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Vol. 21. Núm. 4.
Páginas 205-212 (marzo 1998)
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Páginas 205-212 (marzo 1998)
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Prevalencia de obesidad y su relación con el riesgo cardiovascular en la población general de Albacete
Prevalence of obesity and its relationship with cardiovascular risk in the population of Albacete
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JA. Divisóna, C. Sanchísa, LM. Artigaoa, F. García Gosálveza, J. López Abrila, F. Naharroa, B. Rodríguez Pañosa, A. Purasa
a Grupo de Enfermedades Vasculares de Albacete (GEVA).
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Objetivo. Conocer la prevalencia de obesidad y exceso de peso en la población general de Albacete y su relación con otros factores de riesgo cardiovascular y el riesgo coronario.

Diseño. Estudio poblacional de tipo transversal y descriptivo.

Emplazamiento. Marco comunitario. Provincia de Albacete.

Sujetos. De la población general de Albacete, mediante muestreo aleatorio, estratificado y bietápico, se seleccionó una muestra de 2.121 sujetos mayores de 18 años (843 capital y 1.278 provincia).

Mediciones y resultados. Se utilizó el sistema de cita personalizada por correo, y a todos los que acudían se les realizaba anamnesis, exploración física, ECG y analítica básica. Se han estudiado 1.230 sujetos con un rango de edad de 20-93 años. Se han considerado no obesos 394 sujetos (32%) y con exceso de peso u obesos 836 (68%). Un 47% de los varones tenían exceso de peso y obesidad un 23,2%, mientras un 33,5% de las mujeres presentaban exceso de peso y obesidad un 32,5%.

Conclusiones. La obesidad es una patología de alta prevalencia en nuestra provincia, aumentando ésta con la edad. El exceso de peso es más frecuente en los varones y la obesidad lo es en las mujeres. En los pacientes obesos las prevalencias de HTA, hiperlipemia, diabetes y fibrinógeno elevado es mayor que en los no obesos, aumentando éstas con el grado de obesidad.

Palabras clave:
Obesidad
Prevalencia
Riesgo cardiovascular
Índice masa corporal

Objective. To find the prevalence of obesity and overweight in the population of Albacete, and their relationship to other cardiovascular and coronary risk factors.

Design. A descriptive, crossover population study.

Setting. Community setting in the province of Albacete.

Participants. A sample of 2121 people over 18 (843 from the capital and 1278 from the rest of the province) was selected from Albacete's population through stratified random sampling in two stages.

Measurements and results. Appointments were made with each person by mail. All those attending underwent Anamnesis, a physical examination, ECG and basic analytic tests. 1230 people between 20 and 93 years old were studied. 394 were considered not obese (32%) and 836 were adjudged obese or overweight (68%). 47% of men were overweight and 23.2% of them obese; 33.5% of women were overweight and 32.5% obese.

Conclusions. Obesity is a highly prevalent pathology in this province and increases with age. Overweight is more common among men and obesity among women. Hypertension, Hyperlipaemia, Diabetes and high Fibrinogen are more prevalent in obese than in non-obese patients and increase in prevalence along with the obesity. Patients with the risk factors under study are generally obese. The coronary risk calculated was higher among the obese, the risk increasing along with excess of weight.

Keywords:
Obesity
Prevalence
Cardiovascular risk
Body Mass Index
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Introducción

La obesidad en los países desarrollados, en las últimas décadas, se ha convertido en un serio problema de salud debido al desarrollo y al cambio de costumbres y hábitos alimentarios. Aunque en algunos estudios se ha demostrado la influencia genética de la obesidad1, los principales condicionantes del exceso de tejido adiposo son ciertas influencias ambientales y diferentes elecciones, de tipo individual y colectivo, relacionadas con el estilo de vida de los individuos y poblaciones2-4. En estos países, un 20-40% de la población adulta es obesa4-10, con un cierto predominio en la mujer y una tendencia a aumentar con la edad hasta la sexta década11.

