Conocer si la medicación inducida (MI) condiciona la asistencia a través de su prevalencia, su calidad, el grado de conformidad del médico y su capacidad de modificarla.
DiseñoEstudio transversal de utilización de medicamentos del tipo prescripción-indicación.
EmplazamientoÁrea básica de salud.
ParticipantesDos mil seiscientas cincuenta y seis prescripciones correspondientes a 678 pacientes entrevistados.
MedicionesEn cada entrevista se recogen: tipo de visita, edad, sexo, situación laboral, existencia o no de problemática social y/o de patología psíquica; relación médico-paciente, presentaciones farmacéuticas (PF) recetadas y las que recuerda estar tomando, indicación, origen, duración, especialidad del inductor, conformidad del transcriptor y posibilidad de cambio. En cada prescripción se analizan: grupo terapéutico, valor intrínseco, cronicidad, coste y si se trata de una PF de reciente comercialización.
Resultados principalesUn 90% de las visitas acaba con prescripción. Un 58% de los pacientes recuerda tomar una o más MI. Fueron inducidas un 72% de las prescripciones analizadas, que provenían en su mayoría de la asistencia pública (66%), de la medicina privada (20%) y de automedicaciones (11%). No existe conformidad en casi la mitad de la MI, pudiéndose modificar, tan sólo, un 13%. La MI sin conformidad y sin posibilidad de cambio es superior en: mujeres, tercera edad, pensionistas, patologías psíquicas y mala relación médico-paciente. Procede principalmente de mutuas, farmacias, automedicaciones, antiguos cabeceras y privados. Se asocia a signos y síntomas mal definidos, enfermedades circulatorias y locomotoras. No encontramos diferencias significativas ni en el gasto, ni en la utilización de PF de reciente comercialización entre la medicación propia y la MI; sí las hay en lo que atañe a la calidad.
ConclusionesEl actual modelo de prescripción de envases origina una gran medicalización de las consultas a expensas de la MI. El médico sólo modifica una pequeña parte de la MI sin su conformidad. Son precisos estudios longitudinales de monitorización de pacientes para conocer la evolución (retirada, sustitución, arrastre o nueva inducción) de la MI.
To find whether externally induced prescriptions (EIP) condition attendance through their prevalence, quality, the degree of agreement of the PC doctor and his/her capacity to alter them.
DesignCross-sectional study of use of indication-prescription type medicines.
SettingHealth district.
Participants2656 prescriptions for 678 patients interviewed.
MeasurementsEach interview recorded: type of visit, age, sex, work situation, existence or otherwise of social problems and/or psychiatric pathology; doctor-patient relationship, pharmaceutical preparations (PP) prescribed and those which the patient remembers he/she is taking, indication, origin, duration, speciality of the prescribing person, agreement of the PC doctor issuing the prescription and the possibility of his/her changing it. For each prescription the following was analysed: therapeutic group, intrinsic value, time it lasts, cost and whether it is a recently marketed PP.
Main results90% of visits to the doctor end in prescription. 58% of patients remember taking one or more EIP. 72% of the prescriptions analysed were externally caused. They came mostly from the public health system (66%), private medicine (20%) and self-medication (11%). There was no PC agreement with almost half these EIPs, but only 13% could be changed. The EIPs without agreement and without possibility of change were greater in: women, the elderly, people on a pension, psychiatric pathologies and in cases of bad doctor-patient relationship. The EIPs originated in health insurance companies, pharmacies, self-medication, former GPs and private doctors. They were associated with ill-defined signs and symptoms, circulatory diseases and locomotive disease.We found no significant differences in expenditure or use of PP recently put onto the market between self-medication and EIP, though there were in quality.
ConclusionsThe current model of prescribing medication causes consultations to be greatly «medicinised» at the expense of EIP. Doctors only alter a small part of the EIPs they don’t agree with. Longitudinal studies are needed to monitor patients to find the evolution of EIPs (withdrawal, replacement, dragging on or new external prescription).