Sr. Director: Hace más de 10 años que los ordenadores de bolsillo (PDA: personal digital assistant) aparecieron en el mercado y desde entonces, el uso de éstos en la práctica médica ha aumentado. El año pasado, una cuarta parte de los médicos de Estados Unidos los utilizaban y se prevé que esta proporción se doble en 20051.
La cantidad de software disponible en Internet es muy amplia y hay multitud de páginas web que se dedican a su distribución.
Además de las funciones básicas de que disponen, como agenda personal, contactos, gestor de tareas y calendario, podemos instalar en nuestro dispositivo material relacionado con la medicina2. Particularmente, nosotros llevamos información médica que, de otro modo, sería imposible almacenar en el bolsillo de la bata.
Libros médicos en formato electrónico, software para calcular el índice de masa corporal o el riesgo cardiovascular, guías de práctica clínica y la posibilidad de leer los últimos resúmenes de la literatura médica son sólo algunas de las posibilidades de estos pequeños dispositivos3.
Además, podemos utilizar nuestro ordenador de bolsillo como librería de imágenes que, durante la consulta médica, sean de utilidad para enseñar más a nuestros pacientes sobre su proceso patológico o diagnóstico4.
Ya no tenemos excusa para dudar ante un problema médico planteado por el paciente. Debemos reemplazar el «no lo sé», el «um...» o el «ah...» por una respuesta tras unos toques sobre la pantalla de nuestro dispositivo y ante la mirada intrigada de nuestros pacientes5.
El abanico de posibilidades que nos abren los ordenadores de bolsillo en el ámbito de la práctica médica es amplio y el límite únicamente depende de nuestro interés y habilidad en el manejo de la informática.