Sres. Directores: Tras casi 15 años desde la celebración en 1980 de las I Jornadas de Medicina Familiar y Comunitaria (MFyC) en Madrid, aspectos tan importantes como la articulación definitiva de una formación específica en medicina general, la posición profesional del especialista en medicina familiar y comunitaria, su papel en el modelo actual de la atención primaria de salud (APS) y el sistema de acceso al puesto de trabajo específico para el que ha sido formado aún no tienen una clara respuesta1-3. En algunos aspectos se ha avanzado de manera considerable y 1994 y 1995 han sido años de una importancia capital en este devenir, generándose incluso posiciones de enfrentamiento con otros colectivos y con la administración sobre todo, que han llevado a situaciones delicadas para la propia especialidad. En Andalucía se ha vivido este proceso de una forma especialmente interesante.
Ante esta situación, quisimos investigar la opinión que los médicos residentes de MFyC tienen sobre una amplia gama de aspectos sobre la especialidad, los motivos de elección de ésta, la administración, las unidades docentes y la consideración social y perspectivas laborales de la MFyC.
Para ello se diseñó un estudio descriptivo transversal. La población la constituyó el colectivo de médicos residentes de medicina de familia en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Andalucía (n=540). Los datos fueron obtenidos a través de un cuestionario remitido a las 8 unidades docentes para su autocumplimentación anónima. Dicho cuestionario se estructuró en 32 ítems. Los datos se refieren a los residentes de 1994.
Contestaron al cuestionario un total de 279 residentes (tasa de respuesta del 51,7%). De las encuestas recibidas, la mayor proporción correspondía a residentes-3 (40,7%). La distribución de la muestra por provincias osciló desde un 86,3% de respuestas en Córdoba a un 28,0% de Sevilla. Un 43% de los médicos residentes que responden a la encuesta son casados, y si consideramos además la media de edad hallada (29,5 años), las cifras se alejan cada vez más de la antigua concepción del residente como un joven soltero sin responsabilidades a su cargo.
Los motivos que destacan más a la hora de escoger la especialidad son el encontrarse dentro de las preferidas (53,5%)y el cursar la residencia en la ciudad deseada (25,6%); este hallazgo podría tener relación con el perfil familiar del residente antes descrito. Distinta distribución de los motivos de elección encuentra Thomas et al4 en 1988, en cuyo estudio la ciudad deseada suma sólo el 13%. Así mismo, respecto a este trabajo, nosotros hallamos una menor proporción de residentes que declaran elegir la especialidad por no tener alternativa.
Encontramos que la satisfacción con la elección aumenta a medida que el residente avanza en su año de formación. Al inicio de la residencia, un 65% de residentes sitúa a la MFyC en primer lugar o entre las más deseadas. En el momento de realizar la encuesta, este porcentaje asciende a un 87% (*2=3,85; p<0,05). La tendencia más acusada al alza la encontramos entre los residentes-1 (que llegan con una formación pregraduada donde la APS suele ser inexistente), lo que creemos puede ser achacable al desarrollo por parte de las unidades docentes de un programa que incluye, práctica y teóricamente desde el residente-1, más contenidos en relación con la especialidad. Por otra parte, un 60% de médicos residentes creen conocer bien su especialidad, un 35% opina tener un conocimiento medio y un 5% piensa que es bajo.
Los médicos residentes tienen una buena opinión de la labor de las unidades docentes; un 69,4% piensa que existe un apoyo por parte de las unidades docentes hacia la especialidad, y un 85,5% de los que responden están satisfechos con el programa docente. Un gran número ve a la unidad como instrumento de canalización y oferta de aspectos de investigación en AP, formación en pre y posgrado, y, además, consideran que debería ejercer un papel protagonista en otras cuestiones como la provisión de plazas de APS, al igual que ocurre con otros departamentos médicos. Pensamos que esto refleja un apoyo implícito a la vía MIR y a las unidades docentes como estructuras formativas.
Cuando se pulsa la opinión de los médicos residentes acerca de la administración, destaca que un 85,8% creen que ésta no considera al médico de familia pieza clave de la APS. Igualmente, más del 90% piensa que la administración no apoya la especialidad, ni sabe apreciarla, ni se esfuerza por llevar a cabo una reforma real de la APS. La mayoría de los médicos residentes encuestados están convencidos de que la administración prefiere contratar a médicos generales (ya que le dan menos problemas) y que los baremos actuales de las bolsas de trabajo no valoran la especialidad, configurando todo ello un sentir general de rechazo a las estrategias y actitudes de la administración en política de APS.
La consideración social de la especialidad y las perspectivas laborales a juicio de los residentes también fueron objeto de estudio. Un 95% piensa que el trabajo del médico de familia no es reconocido por la población, y un 99,2% piensa que la MFyC es una especialidad no conocida. Un 38% de los residentes que responden a la encuesta piensan que encontrarán trabajo antes que si hubieran escogido otra especialidad, frente a un 61,5% que opina lo contrario.
Estos resultados deben considerarse desde la perspectiva de la especial conflictividad que se ha vivido durante el año 1994, principalmente, en el ámbito de la APS en nuestro país, y en especial en Andalucía. Diferentes circunstancias, como el retraso en la apertura de las bolsas provinciales de trabajo, los acuerdos a los que llegaron administración y algunos sindicatos sobre la reconversión de plazas de medicina general en centros de salud de nueva apertura y el baremo propuesto para el concurso-oposición a plazas de médico de EAP (oposición actualmente suspendida), así como los rumores acerca de homologaciones del título de especialista con criterios demasiado laxos a juicio de las sociedades de MFyC y de las propias organizaciones de médicos residentes, provocaron manifestaciones de protesta que culminaron con el cese de las actividades docentes por dimisión de los tutores extrahospitalarios durante aproximadamente 2 meses. En el último trimestre del año, la situación se agravó con el recrudecimiento de la polémica sobre la regulación de la formación en medicina de familia para todos los posgraduados a partir de 1995 (RD 931/1995 del 9 de junio).
Así las cosas, el alto grado de preferencia de los médicos residentes por su especialidad cobra una especial significación, aún más si pensamos que no está «maquillado» por un esperanzador futuro laboral. Estas proporciones de opiniones positivas son superiores a las obtenidas en otras encuestas similares realizadas en años pasados4-6. Aunque esto pueda verse influido por el hecho de que los que contesten la encuesta sean los más motivados hacia la especialidad, precisamente esta circunstancia hace que la opinión recogida sea la de los que mayormente piensen ejercer como médicos de familia, lo que permite creer que asistimos a un proceso de maduración y asentamiento de la especialidad.
Resultados como los obtenidos en este estudio apoyan nuestro convencimiento de que la formación de médicos residentes en MFyC es imprescindible para conseguir el incremento de la calidad asistencial de la APS, y que la mayoría de los futuros profesionales se encuentran satisfechos de su formación y motivados hacia una tarea que consideran tiene un cuerpo propio de conocimientos (aunque poco conocido aún). No obstante, no debe perderse de vista que la presente situación ha venido forzando a muchos especialistas a desarrollar su labor lejos de la APS (servicios de urgencias, cambios de especialidad)5.
Pensamos que estos resultados deben animar a los equipos directores de las unidades docentes, a la Comisión Nacional de Especialidades y a la propia semFYC a continuar trabajando en los aspectos docentes e investigadores en la línea en la que vienen haciéndolo, con las miras puestas en un futuro con menos conflictividad laboral.