Introducción
Los accidentes de tráfico son un problema de salud pública de primera magnitud en el mundo que produce graves perjuicios sociales, laborales y personales1. En España, una de cada cuatro muertes en el grupo de edad de 15 a 44 años es debida a accidente de tráfico, y es la primera causa de mortalidad en las edades jóvenes2. La mortalidad presentó una subida espectacular en la década de los ochenta, por lo que se llegó a hablar de situación epidémica, con un descenso en la primera mitad de los años noventa y un nuevo ascenso a partir de 1995, lo cual ha suscitado cierta polémica sobre la efectividad de las medidas establecidas para evitarla3.
En los países desarrollados, la mortalidad en los mayores de 65 años está aumentando en números absolutos, lo que lleva a plantear la disyuntiva entre el derecho a conducir su propio vehículo y la capacidad para ello, situación que se debería tener en cuenta en las actividades de prevención4.
Entre los factores asociados a los accidentes de tráfico destacan el tipo de vehículo, las condiciones atmosféricas y las características personales del conductor. Así, las mujeres presentan menor riesgo de morir por esta causa que los varones5 y existen estudios que lo relacionan más con el número de kilómetros conducidos que con otras variables6; el uso de teléfonos móviles durante la conducción aumenta el riesgo relativo de colisión a cifras similares a las de la conducción con una tasa de alcohol en sangre en el límite legal7.
En los jóvenes, el grado de alcoholemia, el consumo de drogas ilegales, el exceso de velocidad y no usar el cinturón de seguridad ocupan un lugar destacado en los factores relacionados. Los accidentes son más frecuentes durante los meses de verano, fines de semana y por la noche. En las personas mayores, los factores más relacionados son las condiciones físicas y la toma de medicamentos, produciéndose principalmente durante el día y los días entre semana8.
Cabría plantear la conveniencia de que los programas de prevención que engloban medidas informativas, de seguridad y punitivas incluyan a la edad entre sus estrategias9.
El estudio de la información suministrada por las estadísticas de mortalidad puede ayudar a desarrollar las estrategias de prevención y control de estas muertes10. El objetivo del presente trabajo es describir la evolución de las muertes por accidentes de tráfico en Andalucía desde 1975 hasta 2001 por grupos de edad y sexo, así como predecir cuál será la tendencia hasta el año 2004.
Material y métodos
Los datos sobre defunciones por accidentes de tráfico desde 1975 hasta 1991 proceden de las publicaciones del Instituto Nacional de Estadística (INE) y desde 1992 hasta 2001 del Instituto de Estadística de Andalucía (IEA). Todos los años incluidos en la serie tienen carácter definitivo, excepto el año 2001, cuyos datos son datos provisionales. Las defunciones del período 1975-1979 fueron clasificadas según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), 8.ª revisión (códigos E810 a E819); desde 1980 hasta 1998 se utilizó la clasificación CIE-9 (códigos E810 a E819), y a partir de 1999, la CIE-10 (códigos V01-V89).
Se consideraron las variables edad, sexo y fecha de las defunciones de los residentes en Andalucía. Las poblaciones necesarias para el cálculo de las tasas de mortalidad proceden de las proyecciones realizadas por el IEA para el conjunto de Andalucía. Se han utilizado agrupaciones de 5 años, excepto para los menores de un año, de 1-4 años y los mayores de 85 años.
Los indicadores obtenidos han sido: tasa estandarizada por el método directo (TED) utilizando como estándar la población europea, tasa estandarizada (Te) de menores de 35 años (Te < 35), de 35 a 64 años (Te, 35-64) y de 65 o más años (Te > 65 años), y se han calculado para cada año y cada uno de los sexos.
Las predicciones de mortalidad por accidentes de tráfico para el año 2004 se realizaron utilizando el método de alisado exponencial de Holt11,12, cuya finalidad es predecir los valores que alcanzará una serie cronológica a corto plazo en función de las observaciones pasadas, asumiendo que la importancia o peso de éstas decrece de forma exponencial. Así, a partir de la serie original
{xt, t = 1, ..., n}
se obtienen unos nuevos valores alisados dados por
Mt+1 = *xt + * (1 *) xt 1 + * (1 *)2xt 2 + ... + * (1 *)tx0
o de forma equivalente
Mt+1 = *xt + (1 *)Mt
donde * es una constante con valores comprendidos entre 0 y 1.
