Sr. Director: Estamos de acuerdo con los Dres. León-Sanromá1 y Tizón2 en que abordar los aspectos emocionales en la relación asistencial conlleva satisfacciones y previenen sentirse quemado en la atención primaria. Así lo hemos experimentado cada vez que usamos el enfoque holístico con los pacientes. Consideramos que la difusión de casos como el que presentamos aquí es importante para motivar a los médicos de familia y difundir el modelo de la atención integral que conlleva ahorro de visitas posteriores y satisfacciones para los pacientes y sus médicos. Esta difusión es tan importante como la acción política que comenta el Dr. Tizón2,3.
Mujer de 40 años con antecedentes familiares de migraña en su madre. En su historia personal destacan: obesidad, con IMC > 50 desde 2002; hipertensión arterial y migraña desde 1999. Su tratamiento habitual es atenolol y fluoxetina. Desde marzo de 2007, su cefalea se hace diaria y bilateral y no mejora con diversos triptanes. En las visitas de atención continuada, la exploración es normal y el dolor mejora parcialmente con diazepam y analgésicos. En dos ocasiones se la deriva a urgencias del hospital. El 2 de abril le tramitamos la baja laboral y el 11 de mayo le aumentamos la dosis de fluoxetina y le agregamos un ansiolítico. El 21 de mayo, ante la persistencia de su dolor, le realizamos una visita de media hora, en la cual se revaloró su diagnóstico como cefalea tensional, y se la entrevistó con enfoque biopsicosocial4 (tabla 1); la paciente comenta un problema que la angustia de hace unos meses: la relación con su suegra. Se le explica que podemos ayudarla con la terapia de resolución de problemas5, de la que comentamos sus fases. El 25 de mayo, la paciente ha mejorado y dice que fue de gran ayuda la última entrevista, y ya ha puesto en práctica una solución que ha pensado: hacerse respetar. Una semana más tarde la paciente no tiene dolor, su clínica depresiva y su relación familiar han mejorado y le damos el alta. En las dos visitas que realiza por otros motivos en junio y en agosto, la paciente sigue sin dolor y nosotros seguimos sin salir de nuestro asombro.