La globalización ha potenciado los movimientos migratorios y la expansión de determinadas enfermedades endémicas de algunos países. Esto ocurre con la Enfermedad de Chagas, desconocida hasta hace poco fuera del continente sudamericano.
Aunque el mecanismo de transmisión es básicamente vectorial, en España adquiere relevancia por la transmisión vertical y por la posibilidad de transmisión transfusional/trasplantes, lo cual puede representar un problema de salud pública1. Según datos del Instituto nacional de Estadística, hay 5,2 millones de extranjeros empadronados en España, de los cuales el 32% proceden de Latinoamérica2.
La enfermedad tiene una fase aguda (en el 50% asintomática) y una fase crónica (en el 45% asintomática, en el 30% afectación cardíaca, en el 10% afectación digestiva, en el 10% mixta y en el 5% neurológica). La fase asintomática se puede reactivar ante un periodo de inmunodepresión3. En Latinoamérica afectaba principalmente a áreas rurales, pero el fenómeno de la urbanización creciente lo ha hecho más universal.
El objetivo del trabajo es describir la prevalencia de la infección en la población procedente de Latinoamérica en el Centro de Atención Primaria Santa Rosa de Santa Coloma de Gramenet (Barcelona), de ámbito urbano, que da cobertura a 20.000 personas, y valorar los resultados del cribado y tratamiento.
Se han incluido 71 personas mayores de 18 años, procedentes de Latinoamérica en los últimos 5 años, que durante el periodo de mayo a octubre de 2009 acudieron al centro por cualquier motivo de consulta e independientemente de antecedentes de contacto con el vector. El 70% (50) provenían de área urbana y el 30% (21) de área rural. Se les realizó un análisis con serología de Trypanosoma cruzi (T. cruzi) a todos ellos.
La distribución por país de origen y los resultados de la serología aparecen en la tabla 1. La serología fue positiva en 13 personas (18%). Al comparar la procedencia por ámbito rural o urbano de los pacientes con serología positiva respecto a los que la presentaron negativa, se observa que la mayoría de los positivos son de ámbito rural y que las diferencias son estadísticamente significativas (test exacto de Fisher; p=0,0012) (tabla 2).
La evolución de los 13 pacientes positivos fue la siguiente:
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5 pacientes se pierden, ya que no se pueden localizar y no realizan la prueba de confirmación.
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4 se negativizan en la prueba de confirmación.
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A uno se le realiza enema opaco, tránsito esófago-gastroduodenal, electrocardiograma y ecocardiograma con resultado dentro de la normalidad, y realiza tratamiento con benznidazol 5mg/kg/día durante 60 días.
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Un caso, también con resultados normales en las pruebas complementarias, inicia tratamiento con benznidazol, pero se interrumpe a los 50 días por exantema universal severo.
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2 retrasaron las pruebas por motivos laborales, y están pendientes de los resultados.
El diagnóstico de la enfermedad de Chagas requiere una prueba serológica ELISA, y en caso positivo la confirmación con una segunda técnica que utilice un antígeno distinto al del cribado4. Así el cribado es una práctica compleja que consume elevados recursos económicos y provoca inconvenientes a los pacientes con falsos positivos.
El tratamiento es largo y no está exento de efectos secundarios5 como exantemas severos, polineuritis o agranulocitosis, entre otros. A veces la situación socieconómica de la población (normalmente en proceso migratorio) impide un seguimiento correcto.
En nuestra experiencia, solo uno de los casos positivos ha logrado un tratamiento y seguimiento correctos. El resto presentan falsos positivos, efectos secundarios o problemas de seguimiento por condiciones sociolaborales. Según estos resultados, quizás, lo más adecuado sería realizar un cribado de la enfermedad de Chagas a las personas de Latinoamérica asintomáticas que estén embarazadas, inmunodeprimidas o sean donantes de sangre/órganos, como algunos autores recomiendan6 y no un cribado universal.