Supone el noveno motivo de consulta en los centros de atención primaria, aunque es frecuente que el obeso no consulte por su problema y que el profesional que lo atiende por otros motivos no lo ponga de manifiesto, por lo que cabe suponer que las cifras de prevalencia que manejamos en las consultas son inferiores a las reales5.

Es la enfermedad metabólica más frecuente, y tiene una probada repercusión sobre la salud de la población12-15, en cuanto a un aumento de la morbimortalidad, fundamentalmente debida a enfermedad cardiovascular16-18. El incremento del riesgo cardiovascular puede deducirse de 3 hechos fundamentales: a) repercusiones hemodinámicas de la obesidad; b) datos epidemiológicos que demuestran asociación entre obesidad y enfermedad coronaria, y c) a su asociación con otros factores de riesgo cardiovascular18.

En Estados Unidos se han calculado los costes de la obesidad, siendo los directos de 45.851 millones de dólares y los indirectos (sólo tienen en cuenta la pérdida de productividad en relación al exceso de mortalidad) de 18.944 millones de dólares19. A pesar de todo ello, probablemente es una de las patologías que menos interés despierta entre los profesionales sanitarios.

En cuanto a las repercusiones sobre la salud, 2 estudios ya conocidos, como el Framinghan Study20, utilizando el peso deseable (tablas de la Metropolitan Life Insurance Company) y el Manitoba21, utilizando el índice de masa corporal (IMC) o de Quetelet (IQ) nos han demostrado que la obesidad es un factor de riesgo independiente de enfermedad cardiovascular. Muchos más son los estudios que nos demuestran la correlación positiva entre obesidad y otros factores de riesgo cardiovascular, caso de hipertensión (HTA), hipercolesteremia, hipertrigliceridemia y diabetes; conforme aumenta el índice de exceso de peso se incrementa la prevalencia de estos otros factores de riesgo22-26. Todo ello condiciona, de forma directa e indirecta, un exceso de riesgo en los individuos obesos; hay referencias bibliográficas en las que en los obesos se calcula un aumento del riesgo coronario evaluable en un 35-55%27.

Han sido fundamentalmente las compañías de seguros americanas, a través de numerosos estudios, las que han puesto de manifiesto que la esperanza de vida del individuo obeso disminuye en relación inversa al exceso de peso. Utilizando el descenso de las primas como indicador de la disminución de peso (si reducen su peso bajaban las primas), la mortalidad fue menor, tanto en varones como en mujeres, en aquellos que habían reducido sus primas a lo largo de la vida, detectándose descensos del 16-37% en varones y del 20-39% en mujeres24.

Las tasas de mortalidad por accidente cerebrovascular y por cardiopatía isquémica aumentan progresivamente a partir de un IMC de 25, y para ambas causas la mortalidad se duplica para un exceso de peso del 40%9, siendo especialmente elevada cuando la obesidad se asocia a otros factores de riesgo, y parece reducirse a valores normales si se corrige el exceso ponderal independientemente de los años de evolución del proceso9.

Así pues, su elevada prevalencia y múltiples implicaciones clínicas y económicas hacen aconsejable un buen conocimiento de esta patología para poder planificar y organizar los recursos necesarios para abordar el problema. Dado que actualmente los estudios de prevalencia conocidos son muy heterogéneos, debido a la gran variabilidad de las muestras y de los criterios en la definición de obesidad, y en España son pocos, nuevos estudios poblacionales podrían contribuir a diseñar un mapa epidemiológico de la obesidad y observar cómo se relaciona con otros factores de riesgo y cómo modifica el riesgo de presentar un episodio coronario, lo que mejorará el conocimiento del perfil de riesgo de nuestra población.

Sujetos, material y métodos

Estudio transversal realizado sobre población general censal, mayor de 18 años, de la provincia de Albacete.

