El hemangioma hepático es el tumor benigno del hígado más frecuente; suele ser de pequeño tamaño, único o múltiple, pero en ocasiones supera los 4 cm, denominándose hemangioma hepático gigante1. En general son asintomáticos y se detectan de forma casual, aunque a veces, como en nuestro caso, pueden provocar dolor o molestias abdominales. La historia natural (seguimiento) y el tratamiento de estos hemangiomas siguen sin estar bien definidos, pero se ha intentado establecer unas indicaciones quirúrgicas para su tratamiento.
Caso clínico. Mujer de 54 años sin alergias medicamentosas ni antecedentes patológicos de interés, que refiere desde hace unos meses sensación de molestias abdominales epigástricas, sin náuseas ni vómitos. La dispepsia no tenía relación con la ingesta. No presentaba síndrome tóxico. En ocasiones, las molestias abdominales hacían que se despertara por la noche. En la exploración física, el abdomen era levemente doloroso a palpación epigástrica sin masas ni visceromegalias y el resto de la exploración fue normal. Ante el cuadro de dispepsia decidimos solicitar una fibrogastroscopia, donde destacaba la presencia de una compresión extrínseca a nivel de cuerpo y fundus sin lesiones en mucosa gástrica. En la ecografía abdominal se observaban múltiples lesiones que ocupan espacio a expensas de LHI sugestivas de metástasis.
Se derivó a la paciente de manera urgente al servicio de digestivo. La analítica fue: hemograma y bioquímica, normales; alfafetoproteína, 2; CEA, 1,5; una resonancia magnética hepática con contraste informó de 4 lesiones hepáticas focales compatibles con angiomas hepáticos gigantes. Una de ellas, 13 × 8 × 8 cm, condiciona compresión y desplazamiento sobre la curvatura menor gástrica (fig. 1).
Figura 1. RMN hepática con contraste. Se observan 4 lesiones hepáticas focales. La de mayor tamaño comprime curvatura menor gástrica.
Aunque nuestra paciente presentaba molestias abdominales y una de las lesiones era mayor de 10 cm, se decidió no intervenir y mantener una conducta expectante realizando controles anuales en el servicio de digestivo.
Discusión y conclusiones. Los hemangiomas hepáticos suelen ser tumores asintomáticos y de hallazgo casual al estudiar un dolor abdominal. En nuestro caso, la dispepsia fue el síntoma inicial hasta el diagnóstico. En el diagnóstico por la imagen, la ecografía puede mostrar un patrón similar a un tumor hepático primitivo o metastásico; por eso es preferible confirmar el diagnóstico con TAC o RMN2. Existen indicaciones para el tratamiento quirúrgico, aunque éste continúa siendo controvertido, debido a la existencia de varias técnicas (enucleación, embolización3, resección hepática4). Las indicaciones son: pacientes sintomáticos, hemangioma de tamaño > 10 cm (mayor riesgo de hemorragia intratumoral y rotura) y rápido crecimiento (aumento del diámetro >= 25% durante un período de 6 meses). La decisión de extirpar un hemangioma depende del riesgo operatorio y la evolución natural de la lesión5, aunque la resección es raramente requerida6. Tampoco parece claro hasta cuándo se debe realizar el seguimiento; algún estudio no recomienda el seguimiento a largo plazo en pacientes con bajo riesgo de malignidad y apariencia típica de hemangioma en la ecografía de control7.
En nuestro caso se tomó la decisión de no intervenir, aun cumpliendo algunas indicaciones de cirugía. En la actualidad la paciente presenta leves molestias digestivas y sigue controles habituales.