La fibrilación auricular (FA), cuya frecuencia sigue aumentando en la población de nuestro entorno, es la arritmia sostenida más prevalente, llegando a afectar hasta al 10% de los pacientes de edad avanzada. Esta enfermedad duplica la mortalidad por cualquier causa y aumenta hasta en 5–6 veces el riesgo de ictus, que tiene la característica de ser especialmente grave. Los pilares fundamentales del tratamiento de la FA son la reversión a ritmo sinusal o el control de la frecuencia de respuesta ventricular y la prevención de los fenómenos tromboembólicos. Para este último objetivo los tratamientos que se han mostrado más efectivos son los anticoagulantes orales. Desde hace décadas, y hasta hace apenas unos pocos años, los únicos fármacos orales disponibles para este fin han sido los fármacos antivitamina K, representados en nuestro medio principalmente por el acenocumarol y, en menor grado, por la warfarina. Estos fármacos han demostrado reducir el desarrollo de ictus y la mortalidad comparados con placebo y con los antiagregantes, por lo cual han sido y siguen siendo el tratamiento estándar y el comparador para cualquier fármaco antitrombótico en los pacientes con FA. La variabilidad en su respuesta terapéutica, sus interacciones y su estrecha ventana terapéutica, que conlleva la necesidad de monitorizar frecuentemente la respuesta, han originado la búsqueda de nuevos fármacos que, al menos manteniendo sus ventajas, logren evitar alguno de sus inconvenientes. Actualmente disponemos de una serie de nuevos fármacos que cumplen estas premisas, si bien tienen el inconveniente de un mayor coste directo. La llegada de estos nuevos anticoagulantes orales (NACO) hace necesario conocerlos adecuadamente, alcanzar un consenso en cuanto a sus indicaciones de uso y realizar cambios en la gestión clínica de estos pacientes en los casos en los que se utilicen.
En el presente artículo revisaremos las indicaciones y forma de uso de las diferentes opciones (clásicas y nuevas) de tratamiento antitrombótico en pacientes con FA, la situación de los pacientes anticoagulados en nuestro entorno, las características de los NACO, sus recomendaciones de uso y los retos a los que se ven sometidos los/as médicos de familia en relación con estos cambios.
Atrial fibrillation (AF), is the most prevalent sustained arrhythmia in general population, affecting up to 10% in patients of advanced age. AF doubles overall mortality and increases up to 5–6 times the risk of stroke, which have the characteristic of being particularly harmfull. The basis of treatment on AF are the rhythm or rate control and the prevention of thromboembolism. For the latter purpose the treatments that have been most effective are oral acticoagulants. For decades and until just a few years ago, the only oral drugs available for this purpose have been the anti-vitamin K, mainly represented in our country by acenocoumarol and lesser extent by warfarin. These drugs have been shown to reduce strokes and mortality compared to placebo and with antiplatelet drugs, so have been and continue to be the standard treatment and the comparator for all antithrombotic drugs in patients with AF. The variability in the therapeutic response, their food and drugs interactions and their narrow therapeutic window that entail the need to frequently monitoring, has led to look for new drugs that, at least maintaining their advantages, where able to avoid some of the drawbacks.
Currently we have a number of new drugs that meet these premises, although they have the disadvantage of a higher direct cost. The arrival of these new oral anticoagulants (NOAC) make necessary to know them well, reach a consensus for a correct use and to make changes in the clinical management of these patients when they are used.
In this article we review the indications and way of use of the different options (classics and news) of antithrombotic therapy in patients with AF, the situation of anticoagulated patients in our country, the characteristics of the NOAC, its recommendations for use and the challenges to that are subjected family physicians regarding these changes.