El tamaño de la muestra ha sido elegido en función de un estudio previo, realizado por algunos miembros de nuestro equipo en el Centro de Salud Zona III de Albacete, en el que se describe una prevalencia de arteriopatía periférica (la menor de las patologías y factores de riesgo estudiados) de un 1,4% en la población general de Albacete28.

Para un error estándar de 0,005, obtenemos un intervalo de confianza del 0,9-1,9% de prevalencia esperada de arteriopatía periférica, al cual le corresponde un tamaño n de muestra de 2.121 sujetos.

Se ha realizado un muestreo estratificado, bietápico y aleatorio, con etapas proporcionales al tamaño de la población que contienen. Los estratos han sido los siguientes: Albacete capital, 39,7%; poblaciones mayores de 10.000 habitantes, 23,3%; poblaciones de 2.001-10.000 habitantes, 28,8%; poblaciones de 501-2.000 habitantes, 14,5%, y poblaciones de menos de 501 habitantes, 1,7%.

A todos los sujetos seleccionados se les envió cita personalizada por correo, en la que se explicaba el propósito de nuestro estudio y la sistemática del mismo con 15 días de antelación, invitándoles a participar en el estudio y citándolos un día y hora determinados en su centro de salud (esta cita era modificable telefónicamente en un número facilitado en la carta). Con 4-6 días de antelación se les enviaba nueva carta recordándoles la cita. A los que no acudieron a nuestra cita se les envió una tarjeta franqueada, en la que contestaban sí o no a la siguiente pregunta: ¿desea participar en el estudio? En caso afirmativo, anotaban día y hora disponibles y teléfono de cita. A los que acudieron a nuestra cita se les hizo anamnesis (encuesta previamente diseñada, con datos socioculturales e historia familiar y personal, con especial énfasis en las enfermedades cardiovasculares y sus factores de riesgo), exploración física (incluye medidas antropométricas), toma de presión arterial (PA), electrocardiograma (ECG) y analítica básica en ayunas de 12 h; todas las extracciones se remitieron a un mismo laboratorio concertado para este estudio (Laboratorios San Luis), las técnicas utilizadas en el laboratorio han sido, para la glucosa, el colesterol total y los triglicéridos determinaciones enzimáticas con aparato Cobos-Mira de Roche, siendo los reactivos: Glucosa Enzymatique PAP de Biomérieux, Colesterol PAP de Roche y Triglicérides Enzimatiques PAP de Biomérieux, respectivamente; para la fracción HDL, precipitación con ácido fosfotúngstico y cloruro de magnesio con reactivo Colesterol HDL de Roche, y para el fibrinógeno, determinación cronométrica en aparato semiautomático tipo Option 2 según técnica de Clauss con reactivo Fibrinomat de Biomérieux.

Las variables analizadas en este estudio han sido edad, sexo, peso y talla, índice de Quetelet, PA casual, colesterol total, cHDL, triglicéridos, glucemia basal, fibrinógeno, hipertrofia ventricular izquierda (HVI) en el ECG y hábito tabáquico.

Se han utilizado los peso/tallímetros (Añó-Sayol) con los que dota el INSALUD a los centros de salud, pesando a los sujetos con ropa de calle ligera y midiéndolos descalzos. La PA se ha tomado en condiciones estandarizadas: 30 minutos de reposo, sujeto sentado, brazo a la altura del corazón, visión del observador a ras de la columna de mercurio, con esfingomanómetro de mercurio, y se han realizado 2 tomas con 3 minutos de intervalo, considerando el valor medio de ambas.

Para definir obesidad, hemos utilizado el IMC (kg/m2). Se ha clasificado a los sujetos según su IMC en aquellos con exceso de peso de 25-29,9 y obesos >=30 (obesos moderados de 30-39,9 y obesos mórbidos >=40).

