Un fantasma recorre España y no es precisamente el que señalaba el conocido pensador alemán, sino el tópico de que en España el número de consultas es excesivo, de manera que nada menos que un editorial de El País (12 de junio de 2011) decía que «multiplicaba por ocho la media europea». Más recientemente otro editorial del mismo medio señalaba que se trataba del país con el mayor número de consultas de Europa.
La realidad es que no es así. El número de consultas por habitante en España era de 8,1 y la media europea de 5,6 según el informe de la OCDE 2008 (datos correspondientes a 2006). Sin embargo, el último informe de la OCDE, con datos referidos a 2009, muestra que la situación española ha mejorado, siendo de 7,5 consultas/habitante/año (media de la OCDE 6,69), habiendo 3 países de Europa que nos superan: Hungría 12, República Checa 11,2 y Alemania 8,21. Por cierto, estos 3 países tienen sistemas sanitarios con importantes copagos. Otra fuente española, procedente de una organización de consumo, basándose en una encuesta realizada en septiembre de 2010 a 4.250 pacientes, en 18 provincias y en 170 centros de salud, cifra el número de consultas/habitante/año en 62.
En todo caso, siempre cabe una pregunta fundamental: ¿cuál es el número adecuado de consultas médicas? En principio es muy difícil establecerlo y debería relacionarse con la pertinencia o no de las mismas; y siempre cabe la duda de si un número bajo de consultas no está encubriendo una utilización insuficiente de los servicios sanitarios. Por otra parte, en España, la estructura de nuestro sistema sanitario ha favorecido tradicionalmente un elevado número de consultas burocráticas que son, en teoría, fácilmente modificables. Los ejemplos más conocidos son las visitas para renovar recetas que realizan los enfermos crónicos y las renovaciones semanales de las bajas por enfermedad (IT). En ambos casos una mejora de la gestión o la simple informatización, como se ha hecho con la prescripción electrónica, puede evitar estas consultas innecesarias. La reducción del número de consultas en nuestro país puede ser un resultado de estas estrategias, aunque la implantación más amplia de la receta electrónica posiblemente se verá reflejada en los próximos datos de los años 2010 y 2011.
Otras cuestiones que se deben tener en cuenta son, en primer lugar, que una gran mayoría de las consultas (más del 70%) son «autoinducidas» por el propio sistema (controles, revisiones, programas, etc.); en segundo lugar, que es necesaria una reflexión sobre la utilidad (impacto para la salud) de algunas de estas actividades y, una tercera consideración es que en España son realizadas por médicos muchas de las consultas que en otros países europeos desarrolla el personal de enfermería, profesionales cuya dotación es baja en España: 4,9 enfermeras/1.000 habitantes, cuando la media OCDE es 8,16, frente a un número elevado de médicos (3,7/1.000 habitantes; media OCDE 3,28)1.
Finalmente, tenemos que ser conscientes de que la crisis económica presiona incrementando la demanda de los servicios sanitarios, lo que podría explicar el aumento en el número de consultas evidenciado entre 2006 y 2009 en el conjunto de los países de la OCDE1.
Un aspecto importante para evaluar el exceso o no de utilización del sistema sanitario, y que no ha sido reflejado por los medios, es la utilización de la red hospitalaria. Así el número de estancias hospitalarias por 100 habitantes y año en 2009 (fig. 1) es en España el más bajo de los 22 países europeos que incluye el informe citado (10,41 frente a una media de 17,24 de los países europeos y de 16,49 del conjunto de los países de la OCDE). Es decir, que estamos en cifras llamativamente bajas (solo un país, México, tiene un índice menor) que probablemente lo que indican es que tenemos un sistema sanitario muy centrado en la atención primaria, con una red a este nivel muy extendida, de calidad y con gran accesibilidad3. Habría que considerar cuál sería el impacto sobre la utilización de la red hospitalaria de una disminución del número de consultas, porque hay un estudio reciente4 que sugiere que una menor utilización de las consultas, debido a una barrera económica, produce un incremento de los ingresos, probablemente porque se demora la atención de los procesos hasta el momento en que empeoran y precisan su ingreso hospitalario. Obviamente, los costes de un ingreso hospitalario son muy superiores a los de una consulta y en el estudio señalado se acabó produciendo un incremento global de los costes en la población incluida en el mismo.
Por todo ello resulta poco adecuado hablar de exceso de utilización de la sanidad en España y, aunque es obvio que hay casos concretos de utilización inapropiada, la estrategia de abordaje debe ser conocer las causas de ésta y atajarla, evitando actuaciones generalizadas como el copago, que perjudican a todos, crean problemas de accesibilidad y además, como se ha señalado, no está nada claro que contengan la demanda de consultas.