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Vol. 23. Núm. 4.
Páginas 250 (marzo 1999)
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Vol. 23. Núm. 4.
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Evidentemente, la traducción no es el problema
It is clear that translation is not the problem
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F. Miguel Garcíaa, F. Pozo Péreza
a Centro Salud Alameda. Madrid.
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Sres. Directores: Aunque se tradujera evidence por «pruebas», como se ha propuesto en esta revista1, el problema de fondo permanecería intacto, ya que no resolvería la pregunta básica, que no es otra que la expresada magníficamente en el título de la Lectura Cochrane de 19972: «¿Qué evidencia necesitamos para la medicina basada en la evidencia?», es decir, la eterna pregunta por el método.

A pesar de que «evidencia» en castellano tiene unas connotaciones de certeza intuitivamente anticientíficas, sustituirlo por «pruebas» e incluso por «evidencias» no soluciona el problema, porque ya se hable de pruebas o de evidencias el hecho es que tal calificación obvia precisamente la pregunta por la prueba, dando por sentado que existen pruebas para afirmar lo que se afirma. Que esas pruebas se integren en la metodología estandarizada en cuatro pasos de la medicina basada en la evidencia no garantiza que los resultados así obtenidos sean correctos, entre otras razones por las serias limitaciones y dificultades intrínsecas del método propuesto (por ejemplo, heterogeneidad de las pruebas3 y selección restringida de las mismas)4, o incluso por el distinto modo en que pueden ser valoradas las evidencias disponibles (véase, por ejemplo, Elwood JM)5. Pero todo esto da igual; el hecho es que la terminología ya ha trascendido su uso estrictamente técnico y ha pasado a calificar, cual denominación de origen, cualquier terapia, práctica, toma de decisiones, consejo, asignación de riesgos, etc., que se precie, como basadas en la evidencia o en pruebas. De modo que hablar de pruebas o de la evidencia es indiferente. El fondo de la cuestión es que las mismas cosas que antes el clínico ponía entre paréntesis ahora se imponen como basadas en pruebas. Evidentemente, las pruebas prueban y los que sintetizan pruebas lo hacen bien e inequívocamente. La industria farmacéutica lo ha aprendido pronto: sus datos son ahora, también, por supuesto, evidencias.

Bibliografía
[1]
Manteca González A..
Sobre el término evidencia..
Aten Primaria, 20 (1997), pp. 456-457
[2]
Hart JT..
Cochrane Lecture 1997..
What evidence do we need for evidence based medicine? J Epidemiol Community Health, 51 (1997), pp. 623-629
[3]
Mulrow C, Langhorne P, Grimshaw J..
Integrating heterogeneous pieces of evidence in systematic reviews..
Ann Intern Med, 127 (1997), pp. 989-995
[4]
Feinstein AR, Horwitz IR..
Problems in the «evidence» of «evidence-based medicine»..
Am J Med, 103(6) (1997), pp. 529-535
[5]
Breast cancer screening in younger women: evidence and decision making. J Eval Clin Pract 3 (3): 179-186.
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