Hemos leído con interés la reflexión publicada por José R. Repullo sobre la atención primaria y las estrategias de crónicos1. Nos gustaría expresar que también compartimos la sorpresa del autor en cuanto al «descubrimiento» de la cronicidad, la pluripatología y la fragilidad, cuando esta «nueva epidemia» fue anunciada, a finales de los años setenta, por la Organización Mundial de la Salud. El verdadero problema es que las tendencias demográficas en España nos muestran que nuestra sociedad envejece y que cada vez será más frecuente la presencia de enfermedades crónicas y la necesidad de cuidados de aquellos que las presentan. De hecho, se estima que las enfermedades crónicas serán la principal causa de discapacidad y/o dependencia en 2020 y que hacia 2030 se doblará su frecuencia en los mayores de 65 años2.
En consonancia con el autor, creemos que los Servicios de Urgencias Hospitalarios (SUH) han tenido un exceso de protagonismo en la atención de problemas relacionados con la reagudización de la enfermedad crónica, como la insuficiencia cardíaca, la enfermedad pulmonar crónica, el asma, la diabetes, el cáncer, la hipertensión arterial, la osteoartrosis, los trastornos mentales, el abuso de drogas o la demencia3. Pero la realidad es, según el último barómetro sanitario en España, que más de un cuarto de los encuestados había acudido a algún SUH en el último año y casi uno de cada 3 presentaba alguna enfermedad crónica4. Es decir, los Servicios de Urgencias siguen y seguirán teniendo un papel importante en la atención del paciente crónico.
En este contexto, por tanto, creemos que se debe fomentar la colaboración de los Servicios de Urgencias con otras especialidades, como la atención primaria, la medicina interna y la geriatría, para diseñar estrategias comunes y redirigir esfuerzos en esta población creciente que cada vez va a requerir mayor atención, en aras a garantizar en la práctica clínica diaria una adecuada calidad y continuidad asistencial5. Desde el punto de vista de la atención urgente al paciente crónico, y con este último fin, creemos que es vital hacer interoperable el flujo de información entre los distintos niveles asistenciales, es decir, que la información vaya con el paciente indistintamente del lugar donde consulte6. Esto permitiría un mejor manejo del proceso agudo y probablemente una reducción de las pruebas complementarias, los ingresos y las citaciones innecesarias, así como una mejor conciliación terapéutica y un menor riesgo de efectos adversos a medicamentos y, por tanto, de los costes. Por otro lado, dada la conocida dificultad de manejo de dicho grupo poblacional y el mayor riesgo de malos resultados (mortalidad, revisita, reingreso, deterioro funcional e institucionalización y pobre calidad de vida) asociados a la atención aguda, los SUH han desarrollado unidades específicas, como las unidades de observación de urgencias, que son de gran utilidad en el manejo del paciente crónico de cara a identificar al paciente de riesgo y para diseñar un plan de cuidados individualizado que englobe aspectos médicos, funcionales, mentales y sociales6.
Por tanto, y teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, creemos que los SUH son un eslabón clave en la cadena de atención del paciente crónico y que deben ser integrados en las estrategias diseñadas tanto desde el ámbito autonómico como nacional.