Sr. Director: El número total de episodios de enfermedades de transmisión sexual (ETS) (incluidas las infecciones por Chamydia, gonorrea, herpes genital y virus del papiloma humano) se ha duplicado en Inglaterra durante la década de los noventa, alcanzándose 1,1 millón de casos en 19991. Este aumento se observa sobre todo en personas de 16 a 24 años2. Incrementos similares se han observado en otros países occidentales3 y en Estados Unidos4.
Recientemente, una comisión parlamentaria de sanidad en Gran Bretaña ha publicado un informe sobre salud sexual y ha subrayado la presencia de un importante problema de salud pública que no deja de crecer refiriéndose a las ETS. En este informe se describe que la causa principal de este problema es el cambio en la conducta sexual que se ha producido en los últimos años: una disminución en la edad de la primera relación sexual y un aumento en el número de parejas por cada individuo durante su vida5.
Es también en la década de los noventa cuando han tenido lugar sucesivas campañas de educación sexual basadas en la promoción del uso del preservativo, sin más, en los adolescentes, para la prevención de las ETS. Sin embargo, ellos consideran, tal y como se recoge en el informe parlamentario anteriormente citado, esta educación como un «parche»; también la encuentran insuficiente, tardía y demasiado biológica5.
A la vista de tan desalentadores resultados y de la opinión de los adolescentes, quizá las autoridades de los países occidentales deberían reflexionar sobre la poca utilidad de esta educación tan reduccionista.