Sres. Directores: Nos ha parecido muy interesante el objetivo planteado en el estudio del Dr. Hormigo et al1 de analizar la capacidad explicativa del sistema de clasificación de pacientes Ambulatory Care Groups (ACG) sobre la utilización de recursos sanitarios. Sin embargo, los pobres resultados presentados por los autores requieren una explicación para evitar interpretaciones equivocadas.
El sistema ACG clasifica a los pacientes en grupos autoexcluyentes en función de su edad, sexo y la totalidad de los diagnósticos que les han sido asignados durante un período de tiempo, habitualmente 12 meses. Ofrece una medida global del estado de salud de los individuos y, en distintos estudios, ha demostrado que es capaz de explicar un 50% de la variabilidad en la utilización de consultas ambulatorias y, también, un amplio porcentaje del consumo de otros recursos2.
Los resultados obtenidos por el Dr. Hormigo discrepan de los anteriores, en cuanto a que el case-mix ACG no alcanzó más que un 20% en su poder explicativo sobre las citadas variables. En nuestra opinión, esto no es atribuible a limitaciones del sistema, sino que puede ser debido a que la fuente de información empleada para medir la morbilidad les impidió conocer más de las dos terceras partes de los diagnósticos realizados en sus pacientes. Basándose en un tercio escaso de los motivos de consulta, parece difícil de conseguir una percepción adecuada del conjunto de los problemas de salud de la población y que, en consecuencia, la categorización de los sujetos en ACG pudiera llevarse a cabo correctamente.
En muchas ocasiones, se considera que el registro de información es una actividad burocrática, costosa e inútil y ello redunda muy negativamente en su calidad3. El empleo de datos secundarios, como los de las historias clínicas utilizadas en este estudio, ha de tener en cuenta sus limitaciones y debe realizarse con las reservas necesarias para evitar extraer conclusiones erróneas.