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Vol. 18. Núm. 9.
Páginas 471-472 (noviembre 1996)
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Presente y futuro de la formación especializada en medicina de familia
Present and future of specialist training in family medicine
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T. Gómez Gascóna
a Vocal de la Comisión Nacional de la Especialidad de MFyC.
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Acaban de comenzar su andadura los primeros residentes que han accedido a la especialización tras los cambios sucedidos en 1995, fundamentalmente la convocatoria específica para licenciados post-95 (con 1.800 plazas de MFyC) y el gran aumento en el número de plazas de nuestra especialidad (de 1.221 a 2.000).

Teníamos un secreto temor de que la especialidad podía resentirse gravemente con las dos convocatorias y todo lo que ello ha traído consigo: bajas puntuaciones en convocatoria específica para post-95, agravio comparativo con los anteriores a dicho año, masificación, etc., lo que podía desprestigiar la especialidad a corto plazo.

Ahora bien, también estábamos convencidos de que no habíamos podido hacer otra cosa y de que se había conseguido la opción menos mala dentro de las posibles. La presión de los estudiantes de medicina ante la administración sanitaria obligó a ofertar 2.000 plazas MIR de medicina de familia para poder ofrecer 1.800 a los estudiantes posteriores a 1995, no estableciéndose puntuaciones mínimas en el examen MIR para obtener plaza en la convocatoria específica post-95.

Nos queda la duda de si existió intención real de crear la vía paralela de dos años, o fue una amenaza para conseguir que acabáramos aceptando otras cosas.

A pesar de que ha habido estos dos aspectos muy criticables: falta de exigencia de puntuación mínima y enorme desproporción entre el cupo de plazas para los licenciados después de 1995 y los anteriores, parece constatarse que la incorporación de los 2.000 residentes está yendo mejor de lo previsto, gracias al esfuerzo evidente de las unidades docentes, sobre todo coordinadores y tutores hospitalarios.

Se ha pasado el peor momento, la crisis ha quedado superada y a partir de ahora iremos reintegrándonos a la normalidad, posiblemente para siempre. El previsible terremoto derivado de la alternancia política no ha sido tal, y la sensación es de que los nuevos gestores del Ministerio de Sanidad y Consumo van a mantener una línea pragmática y técnica.

Ya para esta convocatoria MIR 1996-1997 la situación va a mejorar en lo que se refiere a nuestra especialidad: por un lado, no van a salir 2.000 plazas, sino unas 1.860, lo que va a permitir un pequeño desahogo.

Al salir menos plazas, el cupo para los licenciados posteriores a 1995 va a ser menor: de 1.800 pasará a 1.500 menos de lo que va a crear competencia por esas plazas entre los licenciados de 1995 y los de 1996. El año pasado sólo optaba una promoción, con lo que sobraron más de 600 plazas de las 1.800, pero ahora compite una promoción completa (los de 1996) con los licenciados del 1995 que no obtuvieron plaza en la convocatoria anterior y tienen reserva de puntuación. No va a poderse establecer la puntuación mínima para la convocatoria específica, como habíamos solicitado, por precisar un Real Decreto, pero tal vez no sea necesario si realmente hay competencia. Según los resultados de este año se verá si es necesario volver a insistir en la puntuación mínima, o al final la convocatoria posterior a 1995 será como la general, en que entren los que tienen mejores puntuaciones, tantos como plazas.

Desigualdades territoriales en la distribución de residentes

Sí es necesario destacar estas diferencias en la distribución de las plazas estatales, tema preocupante. Podemos analizarlo teniendo en cuenta dos variables:

­ El coeficiente de participación establecido para cada comunidad autónoma, dentro de los presupuestos del Estado. Este coeficiente indica lo que recibe cada comunidad autónoma en todos los capítulos, entre ellos el presupuesto global para Sanidad, incluyendo todas las partidas, entre las que se encuentran las de los MIR. Según se aprecia en la tabla 1, no hay correspondencia entre el coeficiente y el número de plazas, lo que significa que hay comunidades autónomas que reciben más dinero para residentes que los que tienen y viceversa.

Hasta ahora esto ha ido generando algunos problemas, sobre todo agravios comparativos, pero con las posibles transformaciones en la provisión de servicios dentro del Sistema Nacional de Salud, puede ir generando mayores dificultades para mantener las plazas MIR en el futuro.

­ Otra forma de ver la distribución de residentes es en tasas por 100.000 habitantes, como se refleja en la tabla 2. Puede constatarse el gran aumento general de residentes y la enorme heterogeneidad en las tasas, que varían de 3,13 en Galicia a 7,69 en Castilla-León, con una media de 5,08.

Esto se ha intentado equilibrar desde la Comisión Nacional de la Especialidad, pero es imposible porque la decisión de plazas que se ofertan es competencia de cada comunidad autónoma.

Evidentemente hay otros factores que han de tenerse en cuenta, como la cobertura de población por equipos de atención primaria, el número de médicos de familia existentes, el número de residentes de otras especialidades, etc., pero me parece que ofrecen datos para la reflexión.

El futuro de la formación especializada en medicina de familia

Globalmente, las aguas han vuelto a su cauce y a corto plazo vamos a ver cambios positivos que incidirán en la mejora de la formación de nuestros residentes:

 

­ Las unidades docentes del Insalud están viéndose reforzadas gracias a la Orden Ministerial de hace un año, y a la Circular publicada en febrero de este año. Aunque todavía no se está reflejando en los presupuestos, la situación cambia radicalmente, mejorando la infraestructura, lo que permitirá que dichas unidades vayan acercándose a las del resto de las comunidades autónomas, mejor dotadas en general.

El hecho de que todas las unidades docentes del Estado cuenten con medios trae otra consecuencia positiva para la formación, ya que ahora la Comisión Nacional de la Especialidad podrá exigir el cumplimiento de los objetivos establecidos, lo que era difícil en unidades docentes mucho voluntarismo y pocos recursos.

­ Otra innovación que puede dar mucho juego es el «Libro del especialista en formación», que servirá para saber qué hace cada residente y para evaluar al residente y a la unidad docente. Puede establecerse una competencia entre residentes y unidades docentes, para recibir y ofrecer mejor formación, realizando más actividades dentro de las previstas en el programa docente, porque es posible que repercuta en el acceso posterior de los residentes al mercado laboral y en la elección futura de plazas en las unidades docentes por los residentes.

­ Los nuevos criterios de acreditación de los centros de salud, ya aprobados para nuestra especialidad, pero pendientes de ser publicados hasta que se revisen los de todas las especialidades, permitirá ser más exigentes; tenemos más centros y se necesitarán menos tutores en el futuro, al disminuir de 2.000 a 1.860 las plazas.

 

Para que el futuro de la formación de nuestros especialistas en MFyC, y el futuro del MIR en general, sea esperanzador, es fundamental mantener la planificación del MIR de forma centralizada en el Ministerio de Sanidad y Consumo. El programa docente, los criterios de acreditación, la estructura, el examen de entrada, la evaluación, etc., tienen que ser comunes, aunque luego deban adaptarse a cada comunidad autónoma.

La salida al problema derivado de la normativa comunitaria exige el esfuerzo de todas las comunidades autónomas. Si no hay una planificación común es imposible que pueda mantenerse el período previsto de cinco años (de 1996 al 2000) para permitir a los licenciados después de 1995 especializarse y, a la vez, ir absorbiendo la bolsa histórica.

 

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