Sres. Directores: A lo largo de la historia, el «arte de curar» se ha ido transformando pasando de ser una acción altruista, que sólo producía el respeto de la comunidad y algún que otro obsequio, a una tremenda máquina de burocracia, con la que nadie se encuentra realmente satisfecho.
El avance en el conocimiento de la naturaleza humana y su entorno conduce a una preocupación por transformar el ambiente y hacerlo menos hostil para el hombre. Ya no nos conformamos con curar, sino que además tratamos de evitar la enfermedad y todos aquellos factores biologicosociales que conducen a la falta de salud. Para conseguir esto, es necesario librarse del lastre de la medicina curativa, que siendo necesaria sólo ha de ser considerada como último recurso, cuando todo ha fallado y se produce la enfermedad.
Durante muchos siglos, la principal preocupación del médico ha sido el incremento de la expectativa de vida de la población mediante el conocimiento del hombre y de la enfermedad. Ha intentado añadir años a la vida, olvidando que es más importante añadir vida a los años, y que para conseguir esto último debe considerar no sólo la dualidad hombre-enfermedad, sino que ha de tenerse en cuenta el ambiente donde se desarrolla el individuo e intentar un equilibrio entre el hombre y su entorno, evitando de esta manera que surja el conflicto y la enfermedad.
Se ha ido produciendo un desmembramiento del individuo, dejando de ser un todo para convertirse en una serie de partes poco interrelacionadas. Pero ha llegado un momento en el que el individuo ha demandado su propia unidad y su relación con la sociedad y el ambiente que le rodea. Ante ello, la concepción de salud se ha visto modificada, y el sector sanitario ha debido cambiar sus estructuras para esta nueva visión.
Diferencias conceptuales y pragmáticas entre promoción de la salud y medicina preventiva/curativa
Tanto la medicina preventiva/curativa como la promoción de la salud intentan conseguir individuos sanos; la diferencia estriba en que mientras la primera basa su actuación en el esfuerzo individual, la promoción de la salud defiende que sólo se logrará mediante el esfuerzo de toda la comunidad.
Quizá la medicina curativa, la prevención y la promoción de la salud no sean más que un reflejo de la evolución de la medicina. En un principio sólo se podía actuar sobre el hecho ya consumado (curar al que ya estaba enfermo); posteriormente, al conocer las causas de la enfermedad y los factores que conducían a ella, se intentó modificar la actuación de aquellas personas poseedoras de estos factores de riesgo y, finalmente, al encontrarse con la muralla de la propia voluntad del individuo, se intentó modificar la estructura y actitudes de la sociedad. Pero, ¿se trata de 3 modelos diferentes o son complementarios? La estructura de la sociedad debe ser cambiada y transformarse en un medio facilitador del desarrollo del individuo; ante actitudes específicas perjudiciales para la salud, debemos intentar modificarlas y, por último, si a pesar de todo surge la enfermedad, curarla.
Mechanic, que prefiere la transformación de la conducta colectiva sobre la individual, elabora una guía con las características que debe tener un programa de promoción de salud:
Conjunto de ideas y prácticas que conduzcan a una buena salud.
Existencia de agentes de cambio que posean credibilidad y que sirvan de modelo para otros.
Existencia de alguna fuerza motivadora compartida por el grupo para iniciar la transformación.
Establecer medidas que obliguen a cierto tipo de comportamiento hasta que éste se internalice y se difunda.
Hay autores que defienden que la programación de la promoción de la salud debe realizarse por expertos en medicina, con lo que se corre el peligro de hacer hincapié en la prevención dejando de lado la promoción socioeconómica de la comunidad o con la participación de la misma. Por ello, De Miguel propone que dicha programación sea llevada por la población. De esta forma, los problemas a solucionar serían realmente los que son sentidos, a diferencia de la programación médica, que se dirige fundamentalmente a problemas sanitarios.
Diversas experiencias señalan que los planes de acción tienen que estar en concordancia con las distintas políticas sanitarias internacionales, pero a la vez «liberándose de la opresión y explotación de los intereses ajenos». De esta forma, se podrá establecer un sistema de control popular en la sanidad, consiguiendo así desarrollar el poder local a costa de disminuir la centralización. Al aumentar la participación de la población en todos los sectores de la salud, lograremos disminuir las desigualdades sociales, consiguiendo cambiar la estructura social.
¿Dónde existe esa mayor participación de la población y contemplación de un marco social y pluridisciplinario? Sin duda en la atención primaria. Una atención primaria con bases sólidas y llevada por profesionales con una adecuada preparación, y lo que es más importante, una correcta formación y mentalización hacia la promoción de la salud que sirva de base para el incremento de la calidad de vida de los pueblos.