Sres. Directores: En referencia a la «Carta al Director» remitida por las Dras. González Lowenberg, Bonné Moreno, Charques Velasco y Alonso Martínez, nos gustaría expresar nuestro satisfacción por el interés que ha suscitado nuestro artículo «¡Doctor, vengo de urgencias!», y que su revista publicó en diciembre del año pasado.
Tras hacer una detenida lectura de la carta enviada por las autoras citadas, queremos expresar nuestro acuerdo con el espíritu de los últimos cuatro párrafos de dicha carta, pero nos gustaría aportar algo de luz a los puntos oscuros que las autoras mencionan sobre el diseño del estudio.
Consideramos que nuestro trabajo se define como un estudio transversal y no de casos y controles por dos razones: la observación de todos los sujetos incluidos se realiza en un momento puntual, aunque con ventana de un mes, y no se han buscado, de forma retrospectiva en los pacientes, las posibles causas desencadenantes del efecto, sino que se han valorado características de la consulta y del paciente en el momento de la observación. De todas formas, creemos que se trata de una discusión de metodología más formal que real, porque los estadísticos utilizados para describir el riesgo de un episodio determinado, así como los análisis comparativos entre grupos, se realizan utilizando modelos matemáticos idénticos a los de casos y controles en la mayoría de los casos, por lo que consideramos muy escasa la relevancia real de la discrepancia expuesta1,2.
El cálculo del tamaño muestral (210 personas por grupo) se realizó para comparar las características de los pacientes que acudían de urgencias con el grupo a demanda. Es cierto que posteriormente se ha realizado una comparación separada para los grupos de medicina general y pediatría, pero lo consideramos posible al haber reclutado un número de pacientes claramente superior (535 para medicina general y 308 para pediatría), muy por encima del mencionado por los autores de la carta3.
Desde el inicio del diseño del estudio, nos planteamos la posibilidad de que la información que aportarían las variables «número de usuarios» y «días de demanda» podría ser redundante, pero decidimos dejar ambas con la intención de tener la posibilidad de identificar si la «demora de cita» pudiera estar influida por otras causas. Discrepamos en que la variable «demora de cita» sea una variable de confusión entre el «número de usuarios» y «acudir a urgencias», pues no parece probable que la «demora de cita» tenga influencia alguna sobre el «número de usuarios» de cada consulta, sino más bien al contrario1,2. La OR bruta de estas variables se especifica en la tabla 2 del artículo y la tabla 4 detalla la OR del «número de usuarios», una vez estratificada por la variable «demora de cita». La interacción entre las variables «número de usuarios» y «demora de cita» se ha introducido en el modelo de regresión, pero, como se puede leer en el título de la tabla 5, sólo se aportan las OR que fueron superiores a 2 (consideradas relevantes), para no hacer compleja la lectura de los datos3.
Coincidimos en que el párrafo en que se describe, en el apartado de «Materiales y Métodos», que los pacientes que acuden a urgencias son hiperfrecuentadores y presentan pluripatología puede ser algo confuso. En este apartado hemos descrito las características de la población del estudio. Basados en la forma en que se hizo la adjudicación de cupos al inaugurarse el centro, los autores del trabajo teníamos la percepción de que los sujetos que acudían a urgencias presentaban estas características, pero en ningún caso son afirmaciones que se justifiquen por los datos estudiados, no figurando por tanto en los apartados de «Resultados», ni «Discusión» del trabajo.
Esperamos que estas pocas líneas hayan clarificado las dudas existentes.