 48 (100) |
Índice de Barthel, media (DE) | 96,7 (4,4) |
Test de Lawton, media (DE) | 6,7 (1,5) |
Velocidad de la marcha (alterado?<0,8 m/s)a | 32 (71) |
Test de Levántate y anda cronometrado (frágil ≥?20 s)a | 19 (41) |
Test de alteración de la memoria | |
Sin deterioro (≥38 puntos) | 37 (77) |
Deterioro cognitivo leve (29-37 puntos) | 10 (21) |
Enfermedad de Alzheimer en fase inicial (≤28 puntos) | 1 (2) |
Usa gafas | 46 (96) |
Usa audífono | 7 (15) |
Visitas al dentista | |
Hace menos de 1 año | 22 (46) |
Hace más de un año | 26 (64) |
Nunca ha ido | 0 |
Cumple actividad física (30 min/día o 4 h/semana) | 34 (71) |
Número de horas que duerme al día, media (DE) | 8,1 (2,0) |
Índice de masa corporal, media (DE) | 29,4 (4,1) |
Mini Nutritional Assesment, versión abreviadaa | |
Normal (12-14 puntos) | 43 (90) |
Riesgo de malnutrición (8-11 puntos) | 0 |
Malnutrición (0-7 puntos) | 0 |
Consumo de carne blanca | |
Adecuado | 28 (58) |
Inadecuado | 20 (42) |
Consumo de pescado | |
Adecuado | 28 (58) |
Inadecuado | 20 (42) |
Consumo de huevo | |
Adecuado | 27 (56) |
Inadecuado | 21 (44) |
Es cuidador | 4 (8) |
Vive solo | 23 (47) |
Tiene suficiente apoyo familiar | 36 (75) |
Tiene telealarma | 21 (44) |
Realiza actividades culturales | 10 (21) |
Realiza actividades sociales | 31 (65) |
Buen estado de la vivienda | 42 (88) |
Vivienda: temperatura adecuada en los últimos 12 meses | 41 (85) |
Presencia de obstáculos en el interior de la vivienda | 10 (21) |
Presencia de obstáculos en el acceso al edificio | 24 (50) |
Presencia de obstáculos en el entorno inmediato | 25 (52) |
Presencia de obstáculos en el transporte público | 22 (46) |
Los datos se presentan mediante frecuencias y porcentajes (%), a menos que se indique lo contrario.
Consumo de carne blanca, pescado y huevo: adecuado (a diario y ≥3 veces/semana); inadecuado (1-2 veces/semana, <1 vez/semana y nunca o casi nunca). Estado de la vivienda: bueno (excelente, muy bueno, bueno); malo (regular, malo).
DE: desviación estándar.
Un 21% presentó deterioro cognitivo leve y un 29% no cumplían con las recomendaciones sobre actividad física. El índice de masa corporal medio era de 29,4 (DE=4,1) y un 40% consumía poca carne blanca, pescado y huevos. A pesar de que un 47% de las personas vivían solas, un 75% consideraba que disponía de suficiente apoyo familiar.
Un alto porcentaje valoró que el estado de su vivienda era bueno. Un 21% reportó presencia de barreras físicas en el interior de la vivienda, mientras que, a criterio del equipo de valoración, estas estaban presentes en un 46% de los domicilios. Con relación a las condiciones del vecindario, la mitad de las personas identificó barreras físicas.
El equipo de valoración manifestó que hacer una valoración compartida permite identificar necesidades desconocidas y sus determinantes. La principal dificultad observada se relacionaba con la comunicación con los profesionales de referencia. Para estos últimos, la valoración de la experiencia fue positiva y destacaron el interés de valorar aspectos no incluidos de forma rutinaria en el trabajo habitual, así como de identificar a personas vulnerables, lo cual permitiría actuaciones proactivas de prevención de la dependencia. Como limitaciones, se señalaba la dificultad para la derivación, dados los criterios de inclusión definidos, y proponían el interés de eliminarlos para facilitar el acceso a otros perfiles de vulnerabilidad que podrían beneficiarse de este tipo de valoración.
Este trabajo explora la aportación y el interés de una nueva forma de valorar a las personas mayores en el ámbito de la AP, basándose en el trabajo conjunto de personal de enfermería y trabajo social y pone de manifiesto las dificultades a las que se enfrentan los equipos de AP para valorar la capacidad funcional de forma rutinaria. Además, propone un modelo de trabajo que puede integrarse en el sistema actual, dada su aceptación por los profesionales de referencia. Las principales limitaciones de este estudio se identificaron en la dificultad de captación de participantes.
El estudio permitió identificar necesidades relacionadas con la capacidad funcional, como la dieta no saludable, la falta de ejercicio físico, la presencia de deterioro cognitivo leve o la existencia de problemas de accesibilidad en la vivienda y el entorno, que con frecuencia no son abordadas en el ámbito asistencial. Esto abre la puerta al diseño de intervenciones individualizadas coordinadas y basadas en los activos comunitarios dirigidos al mantenimiento de la capacidad funcional y a la prevención de la dependencia.
FinanciaciónEste proyecto ha sido financiado por la Diputación Foral de Guipúzcoa (España), en la convocatoria 2018 del programa Adinberri (Expediente: DFG18/201).
Conflicto de interesesLos autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.
Queremos expresar nuestro agradecimiento a las personas que han participado en este estudio por su tiempo y esfuerzo. Asimismo, nos gustaría dar las gracias al equipo de profesionales sanitarios y de personal administrativo de los centros de salud participantes, por su inestimable ayuda en la captación y gestión de participantes.