Sr. Director: Sólo por la atinadísima frase del (para mí) desconocido Dupont de Nemours recogida en el imprescindible El nacimiento de la clínica1 de Foucault y que recuperan Pérez Franco y Turabián, merece la pena leer la carta en la que tratan de aclarar(me) qué son sus Servicios Funcionales de Medicina de Familia y Comunitaria en los Hospitales2. Unas pocas frases llenas de diáfano sentido común que es difícil de encontrar en nuestros relatos, repletos de números, significaciones estadísticas y evidencias.
Foucault no es tan sencillo, pero la penetración de su mirada, la belleza de su lenguaje recovecado y la atención que prestó al análisis de muchos de los tópicos médicos me sugiere proponer, a la luz de este recuerdo de Franco y Turabián, que bien podría ser Foucault materia de seminarios MIR. Su tesis doctoral, Historia de la locura en la época clásica3, fue un texto fundamental en los mentideros reformadores de la psiquiatría en los ochenta y desveló una nueva forma de mirar el fenómeno de la locura y su concepción histórica y social. En su siguiente libro, El nacimiento de la clínica1, analizó la medicina de los siglos xviii y xix, caracterizada por la descripción pormenorizada de síntomas y signos, el florecimiento de las clasificaciones y la búsqueda, una vez que el cuerpo se abrió al ojo humano, de la correlación anatomoclínica.
El magma sociopolítico de la época (la herida argelina o el aún mal comprendido mayo del 68) y sus preferencias sexuales, vividas dolorosamente hasta su definitiva militancia gay sin estridencias, orientaron su producción posterior al estudio del poder y de la sexualidad. Acuñó el concepto de «biopoder», de gran fecundidad heurística y extrañamente olvidado, definido como aquel conjunto de intervenciones y controles que, teniendo como sustrato el cuerpo humano y a la medicina como gran médium, detenta un papel fundamental en la penetración del poder (un concepto difuso, por otro lado) en las sociedades contemporáneas4. Proporcionó jugosas reflexiones sobre la medicalización y la crisis de la medicina5 en diálogo y confrontación con el hoy obviado Illich de Némesis médica. Su última obra, los tres breves tomos de la Historia de la sexualidad6, se adentra en el estudio de cómo se fueron condensando históricamente prescripciones, reglas y prácticas acerca del sexo. Por fin, no conviene dejar de lado sus aportaciones sobre la ética, en un momento en que la ética médica adquiere un corpus y una dirección unívoca, que olvida que no existe la ética sino las éticas, y que lo que hoy se plantea como problema ético ni monopoliza ni agota los verdaderos problemas éticos de la práctica médica contemporánea.
En fin, lo que no sé es qué pensaría Foucault sobre los Servicios Funcionales de Medicina de Familia en los Hospitales.