Los médicos de familia (por médicos de familia ha de entenderse el conjunto de médicos de familia/generales que trabajan en atención primaria) nos encontramos en el centro del complejo entramado de influencias que configuran la prescripción farmacéutica de nuestro sistema de salud.
En atención primaria el médico de familia trabaja en la consulta médica estableciendo una relación no comercial con los pacientes, pero de la que se derivan importantes intereses económicos, tanto para el sistema sanitario y la industria farmacéutica como para la sociedad en general. Pacientes, autoridades sanitarias y laboratorios influyen de diferente forma sobre el médico de familia, condicionando los principios éticos imprescindibles para desarrollar su actividad profesional (en este caso, la prescripción farmacéutica), a saber, beneficencia, autonomía y justicia.
En los últimos años, distintos hechos han obligado a replantearse la relación entre los agentes antes mencionados (pacientes, industria, médicos y autoridades sanitarias), particularmente la que se establece entre médicos de familia e industria farmacéutica. Destaquemos, entre otros, el incremento progresivo e incontrolado del gasto farmacéutico, el excesivo porcentaje de la promoción-información sobre el precio final del medicamento, la primacía de los aspectos de promoción sobre los de información científica sobre el uso racional del medicamento, la relación comercial entre industria farmacéutica privada y médicos del sector público o, para finalizar, la inversión en tiempo y dinero que se realiza desde la industria farmacéutica para actividades que se apartan del servicio al paciente y a la salud.
Puede además que estemos cerca de una demanda social, expresada en medios de comunicación, que pide una revisión urgente de las relaciones entre los profesionales sanitarios y los laboratorios farmacéuticos. Es nuestra responsabilidad adelantarnos a los acontecimientos y proponer soluciones constructivas y duraderas.
Acerca de la información y promoción de productos farmacéuticos
La información sobre medicamentos se define como el sistema de conocimientos que va a permitir la comunicación de datos y experiencias sobre productos farmacéuticos para promover el uso racional del medicamento. Las fuentes de información sobre medicamentos se dividen en primarias y secundarias.
Fuentes primarias
Revistas médicas y de farmacia (AtenciÓn Primaria, Medicina Clínica, The Lancet, etc.), boletines de información de medicamentos (Boletines Terapéuticos de Servicios de Salud, Boletín de Información Terapéutica de la Seguridad Social, The Medical Letter on Drugs and Therapeutics, etc.) e información proporcionada por la industria farmacéutica (separatas, vídeos, literatura de promoción, etc.).
Estas fuentes facilitan una orientación sobre novedades y actualización farmacológica.
Fuentes secundarias
Libros médicos y farmacológicos (Guía de uso de medicamentos en atención primaria semFYC).
Aportan fundamentalmente una información contrastada y rigurosa, pero con una puesta al día con un retraso de varios años.
La situación actual respecto a la información sobre uso racional del medicamento evidencia situaciones preocupantes.
1. El potencial económico de la industria farmacéutica para facilitar «su información» es desproporcionalmente superior al conjunto de fuentes de información restantes. Esta relación es desmesurada si se compara con la inversión realizada desde el propio sistema de salud.
2. Pese a lo que se podría presuponer, la influencia de la «información» de la industria farmacéutica sobre los facultativos es, en general, de superior eficacia a la de otras fuentes. Esta circunstancia tiene diversas causas (dificultades de acceso a formación, falta de hábito, aislamiento, etc.) que precisarían un análisis más profundo.
3. La «información» de la industria farmacéutica se desliza casi inevitablemente hacia la promoción, entendida ésta como la introducción del producto hacia el consumidor con objeto de incrementar la demanda. Ello explica la cantidad de información de ínfima calidad que se ofrece al médico de familia, la repetición periódica y reiterada del mensaje y la aplicación de técnicas de marketing que orientan la información hacia el consumo.
A su vez el vehículo primordial de información sobre medicamentos que utiliza la industria farmacéutica, la visita médica personal, se desenvuelve entre numerosas perversiones. Sin ser prolijos, podemos enumerar la entrega de muestras gratuitas, la participación en estudios de investigación que inducen la prescripción de preparados comerciales, los regalos publicitarios que crean imagen comercial en el propio lugar de trabajo (almanaques, bolígrafos, objetos de escritorio, etc.) o la entrevista personal e individual que imposibilita que la información aportada sea enjuiciada por el conjunto de facultativos en reunión de equipo.