Se ha definido HTA cuando la PA sistólica >=140 y/o diastólica >=90 (media de 2 tomas), o seguir tratamiento antihipertensivo. Diabetes mellitus, con una glucemia >=200 mg/dl o 2 glucemias >=140 mg/dl o seguir tratamiento farmacológico. Hipercolesteremia, con colesterol total >=240 mg/dl o seguir tratamiento hipolipemiante. Hipertrigliceridemia, con triglicéridos >=200 mg/dl. Sujetos con cHDL bajo cuando era <35mg/dl. Sujetos con fibrinógeno alto, cuando era >400 mg/dl, y sujetos con HVI, los que cumplían los criterios electrocardiográficos de la escuela de Bayés29.

El riesgo coronario calculado se ha obtenido según el método de W.B. Kannel30, con el riskometer por él elaborado (National Institutes of Health, Framinghan and Bethesda, Estados Unidos) que utiliza edad, sexo, HTA sistólica, tabaco, colesterol total (T), HDL, diabetes e HVI.

Las variables estudiadas se han almacenado en una base de datos D-Base III plus, y se han tratado con el paquete estadístico SPSS PC +. Los resultados se presentan como medias y desviación estándar. Se utilizó el test de la t de Student y el análisis de variancia, con la prueba de Scheffé para comparación de medias, y la ji-cuadrado o el test de Fisher para comparar variables categóricas. Se realizaron test bilaterales, considerándose una p<0,05 como estadísticamente significativa.

A todos los participantes de nuestro estudio se les envió informe de los resultados para su médico de familia, incluyendo información acerca de su riesgo cardiovascular, cómo mejorarlo, y agradecimiento por su participación.

Resultados

Acudieron a nuestra cita 1.322 sujetos (tasa de respuesta, 62,3%), de los que hemos utilizado para su estudio a 1.230 excluyendo los de 18 y 19 años. La edad media es de 52,3 años ± 11,2 años, con un rango de edad de 20-93 años, siendo un 53,8% mujeres (662 casos).

Para el cálculo del riesgo coronario, el tamaño de la muestra de sujetos de 30-70 años ha sido de 837; de ellos, 446 mujeres (53,2%) con una edad media de 50,1 años.

El IMC medio es de 27,6±4,85; para los varones, 27,3±3,9 y para las mujeres de 27,9±5,5. Por grandes grupos de edad, 20-44 años, 25,6±4,3; 45-64 años, 28,9±4,6 y >65 años, 29±4,7.

Se han considerado no obesos 394 sujetos (32%) y con exceso de peso u obesos 836 (68%). Un 70,2% de los varones tenían exceso de peso u obesidad y asimismo un 66% de las mujeres.

Según grados de obesidad, presentaban exceso de peso un 47% de los varones, y obesidad un 23,2% (obesidad moderada un 22,7% y obesidad mórbida un 0,5%). En cuanto a las mujeres tenían exceso de peso un 33,5% de las mismas, y obesidad un 32,5% (obesidad moderada un 29,5% y obesidad mórbida un 3%).

Si observamos el peso de los sujetos por grupos de edad y sexo, encontramos que en los varones, en cualquier década de su vida, predominan los que tienen algún grado de exceso de peso u obesidad sobre los que presentan normopeso; este predominio aumenta con la edad hasta la octava década; así, en la década de los 20-29 años, hay un 54% de sujetos con algún grado de obesidad, porcentaje que aumenta progresivamente hasta la década de los 70-79 años, en la que hay un 76% de sujetos con exceso de peso. En los varones esta obesidad suele ser de carácter leve en todas las décadas de su vida, oscilando en un 36-54% los sujetos con exceso de peso frente a un 17-30% los que presentan obesidad. En lo que atañe a la obesidad mórbida, en los varones, es prácticamente inexistente, salvo un pequeño porcentaje de sujetos (2%) que la presentan en la década de los 50 años. Considerando sólo el concepto obesidad, hemos observado que su prevalencia aumenta también con la edad, desde los 20 hasta los 70 años (17-30%), edad en la cual empieza a disminuir su prevalencia (fig. 1).

