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Vol. 31. Núm. 2.
Páginas 134 (febrero 2003)
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Fiebre Q
Q fever
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JJ. Lalanza Lasherasa, D. Fernández Cuestab
a Médico de Familia. Centro de Salud Can Misses. Ibiza. España.
b MIR R-3 MFyC. Centro de Salud Can Misses. Ibiza. España.
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Introducción. La fiebre Q (rikettsiosis producida por Coxiella burnetti) es una zoonosis de distribución mundial, endémica en España, relacionada con animales domésticos (vacas, ovejas, perro, gatos...) y salvajes (conejo, roedores...)1. Constituye una excepción en este grupo de infecciones al contagiarse por inhalación de las secreciones (leche, orina, heces, productos placentarios...) de estos animales y no a través de insectos vectores. Esta vía «atípica» de contagio, la ausencia del exantema característico de las rikettsiosis, junto con una clínica presente sólo en un 50% de los casos2, nos pone ante un cuadro más frecuente de lo que pensamos, que fácilmente podemos confundir con una simple virasis... Por este motivo consideramos interesante comunicar un caso de esta enfermedad.

Caso clínico. Una mujer de 42 años consulta por un cuadro de cefalea nocturna, con picos febriles de 38-39 oC, sudación profusa, náuseas y dolores musculares difusos, de 3 semanas de evolución, agravado en la última semana. Al preguntarle, refiere astenia y una pérdida de peso de unos 6 kg. No refiere antecedentes de interés, salvo vivir en un medio semirrural con animales domésticos, así como haber trabajado en un matadero el año anterior. En la exploración presenta constantes dentro de la normalidad, auscultación cardiopulmonar sin hallazgos. No se aprecian exantemas, picaduras, nódulos subcutáneos ni adenopatías. La palpación abdominal es normal y la exploración neurológica no detecta alteraciones de las funciones superiores, de los pares craneales, fuerza y sensibilidad, así como signos meníngeos ausentes ni alteraciones del equilibrio.

Ante este cuadro clínico se planteó el diagnóstico diferencial entre diferentes procesos: virasis con cefalea, proceso expansivo intracraneal (la inexistencia de focalidad y alteraciones de las funciones superiores nos tranquiliza), brucelosis y fiebre Q, entre otras.

Se solicitó hemograma, bioquímica, sedimento urinario, serología para hepatitis, Brucella y Coxiella burnetti, así como una radiografía de tórax. Se trató a la paciente con paracetamol, 0,5-1 g/8 h, y se citó a la paciente para control y resultados 5 días después.

En la siguiente visita presenta mejoría de su cuadro, aunque persiste una leve cefalea con ligera sensación nauseosa. Los resultados analíticos mostraron: hemograma normal, serie blanca (leucocitos, 7.800; neutrófilos, 53%; linfocitos, 33,8%; monocitos, 12,3%; eosinófilos, 0,5%; plaquetas, 124.000, y VSG, 34), bioquímica (AST, 67; ALT, 119; GGT, 98; FA, 122; LDH, 730; Fe, 16, y resto normal), orina cultivo positivo para E. coli, serología pendiente. Radiografía de tórax sin hallazgos de interés. Ante estos resultados y la mejoría del cuadro, se trató la infección urinaria con amoxicilina-ácido clavulánico según antibiograma y se la citó 7 días después para control y resultados de la serología.

En la segunda cita los síntomas eran mínimos, la serología negativa para hepatitis B y C, así como para Brucella, pero positiva para Coxiella burnetti (IFI IgG 1/256 sugestiva de infección e IFI IgM + infección reciente). Ante estos resultados se le diagnostica fiebre Q, y se le pauta doxiciclina, 100 mg/12 h, durante 14 días.

Discusión y conclusiones. La fiebre Q en su forma aguda es asintomática o leve en un 50% de los casos, la forma sintomática puede presentar fiebre, cefalea, mialgias, náuseas, artralgias y tos seca, así como la presencia de neumonitis en el 50% de los casos, que es uno de los posibles diagnósticos diferenciales de la neumonía atípica. A su vez se puede encontrar alteraciones hepáticas y cardíacas3.

Este caso muestra un cuadro de fiebre Q sin afectación pulmonar. El elevado número de formas asintomáticas o subclínicas indica que debe pensarse en este proceso con más frecuencia de lo que lo hacemos, sobre todo ante procesos febriles con cefalea y alteraciones del estado general, y sobre todo cuando se asocien a posibles antecedentes epidemiológicos3.

Durante el interrogatorio posterior la paciente afirmó que 2 semanas antes del inicio del proceso una gata había parido en una cesta dentro de su casa1.

Bibliograf¿a
[1]
Q fever. Clin Microbiol Rev 1999;12:518-53.
[2]
Fiebres tíficas. En: Farreras P, Rozman C, editores. Medicina interna. 13.a ed. Barcelona: Mosby-Doyma Libros, 1995; p. 2401-03.
[3]
Q fever 1985-1998. Clinical and epidemiologic features of 1383 infections. Medicine (Baltimore) 2000;79:109-23.
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