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Vol. 24. Núm. 6.
Páginas 332-336 (octubre 1999)
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Estudio sobre la calidad de la automedicación en infección respiratoria aguda de la población demandante en un centro de salud urbano
Study on the quality of self-medication for acute respiratory infection among the population attending for care at an urban health centre
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Objetivo. Estudiar la calidad en la utilización de medicamentos por parte de los usuarios cuando no son prescritos por un facultativo.

Diseño. Estudio transversal, observacional.

Emplazamiento. Centro de Salud La Victoria en Valladolid capital.

Participantes. Se encuestó a todos los pacientes que acudieron a consulta de medicina general en un centro de salud con motivo de un proceso de infección respiratoria aguda durante un período de 3 meses. Se clasificó a los pacientes de acuerdo con la gravedad clínica y el tiempo en acudir a consulta, valorándose la medicación utilizada, el origen de la misma y la calidad de la prescripción con relación a su origen.

Mediciones y resultados principales. Se estudiaron 508 pacientes, 61,4% mujeres y 38,6% varones. Un 57,9% de los pacientes se automedicaron antes de acudir a consulta, un 53,6% de los varones y un 60,6% de las mujeres. El origen más frecuente de la automedicación fue la autofarmacia, con un 59,9% del total, y la medicación más utilizada fueron los antitérmicos-analgésicos con un 42,9% del total. La evaluación de la calidad de la automedicación se consideró correcta en un 63% de los enfermos automedicados, no encontrando diferencias significativas en la calidad de la automedicación con relación al origen de la misma

Conclusiones. La alta prevalencia de automedicación en la población demandante, con elevados índices de correcta utilización y una mínima presencia de efectos secundarios, nos lleva a plantearnos la conveniencia de promover la automedicación e incluirla en programas educativos específicos.

Palabras clave:
Automedicación
Infección respiratoria
Calidad
Atención primaria

Objective. To determine the quality of drugs use by patients when these were not prescribed by physicians.

Design. Cross-sectional survey, observational.

Setting. La Victoria Health Centre in the urban area of Valladolid.

Participants. A survey was made of all patients who consulted their family practitioner about an acute respiratory infection during a three month period. The patients were classified according to the seriousness of their diagnosis, the time elapsed before consulting the doctor, the kind of medication and the source of it was evaluated and also the quality of the prescription with relation to the source.

Measurements and main results. 508 patients were studied, 61.4% women and 38.6% men. 57.9% of the total sample were on self-medication before they went to their physician (53.6% of men and 60.6% of women). The most common source of self-medication was «self-pharmacy» in the case of 59.9% and the kind of medication most commonly taken was the antipyretic-analgesic group (in 42.9% cases). The quality evaluation of self-medication was considered correct in 63% of self-medicated patients, no significant difference was found between the quality of self-medication and the source of it. Conclusions. The high prevalence of self-medication in the general population, with the high rates of accurate use and the small percentages of adverse drug reactions, would lead us to think about of promoting self-medication and including it in specific educational health programs.

Keywords:
Self-medication
Respiratory infection
Quality
Primary care
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Introducción

En atención primaria las infecciones representan un 19% de las consultas a demanda; dentro de ellas, un 46% corresponde a infecciones respiratorias agudas (IRA), la mayoría de origen viral1, que remitirían con medidas conservadoras y tratamiento sintomático2. Estos cuidados podrían ser adoptados por los pacientes, dispuestos a compartir la responsabilidad de sus cuidados con el médico, después de una adecuada información.

De esta forma, se plantearía una estrategia encaminada a disminuir el número de visitas médicas innecesarias, con una reducción de costes tanto directos como indirectos, a la vez que hacemos copartícipe a la población en las medidas higiénicas y de autocuidado necesarias, lo que podría ser gratificante para nuestros usuarios. Existe evidencia de que la excesiva prescripción de antibióticos sólo sirve para aumentar los gastos3,4 y el riesgo de reacciones adversas a medicamentos5-8.

La automedicación es una forma de autocuidado, término que la OMS define como «las actividades sanitarias organizadas de forma no oficial y la toma de decisiones relacionadas con la salud, que abarca la automedicación, el autotratamiento y los primeros auxilios en el contexto social normal de la vida cotidiana»9. Según algunos estudios, un 65-75% de los procesos de enfermedad podrían ser atendidos sin ayuda sanitaria profesional10-12.

Actualmente, nadie pone en duda la necesidad de fomentar las medidas no farmacológicas del autocuidado para la adecuada promoción de la salud; sin embargo, existe controversia en cuanto a la automedicación, considerada hasta ahora por la mayoría de los profesionales como una medida no recomendable13.

