Sr. Director: Hemos leído con atención la carta de Isabel Arroyo et al1 sobre el reto de la nueva rotación de medicina rural.
Estamos de acuerdo con las 2 premisas iniciales sobre el contexto inmejorable que supone el medio rural para desarrollar la medicina de familia y el hecho de que muchos de los residentes trabajarán en este medio, como ya pusimos de manifiesto hace años en el documento semFYC del Grupo de Trabajo de Medicina Rural2.
Reconocemos el esfuerzo y el mérito de los centros docentes del medio rural como el de las autoras del artículo, que han hecho que una parte de los médicos de familia formados mediante la residencia hayan conocido la práctica de la medicina en el medio rural, pero la realidad es que la mayor parte de los residentes formados en nuestro país no han conocido este medio durante su período formativo de pregrado y posgrado3. Parece ser que el hecho de conocer la medicina rural durante el período de formación condiciona en cierto modo que posteriormente se elija este medio para trabajar4, y ya desde hace más de 10 años se proponía en nuestro país el acceso a la docencia de residentes en centros rurales, a pesar de que estaban en clara desventaja5.
Por todo ello, nuestro grupo sugirió a la Comisión Nacional de la especialidad la rotación en el medio rural durante el segundo-tercer año para aquellos residentes adscritos a centros docentes urbanos (la mayoría), de forma que se complemente y enriquezca su formación, dándoles a conocer las características del medio en el que muy probablemente se tenga que desarrollar su futuro laboral, y añadiendo algunos puntos que contribuirán a una mejor capacitación para enfrentarse a él6. De la misma forma, los residentes adscritos a centros docentes rurales pueden realizar esta misma rotación en centros urbanos, que asimismo presentan una realidad asistencial diferente que también puede complementar su formación.
Respecto a la acreditación de la rotación rural, creemos que hay un gran número de centros rurales no docentes, en los cuales se dispone de médicos perfectamente capacitados para colaborar en la formación de un residente en una rotación corta, aunque el centro no tenga por el momento capacidad organizativa y estructural para poder solicitar la acreditación. Precisamente para aprovechar la capacidad docente de estos médicos de familia se propuso a la Comisión Nacional que no fuera necesario acreditar el centro, aunque sí acreditar al tutor con las mismas condiciones que cualquier tutor de la Unidad Docente. Creemos que muchas Unidades Docentes pueden disponer de este tipo de médicos rurales para impartir esta rotación, aunque es obvio que en las áreas sanitarias de las grandes urbes el problema será más complejo, y habrá que contemplar soluciones como la rotación en otras unidades docentes.
Asimismo, el Grupo realizó, junto con la Comisión Nacional, un programa de contenidos de la rotación, que esperamos se haya difundido a las unidades docentes, en el que se ha enfatizando en aspectos como las peculiaridades de la entrevista en el medio rural, la toma de decisiones en condiciones de incertidumbre, habilidades técnicas, estrategias de confidencialidad, organización, relación con instituciones locales, fuerte interrelación entre las personas, atención a las urgencias en medios aislados, etc., que pueden ser muy útiles para ejercer en el medio rural.
Es cierto que hay «sombras», problemas como los reseñados por los autores para el trabajo del médico de familia en el medio rural, pero creemos que compensan «las luces», y una de ellas puede ser el acceso a la docencia de residentes (rotaciones cortas), hasta ahora vedada a muchos de nosotros debido a las escasas infraestructuras de los consultorios y a la dispersión. Para nosotros, la rotación rural es un reto, pero sobre todo una oportunidad que, a pesar de enfrentarse a algunos problemas, puede suponer un reconocimiento para muchos médicos rurales, una motivación para continuar en este medio y, sobre todo, un enriquecimiento de la formación integral de los futuros médicos de familia.