Como puede comprobar el Dr. J. Gérvas, en el consejo de redacción de AtenciÓn Primaria somos lo suficientemente liberales como para admitir una carta que no se adapta a las normas de publicación de esta sección de la revista. Sirva este alarde de liberalidad para excusarme de tener que justificar mi respeto por todas las ideologías que pretendan cambiar la realidad con base en razonamientos más o menos lógicos.
En muchas ocasiones, las instituciones y personas que defienden, legítimamente y con mayor o menor acierto, argumentos incluibles en el campo de la derecha política se sienten ofendidas cuando creen percibir que se les hace notar esta circunstancia, cosa que no sucede, al menos tan frecuentemente, con las instituciones y personas ubicables en el otro lado del espectro político
Dicho esto, invito a los lectores a que revisen con atención el editorial al que hace referencia el Dr. J. Gérvas en su carta, para que intenten encontrar alguna alusión directa o indirecta a su persona o actuaciones profesionales. Lamento tener que hacer notar que, cuando escribo un editorial como el que estamos comentando, no lo hago pensando en ninguna persona en concreto, por muy importante que pueda parecer, sino en el contexto político, socioeconómico y profesional que puede propiciar la alteración de los elementos conceptuales básicos de la atención primaria en España, en línea con lo señalado en la carta del Dr. J. Morera.
Estoy seguro de que, por muchos argumentos que diera al Dr. J. Gérvas para defender mis afirmaciones respecto a los antecedentes, situación actual y posibilidades de evolución futura de la atención primaria española, no lograría hacer variar sus profundos convencimientos en este campo. Es por ello que, nuevamente, me permito invitar a los lectores de la revista AtenciÓn Primaria a que elaboren sus propias conclusiones, después de reconsiderar el editorial y la airada respuesta que ha merecido por parte de este distinguido compañero.
Quisiera finalizar esta breve respuesta señalando que las alusiones del Dr. J. Gérvas a su felicidad personal, a la media de las notas obtenidas durante la carrera de medicina y a otros aspectos laudatorios del currículo como argumentos de peso para negar la evidencia de que la carta está redactada desde una perspectiva de reacción personal, me parecen, además de un innecesario ejercicio público de vanidad, absolutamente fuera de lugar.
De acuerdo con el interrogante final de su carta, espero efectivamente, y en bien de todos, que este tipo de argumentaciones no formen parte del cuerpo doctrinal o pragmático del neoliberalismo sanitario español.