El objetivo del presente estudio es valorar la calidad en la utilización de medicamentos en IRA, en aquellos pacientes que deciden consumirlos sin prescripción facultativa. Como objetivos secundarios nos planteamos conocer el origen de la automedicación, el tipo de productos utilizados, el tiempo en acudir a consulta de los pacientes automedicados respecto a los que no lo son y el número de efectos secundarios de la automedicación.

Pacientes y métodos

Estudio observacional transversal realizado en un centro de atención primaria urbano, donde durante 3 meses se revisó a 508 pacientes con diagnóstico de IRA en 3 consultas de medicina general, siendo seleccionados todos los pacientes que acudieron por un primer episodio de IRA.

Se diseñó una hoja de registro de datos, en la que se recogía filiación del paciente, edad, sexo, gravedad del cuadro clínico, tipo de automedicación, origen de la misma, efectos secundarios, tiempo transcurrido hasta la asistencia médica y tiempo de resolución total del proceso infeccioso. La hoja de datos fue cumplimentada en la visita médica por un facultativo distinto al encargado de la asistencia al paciente.

La gravedad del cuadro clínico se clasificó como leve, moderada o severa, según presentara uno, dos o más de dos de los siguientes criterios:

 

1. Patología respiratoria crónica o insuficiencia cardíaca.

2. Fiebre.

3. Edad igual o superior a 65 años.

4. Infección acompañante de vías aéreas bajas.

 

En el tipo de automedicación investigada se incluyeron los siguientes grupos de fármacos: antigripales, antisépticos bucofaríngeos, antitérmicos-analgésicos, antibióticos, mucolíticos y otros.

En el origen de la automedicación se contemplaron las siguientes posibilidades:

 

1. Esposa-madre*.

2. Familia (otros miembros)

3. Entorno social

4. Autofarmacia

5. Oficina de farmacia

 

La posología se consideró correcta siempre que se seguían las dosis habitualmente prescritas y siempre que el medicamento fue utilizado para aliviar síntomas.

La evaluación de la calidad de la automedicación se valoró de acuerdo con los siguientes criterios:

1. Correcta: utilización de medicación para tratamiento sintomático de molestias en IRA y a dosis correctas o tratamiento recomendado por su médico para utilizar cuando se presentan tales cuadros.

2. Incorrecta: utilización de medicación no recomendada para su autoadministración, utilización a dosis incorrectas o uso de medicamentos no útiles para tratamiento sintomático.

 

El tiempo hasta la asistencia médica fue definido como el número de días transcurridos desde que el paciente percibe los primeros síntomas hasta que acude al médico.

El tiempo de resolución del cuadro es el número de días transcurridos desde el inicio de los síntomas hasta la curación. A todos los pacientes se les recomendó volver a los 6 días de la visita médica si no estaban asintomáticos y, si no acudían, se consideró que estaban curados.

Los efectos secundarios de la automedicación se consideraron presentes o ausentes.

Para el análisis de los datos se han utilizado los programas estadísticos Rsigma y SAS. Los intervalos de confianza y los tests estadísticos usados, t de Student y ji-cuadrado, se han calculado en un nivel de confianza mínimo del 95% (IC del 95%).

Resultados

Se estudió un total de 508 pacientes, con una edad media de 40,4 años (DE, 14), un rango de edades de 14-87 años y una distribución por sexo de 312 mujeres (61,42%) y 196 varones (38,58%).

La gravedad de los cuadros clínicos evaluados fue leve en 308 casos (60,63%), moderada en 142 (27,95%) y grave en 58 (11,42%). La mayor gravedad del cuadro clínico de asoció de forma significativa (p<0,05) al sexo masculino, tal como se detalla en la tabla 1. Los enfermos graves tenían una edad media de 61,24 años (IC del 95%, 56,94-65,54), los de gravedad moderada de 45,45 (IC del 95%, 41,96-48,95) y los leves, 34,21 años (IC del 95%, 32,54-35,93), siendo menor de forma estadísticamente significativa (p<0,05) la edad media de los enfermos al disminuir el nivel de gravedad.

Se registraron 294 casos de automedicación, un 57,87% (IC del 95%, 53,44-62,19) sobre el total de pacientes. Del total de varones se automedicaron 105, un 53,57% (IC del 95%, 46,34-60,67) y del total de mujeres lo hicieron 189, el 60,58% (IC del 95%, 54,9-65,99), sin diferenciación estadística. La edad media de los que se automedicaron fue de 38,76 años (IC del 95%, 36,7-40,82) y la de los que no lo hicieron de 42,81 (IC del 95%, 40,04-45,58), siendo esta diferencia estadísticamente significativa (p<0,05).

