Sres. Directores: Hoy día es aceptado por todos los profesionales del ámbito sanitaro que el sida es una enfermedad crónica. No sólo seguimos observando unas tendencias crecientes en la aparición de nuevos casos de sida, sino que estas tendencias se van a mantener, según los expertos, todavía durante bastantes años1. Por otra parte los pacientes con sida cada vez viven más (fig. 1). La supervivencia media, solamente en el período que comprende de 1988 a 1991, ha pasado de 12 a 25 meses, y en ese mismo plazo la probabilidad de supervivencia a los 2 años del diagnóstico ha pasado del 26,7 al 52,5%2. Más pacientes y mayor supervivencia; se podría decir, por tanto, que se están acumulando los pacientes con sida.
Como en cualquier enfermedad crónica, en el sida cobra gran importancia el concepto de calidad de vida. En la evolución natural de la enfermedad llegamos a ver más complicaciones, más enfermos en situación terminal y un cambio en las necesidades asistenciales reales de estos pacientes. Es precisamente en este nuevo contexto de necesidades donde pensamos que la hospitalización a domicilio (HAD) tiene una importante labor que realizar. Acortar o evitar los ingresos hospitalarios de estos pacientes (un paciente con sida puede llegar a permanecer ingresado en un hospital hasta el 20% de tiempo que transcurre entre el diagnóstico y su fallecimiento3), ofrecer a estos pacientes una asistencia sanitaria y social moderna y de calidad, educación al paciente y su familia en el conocimiento y manejo de su enfermedad, permitir organizar al paciente las actividades que sea capaz de realizar, y en última instancia mejorar la calidad de vida, son varias de las ventajas que ofrece la HAD, y en definitiva la atención domiciliaria del paciente con sida4.
En el Servicio de HAD del Hospital de Cruces, Barakaldo (Vizcaya), aportamos nuestra experiencia de 5 años en el manejo domiciliario de estos pacientes. Hasta 1995 han sido atendidos un total de 139 pacientes (1991=3, 1992=15, 1993=27, 1994=42, 1995=52), en su mayoría remitidos de la unidad de enfermedades infecciosas y también de consultas externas y servicio de urgencias. Se ha tratado generalmente de pacientes en estadios avanzados de la enfermedad, bien en fase de recuperación de algún proceso infeccioso (66%), o bien pacientes con sida en situación terminal (22%, porcentaje que consideramos alto), que han sido remitidos para continuar los cuidados paliativos y fallecer en su domicilio. Otras causas de seguimiento han supuesto el 12% de los pacientes atendidos.
En nuestra actividad hemos observado un importante aumento de las necesidades de terapéutica intravenosa, tanto como mantenimiento de por vida como en períodos agudos de la enfermedad (ganciclovir, foscarnet, amfotericina, quimioterápicos y ciertos antibióticos). Actividad que ha pasado de ser requerida por el 22% de nuestros pacientes en 1994 al 35% en 1995.
La medicación específica de pacientes terminales (opiáceos y coadyuvantes) tambien es cada día mayor.
A modo de conclusión, diremos que en nuestra experiencia no encontramos dificultades mayores, salvo las propias de formación continuada, para atender a estos pacientes en todas las fases de su enfermedad, con la única peculiaridad de los pacientes con sida que son al tiempo UDVP activos y en fases tempranas o medias de la enfermedad (8% de nuestros pacientes), que pueden presentar una conflictividad especial5. Tanto la hospitalización a domicilio como la atención domiciliaria en el ámbito de la atención primaria realizan una labor indispensable en las actuales necesidades asistenciales de los pacientes con sida por mejorar importantemente su calidad de vida, ofreciendo al mismo tiempo una atención moderna y de calidad.