Introducción. Las infiltraciones locales con corticoides en patologías articulares y de partes blandas son un recurso de considerable valor y en el que se cuenta con una experiencia de casi 40 años para el tratamiento del dolor y de la limitación funcional.
En la consulta diaria del médico de familia la patología del aparato locomotor es un motivo importante de consulta1, por lo que debemos contar con los máximos recursos para intentar solucionarla y mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes.
Esta técnica terapéutica, utilizada de forma generalizada por traumatólogos y reumatólogos, practicada de forma juiciosa y con el adecuado conocimiento, es bastante segura, y creemos que se debería utilizar cada vez más en las consultas de atención primaria, por su sencillez, eficacia, economía y rapidez.
Objetivo. Evaluar la factibilidad, los resultados y la incidencia de complicaciones en la realización de infiltraciones locales en cinco consultas de atención primaria de nuestro centro de salud.
Diseño. Estudio de intervención antes-después.
Emplazamiento. Cinco consultas de un centro de salud en Telde (Gran Canaria).
Participantes. Pacientes diagnosticados de patología de partes blandas, que no hubieran respondido a tratamiento previo con AINE y tratados con infiltraciones desde mayo de 1999 a febrero de 2000.
Intervención. Infiltración con corticoide depot (Trigón depot®) más anestésico local (Scandinibsa al 2%®). Análisis de las siguientes variables: edad, sexo, diagnóstico, tiempo transcurrido desde la indicación a la infiltración, valoración subjetiva del dolor antes y después del tratamiento (escala VRS), número de infiltraciones por paciente, derivación al traumatólogo, efectos secundarios. Para el análisis de los datos se utilizó el paquete estadístico SPSS versión 9.0 para Windows.
Resultados. El número de pacientes a los que se infiltró fue de 64 (44 mujeres y 20 varones), con una edad media de 53 años (rango, 21-80). Los diagnósticos más frecuentes fueron: tendinitis del manguito de los rotadores (40,6%), epicondilitis (25%), síndrome del túnel carpiano (6,3%) y fascitis plantar (6,3%).
El número medio de infiltraciones por paciente fue de 1,36 (precisaron una infiltración el 67,2% y tres infiltraciones el 3,1%, siendo derivados estos pacientes al traumatólogo). El tiempo medio de espera desde la indicación terapéutica fue de 4,3 días (en nuestro medio la espera media para ser valorado por el traumatólogo es de 28 días); el 68,3% fueron infiltrados en los primeros 5 días.
La comparación del dolor mediante la escala VRS (rango, 0-5) antes y después del tratamiento se realizó con el test de Wilcoxon con los siguientes datos: antes de la intervención terapéutica el 87,6% de nuestros pacientes presentaban un dolor fuerte, muy fuerte o casi insoportable (grados 3 a 5 de la escala VRS), encontrándose la media en 3,34. Tras las infiltraciones, la media de dolor se situó en 0,88 (no dolor-dolor leve), refiriendo el 86% de nuestros pacientes encontrarse en los valores 0-1 de la escala VRS (tabla 1).
Presentaron dolor moderado (grado 2) 7 pacientes (10,9%), de los que 2 fueron derivados al traumatólogo; sólo 2 de los sujetos infiltrados (3,1%) presentaron tras el tratamiento un dolor fuerte o muy fuerte (grados 3-4), siendo también derivados al traumatólogo, con lo que el número total de derivaciones fue de 4 pacientes (6,3% del total).
La comparación del dolor antes y después de las infiltraciones mostró una diferencia estadísticamente significativa (p < 0,001).
En cuanto a los efectos adversos, se produjo únicamente un hematoma subcutáneo en un paciente (1,6%), que se reabsorbió espontáneamente.
Discusión. Las enfermedades del aparato locomotor son una causa importante de morbilidad en la población general, generan una importante demanda asistencial (un 10,35%, según diversos autores)2,3 y tienen una gran trascendencia sociosanitaria, por su incidencia y por su repercusión: incapacidad laboral, coste sanitario, limitación de actividades... Todo ello justifica el conocimiento de estas técnicas por parte del médico de familia. El papel fundamental de éste no es tanto identificar una lesión susceptible de ser infiltrada, como asegurar un adecuado diagnóstico de la patología que indica la infiltración. Con un entrenamiento y conocimientos adecuados, creemos que este procedimiento será de gran utilidad en la actividad diaria del médico de familia1.
Nuestros resultados son similares a los encontrados en la bibliografía4,5. La técnica de la infiltración articular y de partes blandas presenta una gran efectividad y facilidad de uso en atención primaria, es cómoda y rápida (en algún caso se puede aplicar en la consulta de demanda, aunque según nuestro criterio es preferible realizarla en la consulta programada), y tiene una gran importancia conocer bien sus contraindicaciones1,6.
El grado de satisfacción generado en el paciente es elevado, dado que la mejoría sintomática es clara en la mayoría de los casos, con una incidencia muy baja de efectos adversos, que además cuando aparecen suelen ser leves. A esto hay que añadir el bajo coste de esta técnica, en comparación con el tratamiento mediante antiinflamatorios por vía oral, y la disminución de las derivaciones a la atención especializada, con lo que podemos contribuir a una menor saturación de ese nivel asistencial.
Como conclusiones, podemos mencionar que la infiltración con corticoides locales en las patologías articulares y de partes blandas es una técnica sencilla, siempre que se conozca bien; es eficaz; presenta buenos resultados en el alivio del dolor y una baja incidencia de efectos adversos que, cuando aparecen, suelen ser leves y fácilmente solucionables por el médico de familia; es económica y rápida.
Por tanto, esta modalidad terapéutica es una buena alternativa al tratamiento por vía oral con antiinflamatorios, siendo incluso la de primera elección en algunas patologías (ganglión, dedo en resorte, tendinitis anserina, fascitis plantar o neuroma de Morton), y es perfectamente realizable en la consulta de atención primaria.