Las actividades preventivas que se realizan en atención primaria con beneficio cero precisan una reevaluación de su idoneidad. En su artículo «Expectativas de los profesionales sanitarios sobre el beneficio obtenido por intervenciones habituales en atención primaria», Rejas Bueno et al.1 realizan un excelente estudio sobre la confianza depositada por parte de los profesionales de la salud en intervenciones que no aportan beneficio. Los autores destacan el desconocimiento de los efectos de las intervenciones preventivas.
Quiero destacar el esfuerzo de la revista Atención Primaria en publicar las evidencias científicas más relevantes relativas a las recomendaciones preventivas del grupo de expertos del programa de actividades preventivas y de promoción de la salud (PAPPS). Este programa se creó en 1988 y establece unas recomendaciones con una periodicidad de cada 2 años. Las ultimas disponibles son del 2020 (vol. 52. núm. S2. Actualización 2020-PAPPS, pp. 1-172) y está prevista una actualización para el 2022.
Las actividades preventivas tienen que adaptarse a los riesgos individuales de cada paciente. Así, la indicación de tratamiento anticoagulante se realiza de acuerdo al riesgo embólico del paciente usando la escala CHA2DS2-VASc Score2. De modo análogo el riesgo de cáncer colorrectal se puede estimar con la calculadora de riesgo QCancer®3.
Para cualquier intervención que se realice se debe contemplar: daños físicos, consecuencias psicológicas, sociales, financiación e insatisfacción de los pacientes derivada de la atención inadecuada, de baja calidad o poco segura4.