En mujeres, durante las décadas de los 20-29 y 30-39 años, predomina el normopeso en un porcentaje de un 69% y 63%, respectivamente, y a partir de los 40 años se invierte la relación, predominando la obesidad en alguno de sus grados, aumentando este predominio hasta los 70 años en que son un 91% de las mismas las que tienen algún grado de obesidad. En la década de los 40-49 años es más prevalente el exceso de peso (43%) que la obesidad (30%), y a partir de los 50 años se hace más prevalente esta última (50%) que el primero (38%), manteniéndose ya así a lo largo de las demás décadas (fig. 2). A diferencia de los varones, en las mujeres, aunque poco frecuente, sí está presente la obesidad mórbida mostrándola un 1% de las de 20-29 y 30-39 años y un 3-4% de las que se hallan en las demás décadas hasta los 80 años.

En cuanto al lugar de residencia, las prevalencias de sujetos con algún grado de exceso de peso u obesidad han sido similares, sin diferencias estadísticamente significativas en medio urbano (Albacete capital), semiurbano (>10.000 habitantes) y rural (<10.000 habitantes), tanto para mujeres como para los varones, siendo estas prevalencias del 69,3, 67,4 y 66%, respectivamente.

Los otros factores de riesgo estudiados, tanto en sus prevalencias (tabla 1) como en sus valores medios (tabla 2), aumentan, o disminuyen en el caso del cHDL, de forma significativa (p<0,01) conforme se incrementa el grado de obesidad de los sujetos, de forma similar entre varones y mujeres, siendo estas diferencias no significativas en algunos casos, tal como se señala en las tablas.

Los coeficientes de variación han sido: glucosa, 29%; colesterol total, 19,5%; triglicéridos, 68,1%; cHDL, 25,6%, y fibrinógeno, 26,9%.

Observando las prevalencias de los factores de riesgo estudiados, por sexo y grupo de peso (normopeso, exceso de peso y obeso), el perfil lipídico es en los 3 grupos de peso siempre más desfavorable en los varones que en las mujeres, con diferencias estadísticamente significativas (p<0,01) en los 3 grupos para los triglicéridos y el cHDL, siendo estas diferencias no significativas en los 3 grupos para el colesterol total.

En cuanto a la HTA, es más prevalente en el grupo de normopeso en varones con diferencias significativas (p<0,01), y en los sujetos con exceso de peso y obesos en las mujeres, siendo las diferencias significativas sólo para el grupo de los obesos. La diabetes y el fibrinógeno se comportan de forma similar a la HTA, siendo más prevalentes en los que presentan normopeso en los varones, pero las diferencias no tienen significación estadística (p>0,05), y en los sujetos con exceso de peso y obesos son más prevalentes en mujeres, siendo aquí las diferencias estadísticamente significativas (p<0,01) sólo en la diabetes en el grupo de los obesos (tabla 1).

Si clasificamos a los sujetos con alguno de los factores de riesgo estudiados según su peso en 3 grupos (normopeso, exceso de peso y obesos), observamos que sólo un pequeño porcentaje de ellos presentan normopeso, no llegando éste a un 22% en ninguno de los casos; sin embargo, en los sujetos sin ninguno de los factores de riesgo (508 del total de estudiados --40,4%--) la prevalencia de normopeso es del 51,6% (fig. 3).

Clasificando la muestra según peso, observamos que un 63,1% de los sujetos con normopeso no presentan ninguno de los factores de riesgo cardiovascular estudiados y un 36,9% muestran alguno de ellos (p<0,001); un 35,8% de los sujetos con exceso de peso no tienen ninguno y un 64,2% sólo alguno (p<0,001), y un 19,9% de los sujetos obesos no tienen ninguno y un 80,1% alguno de dichos factores de riesgo cardiovascular estudiados (p<0,001).

