Sres. Directores: La cirugía menor comprende aquellos procedimientos quirúrgicos sencillos y de corta duración, realizados sobre los tejidos superficiales o estructuras fácilmente accesibles, bajo anestesia local y tras los que no se espera que existan complicaciones posquirúrgicas importantes. En general pueden abordarse en atención primaria lesiones menores de 5 cm de diámetro en la piel y tejidos subcutáneos1.
Según el programa docente de la especialidad de medicina familiar y comunitaria, el residente de medicina de familia debe tener un manejo de los problemas de cirugía menor más habituales, siendo en los centros de salud la práctica habitual de la misma escasa, aunque se considera cometido suyo disponiendo de tiempo, medios y contando con la habilidad suficiente. Tanto la formación adecuada para el diagnóstico preciso de lesiones como el aprendizaje en dichas técnicas constituyen dos aspectos muy importantes para la realización de las técnicas de cirugía menor, resultando interesante el modelo de interconsulta docente entre médico de familia y dermatólogo propuesto por algunos autores2.
Así pues, evaluamos los primeros resultados de esta actividad realizada en el Centro de Salud Mariñamansa-A Cuña de Ourense desde abril de 1995 a enero de 1997. Las intervenciones fueron realizadas por médicos de familia y residentes de tercer año.
Realizamos un estudio descriptivo observacional, donde los pacientes se captaban en la consulta a demanda y se citaban para la consulta programada de cirugía menor. Las intervenciones se realizaban en una sala específica acondicionada para la realización de dichas intervenciones disponiendo del material quirúrgico básico existiendo un responsable de todo ello.
Las variables estudiadas, obtenidas del libro de registro de quirófano y de las historias clínicas fueron: edad, sexo, profesión, tipo de intervención, complicaciones, días de demora entre la citación y la realización de la intervención, satisfacción del usuario y peticiones a anatomía patológica. Para valoración de la satisfacción del paciente se utilizó la encuesta telefónica. El paquete estadístico utilizado fue SPSS/PC+ para Windows.
Durante este período el número total de intervenciones fue de 154, que correspondieron a 79 varones y 75 mujeres cuya edad media fue de 46,31 años (DE, 21,14). Respecto a la profesión se distribuyeron de la siguiente manera: 17,4% amas de casa, 24,2% obreros no cualificados, 50,8% obreros cualificados-estudiantes, 4,5% técnicos medios y 3% técnicos superiores.
Según el tipo de intervención se realiza escisión fusiforme en 71 casos (20 nevus, 34 quistes sebáceos, 9 granulomas, 8 lipomas), incisión-drenaje de abscesos en 7 casos, cirugía menor ungueal en 12 casos, cirugía del frenillo en 6 casos, biopsia-punch en 10 casos, infiltraciones en 9 casos, afeitado en 26 casos (24 fibromas, 2 cuernos cutáneos), reparación-sutura en 2 casos, crioterapia en 10 casos y trombectomía hemorroidal en un caso (fig. 1). Presentaron complicaciones en 7 casos (4,5%), siendo 4 de ellas por dehiscencia de sutura, 2 por infección local y una por hematoma. El tiempo medio de espera hasta la realización de la intervención fue de 14,05 días (DE, 12,30). Refieren buena satisfacción respecto a la intervención requerida 93 pacientes (89,4%) y mala un 10,6%. Se enviaron a anatomía patológica 57 lesiones (37%).
Analizamos la relación entre satisfacción del usuario con sexo, edad, días de demora y complicaciones no encontrando diferencias estadísticamente significativas.
Nuestro bajo porcentaje de muestras enviadas a anatomía patológica quizás sea debido a que al inicio del programa todavía no había una adecuada coordinación con el servicio de anatomía patológica y al porcentaje de intervenciones no subsidiarias de envío, como son las infiltraciones, absceso, elongación de frenillo, cirugía menor ungueal, trombectomía hemorroidal, reparación-sutura y criocirugía.
Concluimos que, ante lo expuesto, las actividades de cirugía menor debían de formar parte de la práctica habitual en atención primaria contando con una buena formación y entrenamiento del médico de familia, lo que facilitaría una mejor relación con el paciente por su fácil accesibilidad a estas técnicas, contribuyendo a su vez a la mejora del coste-beneficio de estas actividades3-6.