Asumiendo que en la serie existe una tendencia, Tt, que puede ser considerada localmente lineal, el modelo de Holt propone un alisado exponencial doble introduciendo una nueva constante de alisamiento independiente para esta tendencia. De esta forma, el modelo queda especificado por
Mt+1= *xt + (1 *) (Mt + Tt)
Tt+1= ß (Mt + 1 Mt) + (1 ß)Tt
donde * y ß son constantes con valores comprendidos entre 0 y 1.
Las constantes de alisamiento * y ß son determinadas de tal manera que hagan mínimo el error cuadrático medio (ECM), dado por la suma de las diferencias al cuadrado entre lo realmente observado y lo predicho por el modelo.
Al ser un método recursivo, es necesario especificar un valor inicial para realizar el suavizado de la serie. Estos valores pueden ser cero o bien una media ponderada de los primeros valores de la serie original13-15. Las predicciones de la serie a partir del último instante de tiempo observado, n, se dan por
xn + k = Mn + k + kTn
donde k es una constante >= 1.
Resultados
Las tasas estandarizadas han tenido una evolución ascendente desde 1975 hasta 1989, año en que, con una tasa de 29,47 por 100.000 habitantes, se obtuvo el valor máximo de mortalidad (figs. 1 y 2). A partir de 1989 se produjo un descenso claro hasta 1995, con una posterior estabilización.
Figura 1. Evolución de la mortalidad por accidentes de tráfico en varones de Andalucía, 1975-2001.
Figura 2. Evolución de la mortalidad por accidentes de tráfico en mujeres de Andalucía, 1975-2001.
Al analizar la evolución de las tasas por grupos de edad, se observa en los varones que el grupo en el que más han descendido ha sido el de >= 65 años, que ha pasado de una tasa de 45,08 en 1975 a 24,05 por 100.000 habitantes en 2001 (tabla 1). Los grupos de edad de 35 a 64 años y < 35 años presentaban niveles de mortalidad en los últimos años de la serie parecidos a los del inicio, después del importante ascenso de la década de los ochenta.
En las mujeres, la evolución ha sido parecida a la de los varones, aunque la magnitud del problema es mucho menor. La razón de tasas estandarizadas por edad varones/mujeres se ha situado alrededor de 4 en el período estudiado. La tasa de mortalidad ajustada por edad fue de 4,87 por 100.000 habitantes en 1975 y en 2001 fue de 4,60. El año 1989, con 7,43 muertes por 100.00 habitantes, presentó la tasa más elevada, con un descenso suave en los años posteriores. Por grupos de edad, han tenido un comportamiento un poco diferente al de los varones. El grupo de >= 65 años era el que presentaba una mayor mortalidad, con un descenso claro de tasas estandarizadas por edad de 14,85 en 1975 a 6,04 en 2001.
El método de Holt mostró un buen ajuste para ambos sexos. Los ECM fueron relativamente bajos en la mayoría de los grupos de edad, con excepción de los varones mayores de 65 años (tabla 2).
Las predicciones realizadas para el año 2004 muestran unas tasas de mortalidad estandarizada de 20,74 por 100.000 habitantes en varones y de 4,58 por 100.000 habitantes en mujeres (tabla 3). Esto supone que la mortalidad por accidentes de tráfico seguirá una tendencia estable en ambos sexos, similar a la de los últimos años.
Discusión
La mortalidad debida a accidentes de tráfico en Andalucía desde 1975 a 2001 ha presentado una evolución diferente dependiendo del año de defunción, la edad y el sexo. Así, desde 1983 a 1989, la mortalidad era claramente ascendente y presentaba características de auténtica epidemia. A partir de 1989 pasó a ser descendente, se ha estabilizado en los últimos años y, según las predicciones, esta estabilidad se mantendrá en 2004.
El análisis por grupos de edad indica que la mortalidad aumenta con la edad, especialmente en los varones.
El mayor descenso se ha producido en el grupo de edad de más de 64 años. La mortalidad por accidentes de tráfico en las personas en edad laboral y principalmente en menores de 35 años sigue teniendo una gran importancia en Andalucía, donde es una de las primeras causas de mortalidad en esas edades16,17.