En cuanto al riesgo calculado de presentar un episodio coronario en los siguientes 10 años, para el grupo de edad de 30-70 años se ha observado que el riesgo aumenta de forma significativa (p<0,01), tanto en varones como en mujeres, con el exceso de peso. Dicho riesgo es en los varones de un 12,7% (normopeso), un 15% (exceso de peso) y un 19,3% (obesos), respectivamente, y en las mujeres de un 2,9, 7,7 y 11,4%.

Si determinamos el riesgo calculado por grupos de edad (décadas) y peso, observamos que las diferencias de riesgo se mantienen de forma significativa entre los 3 grupos de peso, en todos los grupos de edad, tanto para los varones como para las mujeres, siendo el riesgo coronario siempre superior en los varones, manteniéndose esta constante en todas las décadas de la vida y siempre con significación estadística (tabla 3).

Discusión

Con los datos de nuestro estudio, confirmamos la alta prevalencia de obesidad en la población general adulta de nuestra provincia, siendo esta prevalencia más elevada en la mujer, y aumentando con la edad, hechos que coinciden con la mayoría de los estudios de prevalencia de obesidad. En cuanto a la distribución del exceso de peso, se observa que en los varones en general, y en las mujeres jóvenes, es más prevalente el exceso de peso, y en las mujeres a partir de la menopausia es más prevalente la obesidad. La prevalencia de la obesidad aumenta con la edad en la mujer de forma muy evidente a lo largo de todas las décadas de su vida, y en los varones hasta los 70 años, hecho que puede deberse a dos causas: bien un exceso de mortalidad de los varones obesos o a una serie de condicionantes sociales que empeoren su estado nutricional.

No hemos encontrado diferencias de prevalencia de obesidad, ni en varones ni en mujeres, según sea el lugar de residencia urbano, semiurbano o rural, lo que puede deberse a que la población urbana es más joven y menos activa y la población rural más envejecida pero más activa, o simplemente a que los hábitos dietéticos no son diferentes.

En nuestro estudio la muestra final estudiada no difiere en cuanto a distribución por grupos de edad y sexo de la inicialmente calculada, y se ha considerado suficiente para la prevalencia obtenida de obesidad del 28,2%.

Comparando nuestros datos con los de otros trabajos realizados en España, en poblaciones similares y utilizando de igual forma el IMC para definir exceso de peso y obesidad, detectamos prevalencias muy parecidas en la provincia de León31; en dicho estudio, realizado en mayores de 17 años, se obtuvo una prevalencia de exceso de peso u obesidad en un 63,3% de los varones y en el 60,9% de las mujeres, y de obesidad en el 20,6% de los primeros y en el 25,5% de las segundas. Prevalencias algo inferiores han sido encontradas en el litoral mediterráneo. En L'Hospitalet de Llobregat32, en mayores de 19 años, se obtuvieron prevalencias de exceso de peso u obesidad en un 58% de los varones y en el 48% de las mujeres, y de obesidad en un 9% de los varones y en el 21% de las mujeres. En Cataluña33, en mayores de 15 años, se obtuvieron prevalencias de exceso de peso u obesidad en el 48,5% de los varones y en el 38% de las mujeres, y de obesidad en un 11,9% de la población. En Almería34, en mayores de 18 años, se obtuvieron prevalencias de obesidad en el 18% de la población. En Lérida35, en mayores de 18 años, se obtuvieron prevalencias de exceso de peso u obesidad en un 49,1% de los varones y en el 50,9% de las mujeres, y de obesidad en un 8,8% de la población general. Por último, en Valencia36, en mayores de 14 años, se obtuvieron prevalencias de exceso de peso u obesidad en un 56% de los varones y en el 48,4% de las mujeres, y de obesidad en un 14,7% de los varones y en el 17,8% de las mujeres. Así pues, nuestras prevalencias de obesidad son de las más elevadas de España, similares a las de León y superiores a las del litoral mediterráneo, siendo en dicho litoral algo mayores en el sur.