Acerca de la financiación de actividades por la industria farmacéutica
La industria farmacéutica diversifica la financiación de sus actividades de información-promoción en dos grandes bloques:
Promoción directa. A través de la visita médica personal, publicidad por correspondencia, sesiones formativas propias, visitas a instalaciones comerciales, publicidad en publicaciones médicas, etcétera.
Promoción indirecta. A través de su participación en proyectos y premios de investigación, actividades formativas, congresos y jornadas científicas, publicaciones (revistas, libros) y bolsas de compensación (viajes, alojamiento, cenas, etc.).
Si bien, hoy día, sin la financiación comprendida en el apartado de promoción indirecta se comprometería gravemente la viabilidad de la mayor parte de las publicaciones médicas, actividades de formación continuada y reuniones científicas de nuestro país, no debe deducirse de ello que las bolsas de compensación y la promoción directa deban mantener su peso actual.
Acerca de posibles soluciones
Las relaciones entre la industria farmacéutica y los médicos de familia no son satisfactorias para nadie. La mayor parte de los segundos viven situaciones de incomodidad y problemas éticos, la industria se ve obligada a trabajar en el «borde» de la legalidad inventando permanentemente nuevas formas de inducir la prescripción de sus productos, las autoridades sanitarias observan cómo este proceso encarece notablemente el producto y, por último, los ciudadanos advierten situaciones poco transparentes en estas relaciones.
Urge, por tanto, modificar la situación actual, desde las siguientes líneas:
De lo individual a lo grupal
La información-promoción de medicamentos ha de dirigirse a grupos de trabajo (equipos de atención primaria o servicios hospitalarios en su caso) con capacidad de intercambio crítico de información y con límites razonables en cuanto a número.
La financiación de actividades ha de vehiculizarse a través de las instituciones con influencia en el sistema profesional de los médicos de familia, fundamentalmente las sociedades científicas profesionales, como mejor forma de garantizar la ausencia de lucro individual, la equidad en el acceso y la rentabilidad profesional de la inversión.
De lo lúdico y recreativo a lo científico y formativo
La financiación por parte de la industria farmacéutica de viajes, comidas, visitas, regalos, etc. debe sufrir un profundo replanteamiento. Especialmente preocupante es la presencia de la industria farmacéutica en los congresos médicos, costeando bolsas en efectivo, cenas, espectáculos, viajes de acompañantes, etc. Con demasiada frecuencia, se sobrepasa el límite razonable de la subvención de inscripciones y viajes a un congreso científico.
Desde una sociedad científica profesional, debe apostarse por la desaparición de estas fórmulas que traducen una promoción pura de productos y laboratorios farmacéuticos a través de marketing comercial.
De la opacidad a la transparencia legal
La delimitación diáfana de relaciones entre la industria farmacéutica y los médicos de familia es una necesidad jurídica inaplazable de la que se beneficiarán ambos agentes. Un marco legal de referencia más apropiado que lo actualmente regulado por el artículo 86 de la Ley 25/1990 del Medicamento y el Real Decreto 1.416/1994 se hace imprescindible.
Entendemos para finalizar que pueden emprenderse reformas profundas en la relación industria farmacéutica/médicos de familia. La industria farmacéutica, desde la legitimidad de una economía de mercado, aceptando la regulación de sus actividades de marketing y publicidad; los médicos de familia, desde el principio de libre prescripción, admitiendo controles rigurosos y límites precisos en sus relaciones con la industria farmacéutica. Las sociedades científicas, desde su función de promotoras de las actividades de formación e investigación entre sus asociados, asumiendo criterios no lucrativos en la financiación de proyectos por entidades públicas y privadas.
Sólo desde la profesionalidad, la transparencia y la legalidad es posible romper gran parte de las perversiones y círculos viciosos actuales. De ello se derivará, sin duda, un ahorro económico en el coste final del medicamento, un ejercicio más ético de la profesión y una mayor rentabilización social de los recursos asignados a nuestro sistema sanitario.