El tipo de automedicación utilizada con más frecuencia fueron los antitérmico-analgésicos en 126 casos (42,86%; IC del 95%, 37,16-48,72), seguidos por los antigripales en 64 ocasiones (21,77%; IC del 95%, 17,28-27,01), antibióticos en 51 casos (17,35%; IC del 95%, 13,30-22,27), mucolíticos en 36 (12,24%; IC del 95%, 8,83-16,68), otro tipo de automedicación en 11 (3,74%; IC del 95%, 1,98-6,79) y los antisépticos bucofaríngeos en 6 (2,04%; IC del 95%, 0,83-4,61).

El principal origen de la automedicación fue la autofarmacia con un 59,86% (IC del 95%, 54-65,47), seguido de la familia con un 25,51% (IC del 95%, 20,71-30,97) y dentro de ésta la madre-esposa, con un 77,33%. La oficina de farmacia fue el origen del 8,84% (IC del 95%, 5,97-12,84) de las automedicaciones y el entorno social del 5,78% (IC del 95%, 3,51-9,27). El tipo de automedicación con relación al origen de la misma se detalla en la tabla 2.

La edad media de los enfermos automedicados fue de 31,54 años (IC del 95%, 27,38-35,70) para el origen familia, 40,94 (IC del 95%, 38,39-43,49) para el origen autofarmacia, 39,77 (IC del 95%, 32,55-46,98) para el origen oficina de farmacia y 46,58 (IC del 95%, 36,49-56,68) para el origen entorno social. Se encontró diferencia estadísticamente significativa (p<0,05) a favor de una menor edad entre los automedicados por la familia y cada uno del resto de los orígenes. No hubo deferencias entre el resto de los orígenes entre sí.

Los enfermos de menor gravedad se automedicaron en un 60,06% (IC del 95%, 54,34-65,53), los de gravedad moderada en un 58,45% (IC del 95%, 49,87-66,56) y los graves en un 44,83% (IC del 95%, 31,96-58,38). Hay diferencia estadísticamente significativa (p<0,05) entre la frecuencia de automedicación de los cuadros leves respecto a los graves y no la hay entre el resto.

Un 87,4% de los automedicados siguió correctamente la posología y la evaluación global se consideró correcta en 185 casos (62,93%) e incorrecta en 109 (37,07%).

La evaluación de la calidad respecto al origen de la automedicación fue correcta en un 67,39% (IC del 95%, 56,72-76,59) de los que se automedicaron desde la familia o el entorno social, en el 61,93% (IC del 95%, 54,29-69,05) de los que lo hicieron desde la autofarmacia y en el 53,85% (IC del 95%, 33,75-72,86) de los que tuvieron su origen en la oficina de farmacia, sin significación estadística entre los distintos orígenes (tabla 3).

El número de días transcurridos hasta la asistencia médica fue de 5,2 (IC del 95%, 4,55-5,85) entre los que se automedicaron y de 3,8 (IC del 95%, 3,34-4,29) entre los que no lo hicieron, con significación estadística (p<0,05). No hubo diferencias en el tiempo para acudir a consulta con relación a la gravedad del cuadro.

El número medio de días que tardaron en curar los que se automedican fue de 11,89 (IC del 95%, 11,03-12,74) y 10,43 (IC del 95%, 9,85-11) los no automedicados (p<0,05). No hubo diferencias en el tiempo de curación con relación a la gravedad del cuadro.

El número de efectos secundarios entre los enfermos automedicados fue de 1,02% (IC del 95%, 0,6-3,2).

Discusión

Al revisar la bibliografía del tema tratado, hemos encontrado muy pocas referencias que estudien el problema de la automedicación en España y prácticamente ninguna que se refiera a la calidad de esta modalidad de cuidados14-16.

En primer lugar cabe reseñar que el alcance del actual estudio está limitado a la población que demanda atención médica por presentar un episodio de IRA, incluyendo tanto a los que se automedicaron como a los que no lo hicieron. Por lo tanto, quedan excluidos todos aquellos pacientes que, presentando esta enfermedad, no acudieron a la consulta de su médico. Para poder valorar a estas personas, serían necesarios estudios con otro tipo de metodología, como puede ser la entrevista telefónica o personal a una determinada población. Además la prevalencia de consulta al médico de la población que se automedica, publicada en otros estudios10-14, está cifrada tan sólo en un 6,86%.

La frecuencia de la automedicación ha sido superior a la detectada en el estudio de Tejedor et al17, llegando en nuestro caso al 57,8% del total frente al 39,8% del mencionado estudio e inferior a la que encuentran Clanchet et al15, que llega al 81%.

Los medicamentos que son utilizados con más frecuencia en nuestro estudio son los antitérmicos-analgésicos y los antigripales, coincidiendo con los datos de otros estudios18,19.

