Objective. The aim was to compare results of two methods for gathering data on adolescents' breakfast patterns: the structured and non-structured 24-hour reminder.
Design. An observational, descriptive, crossover study was performed.
Setting. Vitoria-Gasteiz.
Participants. Adolescent population at school. The sample was selected at random and distributed proportionally according to the type of school and class.
Measurements and results. The breakfast pattern of 1912 adolescents was described. The results obtained with the two methods were compared by means of the kappa index and simple concordance. The kappa indices were 62.7% for milk and dairy products, 64.3% for cereals and sugar, and 52.2% for fats, while the concordance levels for the different food groups ranged from 76.0% to 85.9%. Those who ate nothing were detected.
Conclusions. We thought that the information obtained differed according to the method used. Using them both together can help identify groups at risk from a dietary deficit.
Introducción
El interés en mantener una dieta equilibrada y adecuada ha provocado recientemente el desarrollo de diferentes sistemas de recogida de información alimentaria. A pesar de ello, en la actualidad todavía no hay un método ideal para determinar, de manera fehaciente, cómo se alimenta el individuo1,2.
Uno de los métodos más aceptados es el recordatorio de 24 horas que consiste en definir todas las comidas y bebidas ingeridas durante un período anterior a la entrevista, que suele ser el día anterior3,4.
Con este estudio nos hemos planteado determinar las diferencias en el patrón de desayuno obtenidas al realizar un recordatorio de 24 horas estructurado y otro no estructurado en población adolescente.
Material y métodos
Se ha realizado un estudio observacional descriptivo transversal seleccionando, de forma aleatoria, una muestra representativa de la población adolescente de Vitoria-Gasteiz.
Sobre un universo de 20.215 alumnos matriculados se estimó la predeterminación de la muestra en 2.225, lo que permitía obtener datos con un margen de error inferior al 2,1% para un nivel de confianza del 95%.
La muestra fue distribuida proporcionalmente en función del tipo de colegio (público o privado) y del tipo de enseñanza (EGB, BUP, COU, FP, REM, EPA). Dentro del tipo de enseñanza se seleccionó una muestra proporcional al número de alumnos matriculados en los diferentes cursos y clases.
La determinación del patrón del desayuno se llevó a cabo mediante dos tipos de métodos de recogida de datos alimentarios:
Recordatorio de 24 horas no estructurado: encuesta abierta con espacio para señalar los alimentos sólidos y líquidos ingeridos en el desayuno del día anterior.
Recordatorio de 24 horas estructurado: en función de estudios nutricionales previos realizados por nuestro equipo en población adolescente, se diseñó una encuesta con 16 ítems que recogían los alimentos normalmente consumidos por dicha población en el desayuno5.
Se solicitó a los adolescentes que respondiesen qué alimentos habían consumido en el desayuno del día anterior. Ambas encuestas se realizaron siempre en día laboral no posterior a festivo, realizándose en primer lugar el recordatorio estructurado y a continuación el no estructurado.
A continuación los datos fueron informatizados y, tras la depuración de los valores atípicos, se procedió al análisis, utilizando como medida de acuerdo de los dos métodos el índice kappa.
Para determinar el patrón del desayuno se agruparon los alimentos según su composición y función siguiendo las recomendaciones de la OMS.
Resultados
De los 2.225 adolescentes seleccionados se obtuvo un índice de respuesta del 85,9% empleando el método no estructurado y un 92,7% con el estructurado, por lo que la muestra definitiva fue de 1.912 adolescentes.
Un 93,6% de los adolescentes desayunan, observándose que cerca del 90% toman leche, en su mayoría acompañada de cacao o café, añadiendo como alimentos sólidos galletas, seguidas de las tostadas y menos de una cuarta parte de la población utiliza mantequilla; así mismo, es escaso el número de adolescentes que toman piezas de fruta.
Estudiando la composición de los alimentos observamos que, según el método no estructurado, el consumo de leche y derivados lácteos es de un 88,5% frente al 87,3% en el estructurado. Respecto al grupo de cereales y azúcar, las cifras son de 69,9/69,4% y las grasas de un 22,0/13,3%. El grupo de frutas presenta variaciones muy acusadas 18,7/3,3%; es de destacar que en el recordatorio estructurado no se preguntó sobre el consumo de zumos naturales. Las diferencias obtenidas son estadísticamente significativas para los grupos de alimentos estudiados (p<0,05).