Nuestras prevalencias son muy superiores a las obtenidas en un estudio de prevalencia de obesidad en España37, llevado a cabo también en población adulta mayor de 20 años y utilizando el peso y la talla autodeclarados en una encuesta, y en el que se obtuvieron prevalencias de obesidad del 7,3% en varones y del 8,4% en mujeres, lo que nos hace pensar que la utilización del peso y la talla autodeclarados no son el sistema a utilizar para estudiar la prevalencia real de obesidad en una población, ya que la infraestiman considerablemente. A una conclusión similar llegan Quiles y Vioque, en un estudio reciente que compara peso y talla autodeclarados con los medidos38.

En estudios realizados en otros países, el Internacional Cooperative Study of Cardiovascular Epidemiology, llevado a cabo en población adulta (40-59 años) del norte (Países Bajos y Finlandia) y del sur (Yugoslavia, Italia y Grecia) de Europa, cuando el IQ era >27, se encontraron prevalencias del 13% en los países septentrionales y del 23% en los meridionales39. En Estados Unidos, según datos del National Health and Nutrition Examination Survey, la prevalencia de exceso de peso en la población adulta es del 26%, con IQ>27,8 para los varones y >27,3 para las mujeres40. En Canadá con un IQ>27 (en mayores de 20 años), hay un 19,4% de los primeros y un 14,4 de las segundas.

También confirmamos con nuestro estudio la importante correlación positiva que existe entre el exceso de peso y el aumento en la prevalencia de los otros factores de riesgo cardiovascular, con diferencias estadísticamente significativas.

En cuanto al aumento del riego coronario calculado, de forma significativa en varones y mujeres y en todos los grupos de edad, conforme aumenta el grado de exceso de peso, nos confirma la influencia del exceso de peso en la prevalencia de los otros factores de riesgo, sin diferencias en cuanto a edad o sexo. El mayor riesgo calculado en los varones lo podemos atribuir a la propia influencia del sexo y a otros factores de riesgo, más desfavorables en este grupo de población, caso del tabaco, el perfil lipídico (fundamentalmente a expensas del cHDL) y la HVI.

Estos hechos, correlación positiva con otros factores de riesgo y con el riesgo coronario, nos confirman la influencia de la obesidad en el riesgo cardiovascular y la importancia de su corrección para mejorar la morbimortalidad. Varios estudios experimentales41-45 nos han demostrado cómo se altera el riesgo cardiovascular al modificar los diferentes factores de riesgo, con la consiguiente disminución de la morbimortalidad. La reducción porcentual del riesgo, que se ha calculado en los estudios de intervención multifactorial, oscila en el 20-40% si la población seleccionada es de alto riesgo, y sobre un 5% si se eligen todos los niveles de riesgo.

Dadas las cifras de prevalencia observadas y la asociación con los otros factores de riesgo y con el riesgo coronario, queremos concluir considerando la obesidad como un importante problema de salud pública que pensamos se infravalora, tanto por parte del enfermo como por los profesionales de la salud. Se deberían organizar campañas con información acerca de los problemas de salud relacionados con la obesidad, de prevención primaria (fundamentalmente en jóvenes) en cuanto a higiene alimentaria y estilos de vida saludables (actividad física, deporte, evitar sedentarismo) y de prevención secundaria, con especial atención a la mujer posmenopáusica, destinadas asimismo a los profesionales de la salud. Pensamos que en cuanto a los otros factores de riesgo cardiovascular, no concedemos la suficiente importancia a las medidas higienicodietéticas como primer eslabón del tratamiento de estas patologías. Muy probablemente, si corrigiéramos la obesidad, disminuiría la prevalencia de los factores de riesgo asociados a ella, con la consiguiente mejora del perfil aterosclerótico de nuestros pacientes y la disminución de la mortalidad a largo plazo. Los profesionales de la salud, en los consultorios médicos y de enfermería, deben tener un papel relevante en la prevención y tratamiento de esta patología que debe ser uno de los problemas de salud prioritario a resolver (objetivo 16 de la estrategia de Salud para todos en el año 2000 de la OMS).

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