Nuestros resultados no coinciden con el estudio de Tejedor et al17, donde la automedicación es más frecuente en el sexo femenino, ya que en nuestro caso la diferencia por sexo no fue significativa. También son diferentes en cuanto a la edad; mientras en el citado estudio hallaron una mayor frecuencia de automedicación en las personas de superior edad, en el presente estudio es la población joven la que más se automedica; quizá esto pueda deberse a que, dada la alta frecuencia de IRA en esta población, se la considera de escasa gravedad y se acude a medicación que es de uso común en los domicilios, fundamentalmente por decisión propia en personas mayores o de la madre en los más jóvenes. Es de destacar que un 77,33% de los cuidados farmacológicos cuyo origen es la familia tienen a la madre-esposa como responsable de la toma de la decisión de medicar y de decidir el producto que considera más apropiado, lo cual podría inclinar a seleccionar a esta población como destino de posibles programas educativos en un futuro.

El perfil del paciente que se automedica, obtenido en este estudio, sería el de una persona joven, que presenta un cuadro sintomático leve y que obtiene los medicamentos desde el almacén de productos farmacéuticos que tiene en su domicilio, tal como han indicado otros trabajos19-21.

Los enfermos de mayor edad se automedican menos; por tanto, al haber asociado la mayor edad a gravedad del cuadro clínico, se encontró una relación entre superior gravedad y menor automedicación.

Los pacientes automedicados tardan más tiempo en curar que los que no lo hacen, ello puede deberse al mecanismo elegido para medir el tiempo de resolución del cuadro, ya que incluimos como parte de este tiempo total el transcurrido hasta acudir al médico, que resultó significativamente superior en los pacientes que se automedican y se dio como resuelto el cuadro en 6 días si el enfermo no acudía, lo que sucedió en la gran mayoría de casos, sin poder precisar el día exacto de su curación.

El estudio muestra una alta prevalencia de correcta automedicación en la población con IRA, junto con una mínima presencia de reacciones adversas como consecuencia de la misma, que son inferiores a las detectadas en otros trabajos que estudian estas reacciones tras la prescripción facultativa22 y, por supuesto, muy inferior a las descritas en el medio hospitalario23,24.

Uno de los aspectos más llamativo de los resultados del estudio es la diferencia detectada en la calidad de la automedicación de acuerdo con su origen. Lógicamente esperábamos hallar una mayor calidad a medida que el uso de medicamentos venía recomendado por personal más cualificado; sin embargo, el resultado ha sido el opuesto y han resultado ser las oficinas de farmacia las que en nuestra evaluación obtienen menor calidad, con un 46,15% de prescripciones incorrectas, frente al 32,61% de incorrecciones cuando el origen es la familia o el entorno social. En este sentido, es destacable que ninguno de los pacientes que acudió a una oficina de farmacia solicitando asesoramiento fuera tratado con un antitérmico-analgésico y un 30,77% de ellos recibiera antibióticos, frente al 13,33% de toma de antibióticos cuando el origen de la automedicación fue la familia. Aunque el resultado no ha sido estadísticamente significativo, pensamos que es una línea de investigación que se debería potenciar en futuros trabajos de coordinación con los profesionales farmacéuticos, ya que es improcedente que las oficinas de farmacia inicien la prescripción de antibióticos, por lo que esto conlleva de mal uso y el fomento de hábitos de consumo farmacológico inadecuado.

No deja de ser preocupante que un 17,35% de los pacientes que deciden automedicarse por un proceso de IRA lo haga tomando un antibiótico, coincidiendo nuestros datos totalmente con el trabajo de Rodríguez et al13. Es interesante señalar que en este mismo trabajo se indica que tras la consulta médica por IRA, un 39,49% de los pacientes recibió antibióticos.

La automedicación ha sido tradicionalmente minusvalorada por los profesionales y, a pesar de que algunos autores25,26 opinan que promover el uso de medicamentos podría suponer una utilización inadecuada de los recursos, nuestra postura estaría con los que defienden la potenciación del uso de productos farmacéuticos cuando los remedios más comunes no resultan eficaces27, valorando la automedicación de forma justa en una sociedad que de forma creciente tiende a considerar los recursos y servicios sanitarios desde una perspectiva de consumo. Si bien habría que evitar los peligros de una liberalización de uso de fármacos estrictamente comercial, debemos reconocer sus aspectos positivos, especialmente la reponsabilización de los ciudadanos en las decisiones relacionadas con la salud28.

Los resultados de este trabajo nos hacen pensar que sería conveniente promover la automedicación e incluirla en los programas educativos específicos orientados a potenciar los autocuidados.

Agradecimientos

Al Dr. Tomás Vega Alonso, epidemiólogo de la Consejería de Sanidad y Bienestar Social de la Junta de Castilla y León, por su ayuda en el diseño del estudio y el análisis estadístico de los datos.

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