El 25 de abril de 2009, la OMS1 declara emergencia de salud pública internacional al brote del virus de la gripe A H1N1 (notificado previamente en México y EE.UU.). Dos y 4 días después notifica alerta pandémica en fase 4 (transmisión persona-persona) y fase 5 (varios países).Posteriormente declara fase 6 el 11 de junio al verse afectadas varias regiones de la OMS, activándose en España el Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Gripe (Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias).
El 19 de mayo 2009 una paciente de 15 años (procedente de nuestra zona básica de salud) ingresa con gripe A en el hospital Carlos III de Madrid, tras un viaje a Nueva York. Al día siguiente desarrolló la enfermedad su hermano y, después, alumnos de su colegio y otros cercanos. En esas fechas, en España, había 103 casos confirmados2, 4 de ellos en la Comunidad de Madrid.
Presentamos un estudio descriptivo de serie de casos atendidos en nuestro centro de salud (Leganés), durante la fase pandémica 5 e inicio de la 6 (19-05-09–31-07-09) a partir de un caso índice. Se atendieron 143 pacientes con criterios clínicos y epidemiológicos o solo clínicos en fase 6. La edad media fue de 17±12 (1–57), 49% mujeres. Tenían registrada fiebre el 88,8%, síntomas respiratorios el 51,7% (39% tos, 18% rinorrea, 18% odinofagia, 2,1% disnea), 39,9% síntomas generales (25,2% cefalea, 20,3% artromialgias y 23,1% malestar general), 5,6% síntomas digestivos (4,2% nauseas y 3,5% diarrea). En 22,3% constaba síndrome gripal inespecífico.
Tenían factores de riesgo el 18,2% (80,7% asma). No se diagnosticó ninguna neumonía y un paciente precisó derivación al hospital aunque no ingresó. La duración media de los síntomas (registrada en el 35,6%) fue de 1,3 días. Se tomó exudado nasal al 49%, confirmándose la infección por virus H1N1 en 68,57% y descartándose en 12,85%, se administraron antivirales al 15,4%. La figura 1 muestra la evolución de la epidemia.
Hemos tenido el raro privilegio de observar el inicio del brote gripal H1N1, a partir del caso índice, sobre una comunidad presumiblemente virgen para el nuevo virus. Se caracterizó por una rápida propagación en los colegios, afectando fundamentalmente a escolares. Bastaba la asistencia a clase de un alumno sintomático (no diagnosticado) para que aparecieran otros sospechosos en los compañeros del aula a las 24–72h, confirmándose el virus en la mayoría de los casos. Llamaba la atención que, frente a esta altísima contagiosidad, los cuidadores adultos de los pacientes (padres y abuelos) no presentaran sintomatología. Esto haría pensar que existe alguna forma de inmunidad en este grupo de edad, posiblemente cruzada con algún virus que hubiera circulado anteriormente en la comunidad.
El brote ha mostrado un carácter benigno, con fiebre leve (38–38,5°C), escasa afectación del estado general, con tos y cefalea como síntomas más frecuentes, corta duración (3 días en menores de 18 años y 5 días en mayores) y ausencia de ingresos, excepto el caso índice y su hermano en cumplimiento del protocolo establecido en ese momento. Los datos recogidos de las historias clínicas, tenían un registro irregular, probablemente por la sobrecarga que supuso la puesta en práctica de nuevos protocolos, con aislamientos domiciliarios y la toma de muestras (inicialmente se realizaban en el 100%), además del aumento de casos y la alarma poblacional.
En la literatura se describen brotes escolares similares al reseñado3,4pero la comparación de las frecuencias halladas es difícil, debido a la variabilidad de registros y criterios existentes; sin embargo, la indicación terapéutica fue homogénea en todos los estudios5,6, siguiendo las recomendaciones de la OMS según la fase de la epidemia en la que se diagnosticaban.