Sr. Director: El debate sobre lo que se puede esperar de un congreso médico y su calidad no es nada nuevo en nuestro entorno1-5. Cabe plantearse si constituyen un modelo eficiente de formación continuada e intercambio de información científica, si es racional mantener el modelo actual, así como el número de congresos vigente en nuestras especialidades.
En un reciente número de la revista Atención Primaria, Santos Guerra ha publicado un curioso Artículo especial sobre la evaluación etnográfica del último Congreso de Medicina de Familia y Comunitaria6. Como comenta el autor, evaluar es sobre todo comprender, pero también aprender de la evaluación para mejorar.
Se pueden plantear distintos tipos de evaluaciones, bien con una orientación más «cualitativa» (como el análisis etnográfico propuesto o las encuestas de opinión) o bien con una orientación más «cuantitativa», y es aquí donde tienen un papel relevante los estudios bibliométricos multidimensionales. La bibliometría constituye una valiosa herramienta para cuantificar y evaluar la actividad científica por medio del cómputo y el análisis de las distintas facetas de la comunicación escrita: este tipo de análisis han sido habituales en revistas biomédicas, pero son excepcionales los efectuados sobre los congresos médicos.
En el año 2004 realizamos una encuesta de opinión acerca de los congresos en pediatría7 por medio de un cuestionario remitido a las juntas directivas de las 13 sociedades regionales y a las 24 sociedades y secciones de especialidades pediátricas de nuestro país. El cuestionario constaba de 17 preguntas con varios ítems de respuesta, y a la vista de las encuestas contestadas (el 97% de las remitidas), extrajimos las siguientes conclusiones: a) disminuir el número de congresos (con integración de especialidades en el Congreso Nacional, con reuniones bianuales, etc); b) mejorar la calidad a través de sus sesiones plenarias, ponencias y mesas redondas (teniendo en cuenta la valoración poscongreso) y de sus comunicaciones (con un comité evaluador que no tenga reparo en rechazar un porcentaje importante de las presentadas), y c) desde el punto de vista organizativo, racionalizar distintos factores como fechas, sedes, temas, patrocinadores, etc.
Posteriormente, realizamos un análisis bibliométrico de las comunicaciones científicas de los congresos nacionales de la Asociación Española de Pediatría durante 2 bienios (1996-97 y 2000-01)8, con los indicadores expresados en la tabla 1, y cuyos resultados nos permiten aventurar posibles soluciones respecto a mejorar la calidad de dichas comunicaciones científicas:
1. Mantener un método de selección de comunicaciones basado en el rigor científico, la pertinencia y la originalidad del trabajo; se pueden barajar criterios de calidad científica como el tipo de diseño científico (lo que condicionará el nivel de calidad de la evidencia científica), la accesibilidad estadística y el uso de conceptos metodológicos apropiados en medicina basada en la evidencia, entre otros.
2. Potenciar los estudios epidemiológicos analíticos y/o experimentales, y limitar los estudios descriptivos (especialmente los casos aislados no relevantes para la práctica clínica).
3. Limitar el número de autores, según criterios serios de autoría científica: consideramos razonable un número de 6. Sería interesante una mayor colaboración con epidemiólogos y/o bioestadísticos, al ser un método demostrado que mejora la calidad de los documentos científicos.
4. Intentar conseguir que todas las comunicaciones científicas sean estructuradas.
5. Considerar las comunicaciones libres como una parte del congreso tan importante (o más) que el resto de las actividades científicas (ponencias, mesas redondas, etc.), y evitar lugares y horarios de exposición incómodos.
Nuestros datos bibliométricos8, junto con los de la encuesta presentada7, nos apoyan para potenciar el diseño de los Congresos de Pediatría del siglo xxi sobre la base de criterios de calidad científica. Limitar el número de congresos y/o reuniones científicas en nuestra especialidad sería un criterio necesario de humildad y honestidad. Esta disminución en el número de congresos facilitaría también los aspectos relacionados con su financiación, máxime en un momento en el que resulta esencial redefinir la relación entre la industria farmacéutica, los profesionales sanitarios, el apoyo a la investigación y, todo esto, entroncarlo en el panorama actual de la toma de decisiones basada en pruebas9.
Sirva esta evaluación de los congresos de pediatría como punto de partida de un debate más global en el panorama científico biomédico de nuestro país, cuyo objetivo sea estimular la calidad y dignidad de los congresos médicos.