Sres. Directores: Nos parece encomiable que un EAP de las características que se plantean en el estudio1 se haya propuesto, en primer lugar, poner en marcha medidas para el control de la presión asistencial, y en segundo, analizar por qué las medidas propuestas no han funcionado. Todos hemos aprendido algo de su experiencia y nos ha hecho reflexionar sobre algunos aspectos.
Existen algunos puntos oscuros o no suficientemente explicados en su artículo en el apartado de metodología. En cuanto al diseño, parece más tratarse de un estudio de casos y controles, primero porque comparan un grupo de casos (pacientes que acuden a urgencias) y un grupo de controles (pacientes que acuden con cita); segundo porque la población de donde extraen los casos y controles son diferentes (hacen un muestreo en población que acude de urgencias y un muestreo de la que acude con cita), y por último el análisis de los factores de exposición en un estudio de casos y controles se puede realizar de manera concurrente o previa. Calculan un tamaño muestral dado para cada grupo y el análisis se realiza estratificando según consulta de medicina general y pediatría; esto hace que el tamaño muestral de las consultas con cita en medicina general y pediatría sea insuficiente (127 y 78, respectivamente). La muestra que obtienen no tiene una distribución normal respecto a la edad, y muy probablemente esté reflejando la distribución de la edad en la población atendida. Las variables número de usuarios y días de demora en la cita pueden aportar una información redundante; es posible además que el número de días de demora sea un factor de confusión en relación al riesgo de acudir de urgencias y número de usuarios2. Para analizarlo hay que calcular la OR bruta y estratificada por el posible factor de confusión. Estas 2 variables se han introducido en el modelo de regresión (que por otra parte no está expuesto en la tabla 5) como una interacción sin que previamente se haya evidenciado su existencia.
Algunas de sus aseveraciones no parecen sustentarse ni en sus datos, ni en la bibliografía, de hecho afirman que las personas que acuden con carácter urgente son pacientes hiperfrecuentadores con pluripatología y derivados de otras consultas por sobrecarga asistencial: ¿es una percepción o está justificado, aunque no estén expuestos en su artículo?
Entre las medidas que condicionan la presión asistencial por el lado del sistema, se encuentra la organización de la citación. Al fijar el número de pacientes citados cada día, se debe tener en consideración la presión asistencial según días de la semana, época del año o número de pacientes adscritos a un cupo médico. No hacerlo así nos conducirá a provocar una limitación de acceso a los ciudadanos, con la consiguiente búsqueda de vías alternativas por su parte. Adecuar y limitar el número de pacientes no tienen el mismo significado, ni las mismas consecuencias3.
No resulta insólito que sea la población más joven la que busca atención urgente. Creemos que este hecho puede encontrarse en relación con aspectos sociológicos (cultura de la inmediatez) y con la actividad laboral en ese grupo de edad. Cualquier empresa de servicios tendría en cuenta ofertar bandas horarias compatibles con la actividad laboral para cubrir a estos segmentos de población.
Por otra parte, y dado que hay cupos médicos con más de 2.500 personas, en general correspondiente a población joven, habrá que optimizar el número de tarjetas sanitarias por médico, dada la frecuentación de la población
Finalmente, queremos hacer referencia al papel de los administrativos. Compartimos la opinión de que representan la puerta de entrada. Sin embargo, es difícil que hoy por hoy sean gestores de las citaciones y de las urgencias, sin que los asistenciales hayamos definido y presentado un modelo eficiente para dar respuesta adecuada a una creciente demanda.