Existen dos fuentes de datos sobre mortalidad por accidentes de tráfico procedentes de la Dirección General de Tráfico (DGT) y el INE. Los datos de la DGT se basan en los informes normalizados de accidentes, recogen datos relativos a los que se producen en vías abiertas a la circulación pública y en los que está implicado al menos un vehículo en movimiento. Consideran fallecida por accidente de tráfico a toda persona muerta en el acto o dentro de las primeras 24 h siguientes al accidente; los datos se publican anualmente en el Boletín Informativo de Accidentes18. Los datos del INE proceden de la certificación médica de las causas de muerte que, cuando es debida a causas externas, debe ser determinada mediante autopsia; los diagnósticos son clasificados según la CIE por los equipos de codificación de las comunidades autónomas, supervisados por el INE y publicados con periodicidad anual19. El INE ofrece una información más exhaustiva al incluir las defunciones después de las primeras 24 h, y los datos de la DGT aportan información más específica sobre las circunstancias del accidente, aunque se recogen según el municipio donde se produjo el accidente y no por el de residencia de la víctima20. La unión de las dos bases de datos proporcionaría una información más completa sobre el número y las circunstancias en las que se ha producido el accidente y contribuiría a mejorar el conocimiento de la historia natural de los traumatismos ocasionados en estas circunstancias, aunque existen impedimentos legales que habría que contemplar para que ello fuera posible.
En este trabajo se han utilizado métodos de alisado exponencial para predecir los valores futuros de las tasas de mortalidad por accidentes de tráfico, asumiendo que la estructura de edad de la población se mantendrá sin cambios desde 2001 hasta 2004. El método necesita relativamente pocas observaciones para realizar predicciones, aunque la disminución de datos pasados limita la fiabilidad y precisión de las predicciones a largo plazo. El número de observaciones utilizado en este trabajo es suficiente para realizar proyecciones de mortalidad hasta 2004 con un error de predicción aceptable.
Aunque existen otras metodologías, como los modelos ARIMA, para el estudio de series temporales, éstas necesitan un número elevado de observaciones para que los modelos puedan ser aplicados adecuadamente21, motivo por el que se optó por el método de Holt.
La mortalidad por accidentes de tráfico sólo refleja una parte de la trascendencia sanitaria de este tipo de lesiones, aunque es la de mayor gravedad. Por cada muerte se estiman alrededor de 65 heridos atendidos en servicios de urgencia, de los cuales entre el 10 y el 25% tienen que ser hospitalizado22 y un 80% de los atendidos sufre alguna incapacidad temporal o permanente como consecuencia del accidente. Desde la perspectiva de los servicios de salud, es posible establecer estrategias para prevenir los accidentes. Parece comprobado que son más efectivas las medidas relacionadas con las condiciones medioambientales, legislativas y coercitivas que las que tratan de modificar conductas personales23. Esto podría explicar el cambio de tendencia observado en la mortalidad en Andalucía y en el resto de España a partir de 1989, coincidiendo con la nueva Ley de Seguridad Vial de 1989 y el Reglamento que la desarrolló, junto con una mejora de las infraestructuras de carreteras, un aumento de las sanciones y una mayor concienciación ciudadana. No existen trabajos que hayan evaluado estas medidas de una forma específica, y los realizados ponen de manifiesto que las medidas adoptadas no han sido las más efectivas para disminuir el número de víctimas ni el de defunciones24.
Se pueden establecer diferencias en la mortalidad por accidentes por sexo y grupos de edad, lo que debería ser tenido en cuenta en la prevención desde los servicios de salud.
En los jóvenes, la prevención de los accidentes de tráfico está más relacionada con la estructura social y los estilos de vida, como el elevado consumo de alcohol, de drogas, etc.25. El uso de teléfonos móviles merece una mención aparte. Se ha demostrado que su uso durante la conducción está asociado a un riesgo cuatro veces mayor de colisión del vehículo e incrementa nueve veces el riesgo de muerte independientemente de la edad, el sexo, el alcohol, la velocidad, el descuido y conducir en sentido contrario26.
Las mayores de 65 años presentan mayores tasas de mortalidad por accidentes de tráfico, y se podría considerar como población de alto riesgo para conducir y un grupo de población en aumento. Educarlos en cuanto a las normas de seguridad vial debe hacerse de una manera individual en las consultas de los profesionales sanitarios, en los centros de jubilados y otros lugares de reunión27,28.