Valorando el índice de kappa los niveles de concordancia obtenidos son del 62,7% para los lácteos, 64,3% cereales y azúcar, 52,2% grasas y 3,5% frutas, mientras que con la concordancia simple entre los dos métodos aplicados obtenemos que la coincidencia de los adolescentes que dicen consumir y no consumir leche y derivados lácteos es 76,0%, cereales y azúcar 82,3% y grasas 85,9%.
Así mismo, la conjunción de estos métodos nos ha permitido localizar personas que no consumen alguno de los grupos de alimentos: 167 adolescentes (8,8%) no toman leche o derivados lácteos, 430 (22,5%) no comen cereales y azúcar y 1.497 (79,1%) no ingieren frutas en el desayuno.
Las diferencias son menos acusadas al estudiarlos según su función (plásticos, 88,9/88,2%) (energéticos, 76,3/79,9%), si bien se mantiene en el grupo de reguladores, dado que no se ha consumido verduras en el desayuno.
Discusión
Los índices de respuesta obtenidos se consideran aceptables y más elevados que los detectados en otros estudios epidemiológicos nutricionales de la población adulta española como el de Serra Majem en Cataluña, con respuestas del 69 y 62%6; Aranceta7 en el País Vasco (73,4%), y Aranceta8 en Alicante (75,0%). Estas diferencias probablemente se vean favorecidas por el hecho de que nuestro estudio se ha realizado dentro de la jornada escolar normal de los adolescentes, no exigiéndoles dedicación de su tiempo libre, apoyándose esta idea en otros estudios nutricionales a niños y adolescentes como el de López9, con un índice de respuesta del 98%.
Realizando el estudio de los que no habían respondido, observamos que la distribución era similar al colectivo estudiado en lo referente a los parámetros de selección, por lo que consideramos que los resultados expuestos en este estudio son representativos de la población adolescente escolarizada de Vitoria-Gasteiz.
La mayor respuesta en el método estructurado probablemente está motivada por ser más cómodo responder a preguntas guiadas que tener que redactar los alimentos consumidos. También puede estar influida por el orden en el que se realizaron las encuestas, ya que, en todos los casos, primeramente se les pedía que contestaran el cuestionario estructurado y seguidamente el no estructurado.
El patrón del desayuno observado es muy similar al obtenido por Andradas10, con cifras que se sitúan en el 82,6% de encuestados que ingieren leche, bollería en un 57,4% y fruta en el 4,2%. Pena11 detalla que la gran mayoría de escolares (98,0%) toma leche en el desayuno, acompañada de cereales y azúcar un 75,2%; es de reseñar que en este estudio no se especifica la edad de los alumnos estudiados. También debemos señalar que este tipo de desayuno no es exclusivo de esta edad, sino que se mantiene a lo largo de las diferentes edades. El estudio de Séneca en ancianos muestra que el desayuno típico es de café y leche con pan o galletas12.
En cuanto a las diferencias observadas en el consumo de alimentos entre uno y otro método, el grupo en el que mayores diferencias se han visto ha sido en el de frutas (18,7% frente a 3,3%); para explicar este hecho aportamos como hipótesis el que en el método no estructurado había un 13,3% de adolescentes que ingerían frutas en forma de zumos y que esta modalidad del alimento no se reflejó en el recordatorio estructurado.
Este mismo hecho aparece en el estudio presentado por Krebs13, que obtiene porcentajes inferiores en el consumo de frutas cuando utiliza el recordatorio de 24 horas no estructurado comparado con el estructurado.
Consideramos que la comparación de los dos métodos empleados nos demuestra que el empleo de uno solo nos informa relativamente sobre el patrón alimentario de la población estudiada, mientras que el uso conjunto puede ser muy útil para localizar los grupos de riesgo por déficit en el consumo de algún grupo de alimentos, por lo que pensamos que este tipo de estudios combinados pueden ser muy rentables en el ámbito de atención primaria para localizar problemas de alimentación en la población atendida.