Desde Atención Primaria, donde se realizan la mayoría de extracciones de tapones de cerumen, se pensó en sustituir la incómoda jeringa utilizada para este menester por una pistola de agua1. La pistola proporcionaría una velocidad de salida del agua óptima, facilitaría el purgado (bastaría con pulsar un gatillo) y permitiría una mejor sujeción y distribución de peso del instrumento inyector. Con todo ello se ganaría en comodidad de ejecución de la técnica para el profesional y por tanto en seguridad para el paciente, preservando además la portabilidad y la esterilización en autoclave propias de las jeringa.
Los tapones de cerumen representan un problema de salud nada despreciable porque, a tenor de los estudios, del orden de nueve pacientes por médico y mes necesita de la extracción de los mismos2. El tratamiento clásico incluye los agentes cerumenolíticos, la extracción con cucharilla y, el más utilizado de todos ellos, el arrastre con agua a presión inyectada en el conducto auditivo externo mediante jeringa. El gran tamaño de éstas, 21-23cm3, convierte la técnica en una actividad realmente incómoda para los profesionales, sobre todo para quienes tienen manos pequeñas (cosa común en profesiones feminizadas como las sanitarias)4. Existen inyectores modernos, pero son aparatos de autonomía restringida, portabilidad limitada y/o esterilización compleja.
Tras la búsqueda infructuosa de financiación en instituciones y sociedades sanitarias, con la obligada cumplimentación de solicitudes orientadas a investigación básica o aplicada a procesos (no a productos), se decidió autofinanciar el proyecto. Se contrató la ayuda de una empresa de ingeniería para intentar casar los requerimientos sanitarios, con las leyes físicas y el menor coste5; obteniendo como resultado el prototipo funcional en acero inoxidable que presentamos (fig. 1). El fin último de todo prototipo funcional es comprobar que aquello que teórica y virtualmente debiera funcionar realmente funciona, siendo todavía el producto en esta etapa un diamante en bruto esperando ser pulido. Sirva esto de aclaratorio por si no se está familiarizado con el mundo del prototipaje.Es evidente que se debe seguir incentivando la investigación como pilar fundamental que es de toda economía. Pero igual de evidente debería ser el reparto de este incentivo entre todas las modalidades de investigación existentes6, pues, siguiendo con el símil arquitectónico, si alguno de los componentes de un pilar no es lo suficientemente fuerte éste se acabará quebrando.
Y es que, hoy por hoy, materializar inventos en Atención Primaria depende del carácter emprendedor y la cartera del propio inventor. Deberíamos empezar a tomar consciencia de que el ingenio no es patrimonio exclusivo de la Ingeniería, y deberíamos por eso trabajar para que la Atención Primaria tuviera un lugar de referencia propio donde se pudiera orientar y ayudar a sus inventores a poderlo materializar.
“Inventar en Atención Primaria, toda una aventura”. Comunicación extraída de la misma experiencia. Aceptada en formato póster para el XXX Congreso de la SEMFYC.