Sr. Director: He leído el artículo de L. Prieto y X. Badía «Cuestionarios de salud: concepto y metodología» en el que los autores revisan, entre otros conceptos, los de fiabilidad y validez en la construcción de cuestionarios. Me parece una revisión muy interesante, escrita con claridad y sencillez, sobre un método de obtención de información, los cuestionarios, en cuyo diseño y análisis, con frecuencia, los investigadores ponemos escasa atención.
Su lectura me ha producido una duda relacionada con la medida de la fiabilidad. La fiabilidad se refiere al grado de estabilidad conseguido en los resultados cuando se repite una medición en condiciones idénticas2. Para evaluar la fiabilidad de una medición que se expresa de forma cualitativa suele emplearse el índice kappa. Cuando las variables están medidas de forma cuantitativa, la fiabilidad suele estimarse mediante el coeficiente de correlación intraclase3 (CCI) o, de forma gráfica, mediante el método propuesto por Bland y Altman4. La utilización del coeficiente de correlación de Pearson es un error frecuente para estimar la fiabilidad, tal y como se ha alertado con cierta frecuencia en la bibliografía5.
La duda que se plantea procede de que no entiendo por qué Prieto y Badía proponen el coeficiente de fiabilidad que se define, según sus palabras, «a partir de la correlación entre las puntuaciones observadas en las 2 administraciones paralelas (test y retest) del instrumento» en vez del coeficiente de correlación intraclase, máxime cuando uno de los autores (Prieto) publicó un artículo hace unos años divulgando el uso del CCI para evaluar la fiabilidad de las observaciones clínicas6.