Sres. Directores: Ante el artículo publicado en su revista de 15 de marzo de 1999, «Cuidados paliativos en atención primaria: opinión de los profesionales»1, se constata la necesidad de aunar esfuerzos por conocer una realidad que debe configurar las futuras políticas sobre atención domiciliaria.
Desde la Escuela Andaluza de Salud Pública, pretendemos contribuir a este interés comentando algunos de los resultados obtenidos en un estudio realizado en 3 áreas de salud, en el que, mediante la utilización de la misma metodología (cualitativa, a partir de entrevistas semiestructuradas y grupos focales), se ha conseguido disponer de información en profundidad sobre los temas analizados.
Así, sobre la responsabilidad del ejercicio de los cuidados paliativos, en nuestro estudio encontramos posturas parecidas a las tres opciones que se encuentran en el estudio de Benítez et al --a) el cuidado debe descansar en los equipos de AP; b) el cuidado debe descansar en los equipos de AP con apoyo de equipos de soporte, y c) el cuidado debe descansar exclusivamente en unidades de atención especializada. Podríamos añadir que, en nuestro estudio, entre los profesionales que piensan que los equipos de AP deben contar con apoyos y ayudas concretas de los equipos de soporte, hemos hallado posturas minoritarias, como la de los que piensan que estos equipos de soporte pueden asumir por completo a pacientes.
En cuanto a las dificultades para realizar cuidados paliativos, existen coincidencias en ambos estudios sobre la mala comunicación entre niveles asistenciales, la inadecuada organización dentro de los equipos de AP, el déficit de confianza en la capacitación del profesional de AP o las dificultades para mantener la asistencia continuada las 24 horas del día.
En nuestro estudio, además, se valora que, para algunos profesionales, las posibilidades de realizar los cuidados están limitadas por problemas de tiempo, por la gran cantidad de necesidades sociales, por la configuración de las zonas básicas, por los problemas de transporte, por los registros añadidos y por los déficit de formación y de recursos materiales. El tema de la formación se convierte en un elemento diferencial en los dos estudios.
Asimismo, los profesionales plantean dudas sobre el programa ante la sensación de desprotección, soledad e inseguridad que manifiestan tener en el domicilio. También señalan su desacuerdo respecto a los objetivos que se marcan desde las gerencias en este tema, ya que se consideran motivados básicamente por el interés en ahorrar estancias hospitalarias. Junto a ello, manifiestan su descontento con la falta de reconocimiento con una actividad, en su opinión, muy costosa.
En este reciente estudio, surgen resultados que ponen de relieve un concepto de la atención domiciliaria centrado en el componente técnico, que se justifica casi exclusivamente cuando el paciente no puede desplazarse al centro y que califica como «actos sociales» algunas prácticas profesionales centradas en el componente relacional, quizás por la falta de formación y de metodología de trabajo en estos aspectos.
Todos estos elementos nos deberían llevar a plantear estrategias que permitan modificar actitudes y también mejorar aspectos organizativos que ayuden a una adecuada implantación del ejercicio de la atención domiciliaria y de los cuidados paliativos en atención primaria.