Sr. Director: La vacunación antigripal en ancianos y grupos de riesgo se asocia con una reducción de hospitalizaciones y muertes durante la temporada gripal, y con ahorros directos en los costes sociosanitarios. Pocas intervenciones preventivas o terapéuticas para adultos, si es que hay alguna, alcanzan estos beneficios1. Aunque la mayoría de los países europeos tienen guías para la vacunación, las vacunas continúan infrautilizadas en la práctica clínica debido principalmente a una escasa organización2. Esta vacunación depende mucho de las actitudes y creencias de los pacientes, pero también de las de los médicos y, finalmente, de las medidas organizativas o implementadoras de los servicios sanitarios, y de su accesibilidad.
Durante la campaña vacunal de 2001-2002 en el Área 19 de la Comunidad Valenciana (donde creamos un registro informatizado de vacunación hace años), la tasa de vacunación de ancianos (>= 65 años) fue del 50,9%. Un 77,6% del total de las vacunas se administró en el primer mes, y llegó al 91,6% a la sexta semana. Un 72,1% de los vacunados ese año también se vacunaron en años anteriores y no precisaron una consulta médica para revacunarse, lo que facilitó al médico la captación selectiva de nuevos pacientes de riesgo. Pero... ¿realmente se hizo así? Datos de 2 centros de salud informatizados del área muestran que de los pacientes ancianos en programas de salud de crónicos, el 51,8% no se vacunaron ni consta que, se les ofreciese, a pesar de que el 97,4% de ellos acudieron a sus centros durante la campaña de vacunación una media de 3,2 veces (tanto al médico como a consulta de enfermería). Su interpretación es que vacunamos a demanda, descubriendo problemas de inequidad e ineficiencia.
Entonces... ¿en qué consiste nuestra organización para vacunar? En los aspectos clínico-preventivos, casi no existe: son raros los registros informatizados de vacunación que ofrezcan información personalizada por médico (como el nuestro), que incluyan registros de grupos de riesgo y, más raro aún, que se realicen intervenciones para vacunar a estos grupos. Sin embargo, los mejores resultados de implementación de las tasas de vacunación se han obtenido utilizando programas de este tipo, y mediante intervenciones multifactoriales adaptadas a cada profesional. En España hay pocas publicaciones que analicen estos aspectos3-5. No obstante, creemos posible mejorar: proponemos comenzar creando un registro informatizado que permita la revacunación controlada tras la primera indicación médica, organizar al personal de enfermería para vacunar sin barreras a demanda en las primeras 4 o 6 semanas de campaña (mejorar accesibilidad), vacunación oportunista a grupos de riesgo en consultas de enfermería (mejorar eficiencia), y posteriormente diseñar intervenciones personalizadas dirigidas a personal y/o grupos de pacientes de riesgo.