La insuficiencia renal crónica (IRC) tiene una prevalencia del 4,4–6,7% en la población española. En los pacientes mayores de 60 años es del 20%1, y a los 85 años alrededor del 50% tiene IRC en estadio III, a menudo con creatinina normal por la reducción de la masa muscular. La prevalencia en los pacientes con otros factores de riesgo cardiovascular es del 35–40%2,1. La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es la causa principal de la IRC1,3 (21–33%), seguida de la hipertensión arterial (17–22%)4.
La combinación de DM2 e IRC incrementa el riesgo de episodios y muerte de causa cardiovascular1. Diagnosticar una IRC a estos pacientes es especialmente importante porque las estrategias terapéuticas estarán condicionadas por su existencia, dado que en muchos casos implicará cambios en el tratamiento llevado hasta el momento, tanto de la propia DM2 como del resto de los factores de riesgo cardiovasculares, ya que algunos antidiabéticos están contraindicados5,1 y otros requieren especial atención en los pacientes con un filtrado glomerular (FG) alterado6,4. La mayoría de sulfonilureas se excretan por parte del riñón, por lo que se deben evitar. La más segura de ellas es la gliquidona, con menos del 5% de excreción renal. La metformina no se recomienda en un FG menor de 60ml/min6,4.
Con el objetivo de conocer si los pacientes con IRC en estadio iii y DM2 que reciben tratamiento con antidiabéticos contraindicados (metformina) o que requieren un control más estricto (sulfonilureas distintas a la gliquidona) tienen un peor control de sus glucemias, se diseñó un estudio descriptivo transversal.
Se llevó a cabo en el Área Básica de Salud Docente de Santa Eugènia de Berga, Institut Català de Salut, Barcelona, España.
Se incluyó a todos los pacientes del centro con diagnóstico de IRC y DM2 en la historia clínica informatizada hasta el 31 de diciembre de 2008. Se excluyó a los pacientes fallecidos, desplazados de otros centros, con un solo FG alterado y a los que no se había visitado o que no disponían de ningún dato de laboratorio ni de exploración física durante el año 2008.
Se recogieron las siguientes variables: antecedentes personales de DM2 e IRC, hemoglobina glucosilada (HbA1c) y tratamiento antidiabético prescrito (metformina, sulfonilureas distintas a la gliquidona y otros antidiabéticos no contraindicados).
Se encontró a 191 pacientes con IRC, de los que 52 tenían DM2; de estos, 6 no disponían de la HbA1c. Se incluyó a 46 pacientes, de los que 25 (54,3%) tenían un buen control de la HbA1c (criterio: HbA1c<7mg/dl); de ellos, 8 (32%) tomaban metformina o sulfonilureas distintas a la gliquidona frente a 17 (68%) que no las tomaban. De los pacientes con mal control glucémico, 8 (38%) no tomaban fármacos desaconsejados frente a 13 (62%) que sí los tomaban (tabla 1). Se encontró que los pacientes tratados con los fármacos antes nombrados tenían un peor control de su glucemia, con una diferencia estadísticamente significativa (p<0,05).
Resultados del tratamiento en pacientes diabéticos y control glucémico conseguido
Antidiabéticos no contraindicados | Antidiabéticos contraindicados | Total | |
Buen control de la DM2 | 17 | 8 | 25 |
Mal control de la DM2 | 8 | 13* | 21 |
Total | 25 | 21 | 46 |
DM2: diabetes mellitus tipo 2.
En los pacientes diagnosticados de IRC se deben tener en cuenta algunas consideraciones: requieren un mayor seguimiento de su DM, algunos fármacos están contraindicados y otros requieren un ajuste de la dosis según el estadio que presente el paciente (metformina, sulfonilureas distintas a la gliquidona y otros antidiabéticos no contraindicados)2,4,6. Según los resultados obtenidos en este estudio, los pacientes con DM2 e IRC a los que se trataba con metformina o sulfonilureas distintas a la gliquidona tenían un peor control de su DM2.
Consideramos que es importante diagnosticar a los pacientes con IRC y, a su vez, adaptar la medicación necesaria para el control de sus otras enfermedades con la finalidad de conseguir un mejor control y no empeorar su función renal.